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J |
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Décima letra del abecedario español, que en el habla andaluza mantiene un serio coqueteo con la hache y con la equis. Jota de Méjico y jota de México. Jota de Jerez y jota de Xeres. Jota de sherry. Pero, también, jota de Cádiz, incorporada al patrimonio del flamenco por aragoneses o navarros llegados al Sur para reprimir o para apoyar a los liberales. Jota de “jambre” y de justicia, que suena a jaleo y a joropo. Es la que suena y resuena cuando los andaluces se jiñan o juran y perjuran, o se meten un julepe en el cuerpo o un jipío en la garganta. Es la letra de Jaén y la de Jubrique, la de las jarcias en mar adentro y la de las jinetas al rececho del cazador furtivo. Sabe a jamón y a jabugo, a jureles frescos voceados por calles marineras, a jaspe antiguo y a joya de Córdoba. Es un jaque mate resuelto en una miniatura de Alfonso X el Sabio y el galope a caballo tendido de Curro Jiménez, el barquero de Cantillana, un jinete cuya jaca atraviesa la memoria de los ajusticiados. Si esa letra se declinase con las cinco vocales, sonaría una carcajada eterna. Y si se hiciera en silencio con el rajo de la música, tal vez sonaría a jazz. Jota de lejos, jota de juez y de jactancia, de jacaranda con sabor americano y de jazmín que huele a dama de noche sobre el nunca jamás de un verano del Sur. Jota de la obra hospitalaria de San Juan de Dios, de los jesuitas y de los jerónimos. Jota de juntas liberalistas y Junta de Andalucía. Pero la j es también una letra inmensamente poética. Es la j de las jarchas, la estrofa final de los poemas llamados moaxajas, composición original de la Andalucía árabe, la de Ibn Jaldún, Ibn Jaqán e Ibn al-Jatib. Y la jota de Juan Ramón Jiménez, el poeta del nombre exacto de las cosas, el hombre que con más brío y juicio reivindicó el papel de esta humilde letra en “antolojías”, “elejías” y Jardines lejanos que hablaban de su amor por la belleza y que acabó viviendo la Soledad sonora de sus hojas de poesía. Y es la j de San Juan de la Cruz, el preso que escapó de Toledo para descubrir la inspiración en Jaén, puerta de Andalucía que recibía las caravanas entre jarales, jaramagos y juncias. [ Juan José Téllez ]. |
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