(SE). El municipio sevillano de Las Cabezas de San Juan, con una extensión de 230 km 2 y 15.655 h. en 2001, se asienta en la comarca Valle Bajo del Guadalquivir. El término, espacio de transición entre la campiña y las marismas, posee cinco entidades de población: la villa que le da nombre, situada sobre unos cabezos, a una altitud de 76 m. sobre el nivel del mar, en las últimas estribaciones de la sierra de Gibalbín, en terrenos de monte bajo con 13.450 h. a unos 48 km. de la capital provincial. Y cuatro poblados en la marisma, al oeste del Canal del Bajo Guadalquivir, regados por los arroyos Alocaz, el Mosquete y el Salado y el Brazo del Este: Marismillas (1.709 h.), Sacramento (174 h.), San Leandro (187 h.) y Vetaherrado (135 h.).
Historia. Los orígenes del poblamiento de la zona se remontan a tiempos prehistóricos, encontrándose un gran número de restos arqueológicos como hachas de piedra pulimentada y una estela funeraria perteneciente a la Edad de Hierro. Mientras que las primeras alusiones al pueblo las hace Ptolomeo, quien habla de una tribu ibérica con el nombre de Ugía, y que los historiadores identifican como Las Cabezas. De esta época hay vestigios importantes como dos leones de piedra y la escultura de una mujer sedente que se conserva en el Museo Arqueológico de Sevilla. Durante el periodo romano ya existe en el asentamiento de la cabecera municipal un núcleo urbano de 24 ha con forma rectangular y delimitado por las actuales calles Calvario Alto (Este), General Delgado (Oeste), Córdoba (Sur) y Murallas (Norte). En la Edad Media la localidad se va ampliando con calles radiales y manzanas en forma de cuña, teniendo como límites del recinto amurallado a finales del siglo XV las calles Carril Ancho (al Oeste) y San Ignacio de Loyola (al Sur).
El nombre de la población se acuña tras la conquista cristiana (1250-1255). La primera parte procede de la derivación fonética de su situación orográfica en una serie de pequeños cabezos. La segunda se debe a su pertenencia a la Orden de San Juan de Jerusalén tras la entrega de Fernando III el Santo. Durante los siglos XIV y XV adquiere gran importancia por ser un lugar fronterizo entre cristianos y musulmanes, su configuración topográfica la convierte en un lugar de fácil defensa y frente a las inundaciones del río. Además, ocupa una posición estratégica como cruce de caminos en la ruta entre Sevilla y la Bahía de Cádiz.
A partir del siglo XVI comienza una época de decadencia demográfica tras la pérdida de su función estratégica, siendo abandonado el castillo hasta llegar a la destrucción total. En el siglo XVII, durante el reinado de Carlos II, la villa es vendida a Don Francisco Joseph de Villavicencio, Conde de Cañete, que destruye gran parte de la muralla con idea de construir un palacio. La ciudad de Las Cabezas se transforma en asentamiento plenamente urbano, abandonando el carácter militar que había tenido hasta entonces, y creciendo a lo largo del siglo XVIII hacia el Norte, y en el siglo XIX, y por primera vez, hacia el Sur, generando una cuña de calles que buscan el camino de Lebrija. En la primera mitad del siglo XX se producen asentamientos periféricos en las faldas de la colina, en donde la topografía lo permite. En los últimos años varía el esquema histórico de crecimiento, produciéndose desarrollos urbanos a lo largo de casi todos los caminos: hacia el Norte (con eje en la A-471), el Oeste por la A-371 que une la localidad con la Nacional IV en el famoso cruce de Las Cabezas, el Sur (SE-695), mientras que por el Este (SE-691) la autopista Sevilla-Cádiz (AP-4 (E-05)) funciona como cierta barrera al crecimiento urbano.
En el siglo XIX, el 1 de enero de 1820 se produce en el pueblo el célebre Pronunciamiento de Riego que provoca toda una serie de levantamientos por diversas ciudades españolas al régimen absolutista de Fernando VII. El comandante Rafael de Riego al mando de una guarnición del ejército con destino a América proclama la Constitución de 1812. Las Cortes de 1821 recompensan a la villa otorgándole el título de ciudad, pero con el retorno del antiguo régimen es anulado el Decreto que no llega a entrar en vigor.
