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AURELIO |
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(cádiz, 1887-1974). Cantaor de nombre Aurelio Sellés Nondedeu, también conocido como Aurelio de Cádiz o El Tuerto Aurelio. Cualquier investigación en la vida y obra de este cantaor gaditano nos puede llevar a la conclusión de que en pocos casos como en el suyo la contradicción cobra un carácter tan positivo. Nadie diría, si no se supiera quién es, que tras esos apellidos suyos se esconde el sólido puente que une el cante antiguo de Cádiz, el de los legendarios Enrique El Mellizo o Paquirri El Guanté, con la riquísima expresión cantaora que abarca toda la segunda mitad de un siglo, el XX, que él vive tan largamente y del que su figura se enseñorea de una forma tan brillante. A pesar de esos apellidos "sus padres eran oriundos de Alicante" y de ser payo, Aurelio habría de nacer un cuatro de noviembre en el número tres de la calle Santa María del barrio del mismo nombre, un lugar que en Cádiz es sinónimo de flamenco y la cuna de tantos artistas antiguos y contemporáneos. Es el menor de veintidós hijos y en su familia sólo existe un precedente cantaor, uno de sus hermanos mayores que pasa a la posteridad con el nombre de Chele Fateta. Aurelio, sin embargo, sí tuvo la suerte de ser coetáneo de artistas fundamentales como El Mellizo y, sobre todo, es habitante de un barrio en el que, en esos años, el flamenco era una forma de vida, así como los toros, debido a la cercanía del coso gaditano por entonces enclavado en el cercano Campo del Sur. No es de extrañar, pues, que el joven Sellés "como tantos otros, incluido el propio Mellizo" probara suerte en su juventud con las lides taurinas. En este mundo "donde fue conocido como "El Rabaílla", primero, y luego como "El Gaditano"" no habría de tener demasiada suerte, ni siquiera en su intentona en tierras americanas, adonde viajaría de polizón a bordo de un buque llamado "Montserrat" que, aunque tenía México por destino, lo desembarca en Cuba. El dinero necesario para salir de la isla caribeña "otra de las paradojas de su vida o cosas del mismo destino" lo tiene que reunir cantando, algo que seguramente no entraba en sus cálculos, pero para lo que ya parecía estar más que preparado. Sin embargo, según documenta Fernando Quiñones, la vocación y convicción cantaora no le llegaría a Aurelio hasta 1901. Sería en un pueblecito de Huelva donde tiene su primera actuación pública, una actuación que habría de ser de las pocas que se conocen, dado que "como es sabido" el cantaor siempre se niega a una carrera profesional de tablaos y escenarios y elige a cambio la atmósfera de la reunión de cabales en las que desarrolla casi la totalidad de su vida artística. Tan sólo se le conocen unas cuantas excepciones, cuando es invitado en Londres a las fiestas de coronación de Isabel II y en el viaje inaugural del buque "Covadonga" a América. También efectua una gira con Pastora Imperio durante los años 1925 y 1926 "dicen que por puro compromiso" y pasa una temporada en Madrid actuando en colmaos tales como Los Gabrieles o Villa Rosa en compañía de las grandes figuras de la época. Otra rareza de este orden es su aparición en la película Duende y Misterio del Flamenco , de Edgar Neville. Salvo esas excepciones y algunas escapadas, Aurelio siempre elige Cádiz como residencia, su barrio de Santa María con casa en la calle Sopranis, a la que nunca cesan de llegar proposiciones de carácter profesional que él desatendía impasible, aunque sí que accedería a la llamada de aficionados cabales o aristócratas a cuyas peticiones gustaba acceder de tanto en tanto, lo que le llevaría a visitar una buena cantidad de países: Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Cuba, Estados Unidos, etc. Tampoco es Aurelio hombre de certámenes, aunque forma parte del jurado del Concurso Nacional de Córdoba en sus primeras ediciones, y su discografía es asimismo escasa. Siempre hay que destacar una legendaria grabación para el sello Polidor en 1929, realizada en discos de pizarra de 78 r.p.m. que hoy se encuentra descatalogada y que exige una inmediata reedición. Existen otras posteriores para Hixpavox y Columbia, pero hoy tan sólo se puede encontrar una grabación suya acompañado por el maestro Ramón Montoya recogida en El Cante de Antaño. Arte Flamenco. Volumen IV . Quizás en este carácter y trayectoria resida la razón de su gran valor cantaor y de su impagable magisterio.[ Fermín Lobatón ].
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