|
ENRIQUE EL MELLIZO |
VOLVER |
|
(cádiz, 1848-1906).
Cantaor. Nombre artístico de Francisco Antonio
Enrique Jiménez Fernández. El apodo inicial tiene que ser el de Enrique
el del Mellizo, ya que su padre lo era, pero él no. Puntillero en la
cuadrilla de Manuel Hermosilla y matarife del matadero de Cádiz, apenas
sale de su ciudad natal, donde cantaba en los cafés de La Jardinera, La
Filipina y el del Perejil. Su apariencia, a partir de la única fotografía
suya que se conserva, lleva a que Fernando Quiñones le calificara como
"una especie de
sheriff
tuberculoso". Pasaba por ser extravagante y
depresivo, un paseante solitario que entraba en los templos para oír el
órgano o los cantos gregorianos. Su leyenda apunta a que llegaba a
cantarle a los locos del manicomio de Capuchinos, en el gaditano Campo
del Sur, donde también le cantaba a veces al mar como único espectador.
Nunca llega a grabar, pero su magisterio es reconocido por los
aficionados y crea una malagueña doble que algunos críticos relacionan
con los cantes litúrgicos: "Es, sin duda, la malagueña más próxima al
cante gitano, y desde luego la que más cantan los gitanos. Martinetes,
siguiriyas, soleares, tangos" En todos los cantes que recrea o
interpreta, pone Enrique el Mellizo como un toque de magia y deja huella
profunda, huella de maestro, por la que en adelante transitarían muchos
grandes cantaores", escribe Ángel Álvarez Caballero. Consagra la soleá de
Cádiz, sobre las aportaciones de Paquirri El Guanté y convierte el cante
por alegre que se usaba principalmente para bailar en las alegrías para
escuchar. No falta quien le atribuye la creación de la saeta por
seguiriyas, que le cantaba al Nazareno desde los balcones que hacían
esquina entre las calles Mirador y Botica. Cuentan que Manuel Torre lloró
la primera vez que le escucha cantar. Casado con Ignacia Espeleta y
Ortega, perteneciente a otra gran dinastía de cantaores, tiene tres
hijos: Antonio, Enrique y Carlota.El mayor, Antonio, a juicio de Fernando Quiñones
"heredó de su padre, amén del sobrenombre artístico, la amplitud
repertorial y el enciclopedismo de saberes flamencos". Su hermano
Enrique, conocido en el cante con los nombres de Hermosilla y El
Morcilla, por el torero sanluqueño que le apadrina, no era largo pero su
calidad parece constrastada. Y Carlota destaca como saetera.En las generaciones siguientes aún hay otros
descendientes de menor entidad flamenca pero de indudable gracia como
Antonio El Morcilla, hijo de Enrique, que se exilia a Argentina tras la
Guerra Civil española.
|
|