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VILLANCICO |
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m. Canción tradicional, generalmente en versos
octasílabos y hexasílabos, formado por un estribillo de dos, tres o
cuatro versos, un cuerpo de copla o mudanza que consiste de ordinario en
una redondilla, y dos versos de enlace con la mudaza y de vuelta al
estribillo. Aunque muchos han querido ver su origen en el llamado zejel
árabe, lo cierto es que el villacinco aparece en la lírica popular
castellana del siglo XV. En un principio, eran composiciones de temática
profana destinadas a cantar los avatares y sucesos del pueblo, y así
aparecen diversos ejemplos en el Cancionero de Estúñiga, en el Cancionero
de la Biblioteca Colombina y en el Cancionero musical de Palacio. No será
hasta el siglo XVI cuando el contenido de las letras comienza a asociarse
con la temática religiosa, y en especial a los festejos de la Navidad. No
obstante, como sistema métrico, independiente de su temática, es uno de
los más utilizados en la lírica española, encontrándose en autores como
Juan del Encina, Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Juan Ramón Jiménez,
Federico García Lorca o, de forma más reciente, Luis Rosales. En el siglo
XIX, el villancico navideño cobra en Andalucía unas características
especiales. En las zambombas navideñas que se realizaban en los patios de
vecinos, los villancicos comienzan a ser aflamencados, utilizando los
ritmos de los romances y las nanas. Surge así el villancico flamenco, que
entronca directamente con palos como la bulería o el tango, y que se
suele acompañar con instrumentos populares, como la zambomba, la
pandereta, el almirez e incluso las castañuelas.
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