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AVERROES

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(córdoba, 1126-marrakech, marruecos, 1198). Se trata, sin ninguna duda, del personaje nacido en el actual territorio de Andalucía que más influye en la historia de la Humanidad. Su nombre era Abu-l-Walid Muhammad b. Ruxd, pero se le conoce por la denominación que le dan las traducciones de sus obras al latín, realizadas durante la Baja Edad Media, Averroes. Nace en Córdoba en 1126, en el seno de una familia de jueces. Su abuelo, homónimo suyo, había sido juez de la antigua capital del califato omeya entre 1117 y 1119 y queda como una autoridad en derecho malikí * , conservándose una extensa recopilación de dictámenes jurídicos redactados por él. Años más tarde, Averroes, conocido en las fuentes contemporáneas como "el Nieto", desempeña este cargo en su ciudad natal y Sevilla. Posiblemente su estirpe era de origen hispano, convertida al Islam siglos antes, momento en el que adoptan la denominación Ruxd , relacionada con la idea de la ortodoxia musulmana. En el momento de su nacimiento gobernaban el occidente del mundo árabe-musulmán los almorávides * , cuyo imperio se extendía a ambos lados del Estrecho de Gibraltar. Tras un amplio periodo de estudios en Córdoba y otras ciudades andaluzas, durante los que demuestra una memoria prodigiosa, se convierte en uno de los más prestigiosos maestros del país, destacando también en medicina. En su infancia, Averroes aprende el Corán y estudia a fondo la lengua árabe, especialmente a través de los grandes poetas clásicos. Más tarde, prosigue con estudios de derecho y se interesa también por la medicina. Uno de sus maestros cordobeses dentro de este último campo será el que le ponga en contacto con la filosofía griega.

En 1153 se traslada a Marrakech para hacer algunas observaciones astronómicas y trabajar con su maestro, Ibn Tufayl de Guadix * . Este le induce a dedicarse al comentario de las obras de Aristóteles. En 1157 el príncipe almohade Abu Yaqub Yusuf es nombrado gobernador de Sevilla. Allí cuenta con un círculo de relaciones en el que se incluyen una serie de científicos y literatos como Ibn Tufayl o el médico Avenzoar y posiblemente Averroes. En este tiempo ya comienza a escribir sobre medicina y filosofía.

En 1168, al ser presentado ante él, el ya califa almohade Abu Yaqub Yusuf *  le hace oficialmente el encargo de comentar las obras de Aristóteles, a instancias de Ibn Tufayl. Los textos de la época conservan la escena. El dirigente almohade le pregunta acerca de las opiniones de los filósofos sobre la eternidad del mundo. La Filosofía era considerada entonces, en muchas ocasiones, como una ciencia no musulmana y, por lo tanto, sospechosa antes los ojos de algunos hombres de religión. En un primer momento Averroes calla, pero el mismo califa empieza a exponer las opiniones que le solicitaba y el filósofo cordobés continúa con la discusión. Al año siguiente es nombrado juez de Sevilla y en 1180 el califa lo eleva a la dignidad de juez de Córdoba, el puesto de más alto prestigio del Islam andaluz de aquel momento. Al jubilarse su maestro Ibn Tufayl, dos años más tarde, es designado médico de la corte almohade.

El acceso al trono almohade del califa Abu Yusuf Yaqub * en 1184 no supone en principio cambio alguno para Averroes, que sigue desempeñando sus puestos oficiales y la redacción de obras filosóficas y de medicina. Resulta sorprendente la actividad como pensador que puede realizar, con desplazamientos constantes entre Marrakech ­­­­­­­­­­­(donde actuaba como médico), Sevilla, que debía ocupar la mayor parte de su labor como juez, y Córdoba, donde debía contar con la biblioteca familiar y el material necesario para sus trabajos. En 1194 un grupo de cordobeses le acusa ante el califa almohade de una supuesta irreligiosidad. En realidad subyace la envidia por la alta posición que había alcanzado, su prestigio y su ascendencia ante el poder político. Sin embargo, al año siguiente Abu Yusuf se desplaza hasta Andalucía y trata a Averroes con deferencia, haciéndole participar en la ceremonia que en la mezquita de Córdoba celebra la victoria de los almohades sobre Alfonso VIII *  de Castilla en la batalla de Alarcos, que tiene lugar el 18 de julio de 1195. A pesar de todo esto, dos años después cae en desgracia, junto con otros personajes, por su actividad como pensador, y es desterrado a Lucena, al tiempo que se queman sus libros. Gracias a la intervención de algunos dirigentes sevillanos, el califa lo rehabilita, llamándolo a Marrakech, donde recupera su posición. Allí muere el 11 de diciembre de 1198, siendo trasladado su cuerpo más tarde a Córdoba, donde será enterrado en el panteón familiar. La leyenda cuenta como sus restos mortales hacen el viaje desde el Atlas a las orillas del Guadalquivir a lomos de una acémila, usándose sus libros como contrapeso.

