f. Conjunto de fenómenos derivados de los efectos producidos por las cargas eléctricas, en reposo o movimiento "corriente eléctrica"; se manifiesta por una fuerza de atracción o repulsión entre dos cuerpos cargados y próximos, por chispas y por fenómenos químicos; se produce por frotamiento, presión, calor, acción quimica. Es una propiedad de la materia que se manifiesta en la naturaleza mediante fenómenos como el rayo. Conocidos estos fenómenos desde la Antigüedad, y objeto de estudio para numerosos científicos desde el Renacimiento, la construcción de la primera pila eléctrica por Alejandro Volta en 1800 y la generación de corriente por Faraday en 1831 inician su explotación como forma de aprovechamiento de la energía con múltiples usos, convertida hoy en la forma más generalizada y útil de transporte de energía. La electricidad puede obtenerse a partir de distintas fuentes energéticas, como la hidráulica, la térmica o la nuclear.
Andalucía. La utilización de la electricidad, que en España comienza oficialmente en 1881 con la constitución de la Sociedad Española de Electricidad, pero que se remonta a 1852 si se tienen en cuenta experiencias particulares, se inicia unos años después en Andalucia, a través de pequeñas empresas que aprovechan saltos de agua, orientadas sobre todo a suministrar alumbrado público, dada la debilidad industrial de la comunidad, aunque en Linares, en 1891, ya hay empresas para dar luz a las minas. Hacia 1900 ya tenían alumbrado público 33 localidades andaluzas, aunque no algunas grandes que mantenían el alumbrado a gas. Todavía en 1906 Málaga y Huelva, fieles al gas, carecían de alumbrado público eléctrico. El problema del transporte a distancia comienza a ser superado a partir de 1907, cuando se inaugura la primera línea de alta tensión, que permite llevar electricidad a Sevilla desde el salto de El Corchado, en la provincia de Málaga.
Desde los últimos años del XIX comienzan a proliferar las pequeñas empresas productoras de electricidad, que hacia 1906 son ya nada menos que 141. Al inicio del siglo XX la comunidad no está mal situada en el conjunto español, pues esas empresas aportan casi el 20% de la electridad producida en España "19,3%", es decir, 14,5 millones de kilovatios hora en 1906. Las hay en todas las provincias, pero se destacan Jaén y Málaga, cada una con 24 empresas en esos años, aunque Sevilla con menor número de empresas, ofrece más tamaño medio y más producción. Entre finales del XIX y principios del XX se crean algunas de las empresas llamadas a ser más relevantes, como Sevillana de Electricidad (1894), en la que aparece capital foráneo, Hidroeléctrica del Chorro, en Málaga (1903), o Mongemor (1904), en tierras jiennenses.
El número de estas empresas sigue subiendo y a principio de los expansivos años veinte asciende a 276, casi el doble que quince años antes. Por entonces disponen de luz algo menos de la mitad de los municipios andaluces, 333, entre ellos la mayoría de los de Jaén "80" y Sevilla. Ese crecimiento no impide que, paralelamente, se vayan configurando algunas grandes empresas eléctricas, con actividad supracomarcal, caso de Sevillana de Electricidad, muy activa siempre en la incorporación de pequeñas empresas, las malagueñas Hidroeléctrica del Chorro y Santa Teresa de Taillefer, Mongemor o Hidroeléctrica del Genil, que comienzan a construir y explotar grandes centrales hidroeléctricas que requieren importantes inversiones. Hacia el final de la década, en 1928, se alcanzan las 393 empresas eléctricas en Andalucía, en tanto son 388 los municipios con luz eléctrica. Luego llegan años mas difíciles, de crisis económica, y comienza a reducirse el número de empresas del sector. La calidad del servicio no es "comparativamente" alta, y muchos ayuntamientos, además, tienen dificultades para pagar. Durante el periodo republicano, no sólo disminuye el número de empresas, lo peor es que la comunidad avanza poco y apenas aporta ya el 12,9% de la producción eléctrica española, muy por bajo de lo que supone la población andaluza. También en consumo nos vamos rezagando.
La posguerra es una etapa de muchas dificultades, de restriciones y autarquía, en la que producción y consumo retroceden en tanto prosigue el proceso de absorción entre empresas del sector y se va destancado Sevillana de Electricidad, que en 1951 absorbe a Mongemor y queda en los sesenta casi sola en el mercado andaluz. Si todavía a la altura de 1950 la casi totalidad de la producción eléctrica andaluza es de origen hidráulico, desde mediados de los cincuenta se incrementan las centrales térmicas, de más capacidad, y en quince años se invierte la situación, dominando la producción térmica, situación que se mantiene ya en el siglo XXI, pues Andalucía queda al margen de la construcción de centrales nucleares de los años setenta. Desde los años sesenta Sevillana de Electricidad hegemoniza el mercado, aunque se mantienen algunas empresas locales, como Eléctrica de Cádiz, creada en 1928, con mayoría del capital en manos del Ayuntamiento local. En esa tesitura, a mediados de los noventa, cuando concluye el siglo XX, se produce la compra de Sevillana por Endesa, mientras en la comunidad proliferan los proyectos de construcción de centrales de ciclo combinado "gas y carbón" para producir electricidad y se fomentan nuevas fórmulas de producción de electricidad a partir de energías como la eólica, la solar o de la biomasa, por el momento con baja incidencia. [ Antonio Checa Godoy ].
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