El proceso de decadencia almorávide a comienzos del siglo XII va a permitir que un nuevo movimiento de reforma, religioso y político, consolide el poder musulmán en el occidente del Mediterráneo. Este movimiento, denominado como los almohades, "los unitarios", defienden una purificación del Islam basándose en el concepto del tawhid , la unicidad divina y una reforma de las costumbres. Proceden de los Masmuda, una tribu sedentaria cercana al Atlas marroquí. La estructura política, fuertemente jerarquizada, les permite llegar hasta la Península Ibérica. Aquí, a partir de 1147, detienen el avance cristiano que amenazaba directamente a la Andalucía árabe. Tras el gobierno del califa Abd al-Mumin (1128-1163) * , las épocas de sus sucesores Abu Yaqub Yúsuf * (1163-1184) y Abu Yúsuf Yaqub * (1184-1199), supondrán para al-Ándalus un nuevo momento de esplendor. Mientras la dinastía y el Imperio, que llegaba desde Despeñaperros al Sahara, experimentaban un proceso de andalusización, los artistas y literatos almohades plasman toda una serie de manifestaciones culturales que parten de unos presupuestos de sobriedad y originalidad. La mezquita aljama de Sevilla, con su alminar, antecedente directo de la Giralda puede ser un ejemplo. Los dirhemes almohades, la moneda del comercio internacional de la época reflejan el poder del Imperio. Los hombres de ciencia de la corte almohade, como Ibn Tufayl de Guadix * , Averroes * o los Avenzoar * , llevan a su culmen el saber del Occidente árabe medieval en todos los campos.
Los máximos dirigentes almohades adoptan el título de Emir de los Creyentes, rompiendo la ficción de un reconocimiento del califa abbasí de Bagdad como máxima autoridad de todo el Islam. Sus planteamientos son de tipo universalista y exclusivista. La tendencia de su gobierno es copar los puestos importantes de la administración por miembros de la familia real con representantes de los tolba u hombres de religión en cada ciudad. Por otro lado defienden, aunque no lo aplican en la práctica, la desaparición de cristianos y judíos de su territorios. Se da sin embargo en su tiempo un gran nivel cultural, gracias a la protección de grandes figuras por parte de los califas. También aseguran una etapa de tranquilidad en el Occidente del Islam, lo que se plasma en una intensa actividad económica y comercial, basada en el comercio de la sal, el oro y los esclavos y asentada en los grandes núcleos urbanos. El más alto nivel de la cultura de la Andalucía árabe hace que personajes del al-Ándalus de aquel tiempo, desde los filósofos a los médicos o los altos funcionarios, constituyeran los grupos dirigentes de todo el Imperio. Este hecho se verá reforzado al final de época almohade, en el siglo XIII, con la emigración hacia el norte de África que tiene lugar tras la conquista del Valle del Guadalquivir por Fernando III de Castilla * .[ Rafael Valencia ]
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