Economía. A mediados del siglo XIX el pueblo pierde importancia y decae de manera continuada. A principios del siglo XX el municipio de Las Cabezas cuenta con una población inferior a los 5.000 h., experimentando un fuerte crecimiento demográfico en los años cincuenta en paralelo al crecimiento económico derivado de la puesta en riego de la zona de marismas. Una economía básicamente agrícola, con más del 80% de la producción en regadío (18.801 ha en el 2002): algodón, remolacha y arroz; mientras que en secano las producciones más importantes son las de cereales. En relación con el cultivo del arroz, se ubica una importante fábrica de molino y envasadora (Cotemsa) que agrupa en cooperativa a un buen número de colonos y comercializa entre otras la marca Rocío de arroz semi-largo. Igualmente en estrecha vinculación con el sector agrario, destaca la Cooperativa Agrícola Cabecense que manufactura productos agrarios y la Cooperativa Ganadera del Bajo Guadalquivir por la producción de quesos de cabra. La actividad industrial se completa con varias empresas del sector de la construcción y del metalmecánico.
La especialización productiva en el sector agrario explica la decadencia demográfica y económica que se produce en las últimas décadas del siglo pasado y actualmente el municipio registra una alta tasa de paro (23,8 en 2001). La administración local en el marco de la Asociación para el Desarrollo Local de la Comarca del Bajo Guadalquivir y en estrecha colaboración con la Mancomunidad de Municipios pone en marcha un programa de desarrollo en el que se potencian principalmente las actividades terciarias: la hostelería en el cruce de las Cabezas y el turismo rural, y todo basándose en las buenas comunicaciones intra e interprovincial (autopista, carretera nacional IV). Las Cabezas posee unos buenos equipamientos hoteleros, como la Hacienda San Rafael, y un relevante patrimonio histórico-artístico, natural y cultural.
Patrimonio. Del legado artístico de Las Cabezas de San Juan hay que destacar la iglesia de San Juan Bautista, levantada en el siglo XVIII con el pueblo todavía en poder del Conde de Cañete. Ejemplo de templo barroco, es de tres naves y posee retablos de indudable calidad que albergan imágenes religiosas de gran belleza y orfebrería del siglo XVIII. También se puede citar la ermita de San Roque (siglo XVII), reconstruida en su totalidad entre 1955 y 1967. Por último, Las Cabezas cuenta con importantes construcciones de tipo civil erigidas en los siglos XVII y XIX, aunque en un estado de deterioro muy grande. Más modernas son las esculturas al general Riego y al escultor y pintor local Juan Brito.
La población pertenece al Complejo Endorreico de Lebrija-Las Cabezas, declarada como zona protegida a través de la figura de Reserva Natural en 1989. El conjunto lagunar de 23,1 ha está constituido por seis lagunas, situado al pie de la Sierra de Gibalbín: Charrodo, la de Pilón, la de Peña, la Galiana y la Cigarrera (Lebrija) y la de Taraje en las Cabezas. En un paisaje de suaves ondulaciones sobre un terreno impermeable de albariza, las lagunas de esta reserva dependen para su caudal casi exclusivamente de las aportaciones de la lluvia y, por lo tanto, tienen un carácter estacional exceptuando la laguna del Taraje. La franja de vegetación perilagunar está integrada por carrizos, juncos, castañuelas y tarajes. La importancia de la fauna del Complejo reside en las especies de aves acuáticas que habitan en la zona, aun de forma estacional, como el pato colorado, el ánade friso, el pato cuchara, el azulón y de manera esporádica la malvasía y el calamón.
Gastronomía y celebraciones. El municipio ofrece al visitante una rica gastronomía: comida fresca, gazpacho, potaje con berza, pan de kilo, habas heladas, conejo en salsa, sopa de tomate, espárragos revueltos, aceitunas partidas, caracoles con mojiganga, cabrillas con tomate, tortillas de patatas y dulces (roscos amarillos con aguardiente, tortas de pan, arroz con leche, espolea y torrijas). Y fiestas, como las patronales en honor a San Juan Bautista, que se celebra el 24 de junio, la feria entre el 14 y 16 de septiembre y la Romería de San Isidro que tiene lugar a finales de mayo. [ Francisca Ruiz Rodríguez ].
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