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MILLARES, CULTURA DE LOS |
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Entre el 3000 y el 2200 a.C. se desarrollaría esta cultura definida por Luis Siret tras sus excavaciones en el poblado epónimo en 1891-1892 y gracias también a la articulación de los resultados obtenidos en dichas excavaciones con los alcanzados en yacimientos (poblados y sepulturas) ya conocidos por sus intervenciones anteriores y en los que, al menos en determinados niveles, se habían documentado evidencias relacionadas con la metalurgia. Para Siret esta cultura se debería a colonos orientales llegados en búsqueda del metal, hipótesis que, aunque criticada desde principios del siglo XX y matizada sucesivamente en lo que respecta al origen de los presuntos colonos, permanecerá hasta bien avanzados los años ochenta, cuando las dataciones de C-14 y especialmente la calibración y nuevas orientaciones teóricas pondrán un mayor énfasis en el desarrollo autóctono, revalorándose su conexión con una Cultura de Almería del Neolítico Reciente, siempre puesta en cuestión, y su significado en la investigación del origen de la desigualdad social en el sur de la Península Ibérica. El principal problema, sin embargo, es la definición de los rasgos que la caracterizarían, los elementos sin los cuales no se podría considerar que un determinado poblado o área geográfica se integran en la Cultura de Los Millares. Tradicionalmente reducidos a estructuras como las fortificaciones con torres y bastiones redondeados o los sepulcros de corredor con cámara cubierta de falsa cúpula o a generales rasgos de cultura material mueble como las formas cerámicas abiertas, la investigación posterior ha demostrado la extensión de estos elementos fuera del área tradicionalmente adscrita a esta cultura, las áreas costeras de Almería y Murcia y los altiplanos del este de la provincia de Granada. Por ello hoy, aun en ausencia de estudios tipológicos completos publicados sobre la cerámica u otros elementos, se tiende a buscar elementos más concretos en la delimitación, reseñados por F. Molina en lo que respecta a la importancia de la difusión de cerámicas de lujo como la cerámica gris o naranja o estilos concretos de campaniforme inciso. En cualquier caso, lo que subyace en esta discusión es un problema terminológico, la escala de similitud a la que el término cultura debe ser aplicado. En este sentido, se reserva el término de 'Cultura de los Millares' para estas similitudes en el ámbito regional, el Sureste en sentido estricto, durante el III Milenio a.C.; se tiende a usar la expresión 'Grupo Arqueológico de Los Millares' para la zona dominada por el poblado epónimo en la que las diferencias entre los yacimientos englobados se deben a diferencias sociales (centro y yacimientos dependientes, necrópolis central destinada a la exhibición del poder y necrópolis periféricas destinadas a marcar el territorio sobre todo, etc.), 'Subgrupo Arqueológico? para el conjunto del poblado de Los Millares con su necrópolis aneja y los fortines que lo defienden y ?Horizonte arqueológico de Los Millares-Vila Nova de Sâo Pedro' para referirse al contexto de agudización de la diferenciación social que es expresado, entre otras cosas, en la difusión de las fortificaciones, el ritual de enterramiento colectivo y la metalurgia, un mundo que, en la investigación de finales del siglo XIX y principios del siglo XX fue atribuido erróneamente a colonos orientales, y que después fue relacionado con otros condicionantes del desarrollo desde la presión climática o demográfica al proceso de acumulación desigual de riqueza. Durante este periodo en la cerámica se produce una mejora de la calidad técnica que, sin embargo, no va acompañada de una alta calidad estética, a excepción de determinados recipientes de lujo como la cerámica simbólica (decorada con animales, soles y otras figuras), las denominadas cerámica naranja y gris, y, obviamente, la campaniforme. En la cerámica común predominan los platos, fuentes y cazuelas de forma simple, a veces con el borde engrosado, orzas y ollas de tamaño medio y algunos recipientes con cuello encontrados sobre todo en las tumbas. La producción en arcilla también incluye los famosos cuernecillos, interpretados ya sea como partes de la cubierta de hornos o como pesas de telar. Otras labores artesanales destacables están también relacionadas, como la fabricación de otros bienes de prestigio como ídolos, adornos, etc., pero también instrumentos en piedra pulida (hachas, azuelas, etc.), elaborados a veces sobre materiales de procedencia externa, documentándose en la necrópolis de Los Millares marfil y cáscaras de huevos de avestruz. [ Juan Antonio Cámara Serrano ].
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