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IMPERIO, PASTORA |
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(sevilla, 1888-madrid, 1979).
Nombre artÃstico de la bailaora Pastora Rojas Monje.
Hija de Rosario la Mejorana, hereda el braceo de su madre, quien, sin
embargo, se opone a que se dedique al baile. Cuenta con apenas 11 años,
cuando su familia se traslada a Madrid, a un domicilio situado frente al
café de la Marina, en el que empieza a triunfar Pastora Pavón, La Niña de
los Peines, a la que escucha cada vez que puede. Toma sus primeras
lecciones de baile en la academia de Isabel Santos y, vencida la
oposición familiar, debuta en el salón El Japonés, en 1904, junto a El
Vito y a otra niña, Mariquita la Roteña, donde recita, canta o incluso
baila jotas. Pasa posteriormente al Actualidades, donde populariza una
farruca y un garrotÃn creado por La Malagueña. La leyenda atribuye su
nombre artÃstico al propietario del salón Japonés, que pone a las niñas
el nombre de las Hermanas Imperio, pero también se le imputa a Jacinto
Benavente, quien habrÃa exclamado viéndola bailar algo asà como "vale un
imperio la niña". Lo cierto es que Benavente dice de ella que era "la
escultura de una hoguera": "Su carne arde con el fuego de la eternidad y
su cuerpo es el pilar de un santuario, palpitante como si se consumiese
en la llama sagrada [...]. Cuando vemos a Pastora Imperio, la vida parece
más intensa". En 1912 actúa en el prestigioso teatro Romera. Su fama es
inmediata y atrae a otros intelectuales de la época como Ramón Pérez de
Ayala: "Era entonces una mocita, casi una niña, cenceña y nerviosa. SalÃa
vestida de rojo: traje, pantaloncillos, medias y zapatos "la recordaba".
En el pelo flores rojas. Una llamarada. Rompió a bailar. Todo era furor y
vértigo; pero al propio tiempo, todo era acompasado y medido. Y habÃa en
el centro de aquella vorágine de movimiento un a modo de eje estático
apoyado en dos puntos de fascinación, en dos piedras preciosas, en dos
enormes y encendidas esmeraldas: los ojos de la bailarina. Los ojos
verdes captaban y fijaban la mirada del espectador. Entre niebla y mareo,
como un éxtasis báquico, daba vueltas el orbe en redor de los ojos
verdes". Su trayectoria escénica pasa por el Madrid Cinema, el teatro
Maravillas "donde aparece junto a La Argentinita" o el teatro de La
Latina, dentro de un cuadro flamenco de una obra teatral llamada
Gitanos
. Su arte viaja desde el salón Imperial de su Sevilla
natal a la sala Imperio de Barcelona. En 1914, viaja por primera vez a
ParÃs y, luego, recorre América, desde Cuba a Argentina, pasando por
México. Casada con el torero Rafael el Gallo, ya ambos en plena fama, su
matrimonio es breve, aunque nunca trascienden los motivos de su
separación. Al frente de su compañÃa, realiza numerosas giras por Europa
y América, destacando
El amor brujo
, del que interpreta dos versiones. La primera es
escrita para ella por Manuel de Falla, pero su estreno en 1915 apenas
despierta interés. Sin embargo, 19 años después, vuelve a participar en
una nueva y exitosa versión de este libreto, junto a La Argentina,
Vicente Escudero y Miguel de Molina. En 1917, actúa ante los reyes de
España y en 1928 se retira durante varios años. Reaparece en escena hacia
1933, en un teatro madrileño y sobrada de peso. Ramón Gaya la ve entonces
y comprende que "Pastora es irrepetible, no en la medida que es
irrepetible algo, sino alguien". A decir de Pilar López, tenÃa tal
empaque que "se ponÃa una bata y era un monumento". Durante la posguerra,
entre 1942 y 1954, dirige la venta La Capitana, propiedad de su yerno, el
torero Gitanillo de Triana. En 1946 vuelve a bailar con la compañÃa de
Pilar López y en 1958 y 1959 se despide del público, con un espectáculo
estrenado sucesivamente en Madrid y Barcelona. A partir de 1964, dirige
su propio tablao en Madrid, El Duende, que en rigor también era propiedad
de su yerno y por el que pasan numerosas figuras de su tiempo. También
dirige Los Monteros, en Marbella, pero no vuelve a bailar en público. Su
baile merece el aplauso expreso de Antonio Machado, los hermanos Ãlvarez
Quintero, Ramón MarÃa del Valle-Inclán, Francisco Villaespesa o Mariano
Benlliure. Aunque DÃaz de Quijano señala que era "cortÃsima en el baile",
históricamente se le considera una de las grandes innovadoras del arte
flamenco, al generalizar la bata de cola y su forma de mover los brazos
como modelo de ese braceo suyo de herencia materna. La pinta Julio Romero
de Torres y la elogia apasionadamente el antiflamenquista Eugenio Noel.
Participa en numerosas pelÃculas, como
La danza fatal
(1914),
La reina de una raza
(1917),
MarÃa de la O
(1936),
La marquesona
(1940),
¡Canelita en Rama!
(1943),
El amor brujo
(1949) y
Duelo en la Cañada
 (1959). Abuela de la actriz Pastora Vega, muere
con noventa años como consecuencia de un paro cardÃaco. En vida, se le
conceden el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica y numerosos
galardones flamencos.
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