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AMAYA, CARMEN |
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(barcelona, 1913-bagur, gerona, 1963). Bailaora y cantaora. Es una leyenda que revoluciona el baile flamenco, a pesar de que nace y crece lejos de Andalucía. De una estirpe de artistas "hija del tocaor Francisco Amaya "El Chino", sobrina de La Faraona, hermana de Paco, Leonor, María, Antonia y Antonio Amaya y casada con Juan Antonio Agüero", Carmen Amaya se inicia desde niña en el baile, en el barrio barcelonés de Somorrostro. Desde entonces, irá actuando en distintos locales públicos de la ciudad condal: Las Siete Puertas, Taberna de El Manquet y el chiringuito La Puerta de la Paz. En sus comienzos, se le conoce con el sobrenombre artístico de "La Capitana". No tarda en dar el salto a primera línea, desde el Teatro Palace de París, donde actúa Raquel Meller, a Barcelona, donde es elogiada por Sebastián Gasch: "De pronto un brinco. Y la gitanilla bailaba. Lo indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne. El tablao vibraba con inaudita brutalidad e increíble precisión. "La Capitana" era un producto bruto de la Naturaleza. Como todos los gitanos, ya debía haber nacido bailando. Era la antiescuela, la antiacademia. Todo cuanto sabía ya debía saberlo al nacer. Prontamente, sentíase subyugado, trastornado, dominado el espectador por la enérgica convicción del rostro de "La Capitana", por sus feroces dislocaciones de caderas, por la bravura de sus piruetas y la fiereza de sus vueltas quebradas, cuyo ardor animal corría pareja con la pasmosa exactitud con que las ejecutaba. Todavía están registrados en nuestra memoria cual placas indelebles la rabiosa batería de sus tacones y el juego inconstante de sus brazos, que ora levantábanse, excitados, ora desplomábanse, rendidos, abandonados, muertos, suavemente movidos por los hombros. Lo que más honda impresión nos causaba al verla bailar era su nervio, que la crispaba en dramáticas contorsiones, su sangre, su violencia, su salvaje impetuosidad de bailaora de casta". No tarda en presentarse de nuevo en Madrid, como primer paso para una gira por España en la compañía de Manuel Vallejo. A partir de su reaparición barcelonesa, la carrera de Carmen Amaya será imparable, desde su actuación en la Exposición Internacional de 1930 a su incorporación al teatro de La Zarzuela con Concha Piquer o Miguel de Molina. Interviene en dos películas, La hija de Juan Simón y María de la O , antes de que la Guerra Civil la sorprenda en Valladolid, en plena gira de su compañía. Se traslada entonces a Lisboa y posteriormente a Buenos Aires, donde debuta junto a Ramón Montoya y Sabicas, en el Teatro Maravillas. Desde 1937 a 1940, se suceden sus actuaciones en Uruguay, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, Argentina, Cuba y México. La escala siguiente es Nueva York, en 1941, desde el Beach Comba al Carneggie Hall. Falta poco para que el presidente Roosevelt la invite a la Casa Blanca y para aparecer en la portada de la revista Life . En Hollywood llega a interpretar El amor brujo de Manuel de Falla, ante 20.000 espectadores, en el Auditorio Bowl. Aparece en numerosas películas: Sueños de gloria , Piernas de plata , Vea a mi abogado , Carmen Amaya y sus muchachos , Las amarguras de un torero , El sombrero de Paraná y Sigan al chico , entre otras. Con sus primeras grabaciones bajo el brazo, regresa a Europa por la puerta grande: Londres "donde posteriormente recibirá la felicitación expresa de la Reina" y París, antes de reaparecer en España, en 1947, con un espectáculo titulado Embrujo español . El resto de su vida transcurre entre giras interminables y nuevas películas: la última, Los Tarantos , de Alfredo Mañas. Aquejada de una afección renal, la última vez que baila es en Málaga. Su muerte congrega al pueblo gitano en Cataluña, en la localidad de Bagur, donde sus restos mortales son inicialmente inhumados, aunque actualmente descansan en Santander, en el panteón de su familia política. Un monumento en Montjuic la recuerda desde 1966. A uno y a otro lado del Atlántico, se suceden los homenajes a su memoria.[ Juan José Téllez ]
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