Ciencia y filosofía. De las obras escritas por Averroes, que llegan casi al centenar, se pierde una parte en su original árabe, aunque las conservamos en las versiones latinas o hebreas que se realizan de sus trabajos en las escuelas de traductores del siglo XIII. Figuran entre ellos textos jurídicos, astronómicos o de medicina. Las primeras obras, realizadas a partir de 1159, son resúmenes que intentan condensar, en un primer acercamiento, el pensamiento aristotélico. De esta forma se ocupa de la Física , de los Metereológicos o del Órgano de Aristóteles que resume en Lo necesario de la Lógica . Tres años después redacta un comentario de la obra de Algacel sobre derecho musulmán. Entre 1163 y 1169 da fin a una primera redacción del Kulliyat o Libro de las generalidades de la Medicina . Esta obra, también conocida por su título latino, el Colliget , será usado como libro de texto en las primeras universidades europeas y se halla más cerca de la medicina renacentista que de la griega clásica. En ella reúne los conocimientos médicos de su tiempo en las siete partes de las que consta la obra: anatomía, fisiología, patología, diagnosis, materia médica, higiene y terapéutica.

Pero lo más señalado de su producción entra dentro del campo de la filosofía y comenzará, de forma más relevante, a partir del encargo que le hace el califa almohade en 1168, con los comentarios medios o paráfrasis del corpus de Aristóteles. Antes de 1177 realiza un comentario al Órgano , que incluía la Retórica y la Poética , el comentario intermedio de la Metafísica , la Ética a Nicómaco y comienza el de la República  de Platón. Con estas obras devuelve a la Europa medieval el pensamiento del filósofo griego, aumentado con el esfuerzo del mundo árabe clásico y el del propio Averroes. Una figura como Tomás de Aquino, y tras él la Europa del Renacimiento, resulta ininteligible sin el cordobés.

A partir de 1180 Averroes compone algunas obras originales que caen fuera de los comentarios aristotélicos. Se trata de El tratado definitivo en el establecimiento de la armonía entre la religión y la filosofía o La investigación de las vías de las pruebas de las creencias religiosas , una teología dirigida a los creyentes musulmanes. Pero la obra más representativa de este apartado quizás sea el Tahafut at-tahafut , la Destrucción de la destrucción o Refutación de la refutación , que hace referencia a la obra de Algacel Destrucción de los filósofos . En esta obra Averroes estudia en ella la filosofía de Avicena y las opiniones de Algacel en contra de los filósofos. En el mismo periodo procede a los grandes comentarios de Aristóteles, cuyas obras comenta ahora párrafo por párrafo, siguiendo el modelo establecido en la cultura árabe para la exégesis del texto coránico, lo que le da pie a aportar sus opiniones. De este modo redacta la Física , la Metafísica y los tratados Acerca del cielo y Acerca del alma . Entre 1192 y 1194 compone una serie de tratados médicos comentando a Galeno y revisa obras anteriores.

Antecesor del Renacimiento.  Para calibrar en su justa medida el significado de la figura de Averroes hemos de pensar que la época que le toca vivir al filósofo cordobés, el siglo XII, presentaba en el área del Mediterráneo un amplio conjunto de datos que podemos enmarcar en una dinámica general de enfrentamiento entre culturas o civilizaciones. En vida de Averroes se van a producir la segunda y la tercera cruzadas, las expediciones de los monarcas europeos a Tierra Santa, entre cuyos objetivos estaba la obtención de una ruta comercial hacia el Lejano Oriente, aparte de obtener los lugares en los que predica el Mesías para la Cristiandad. En la Península Ibérica se suceden las luchas entre los reinos del Norte y el poder árabe asentado en Andalucía, roto ya el equilibrio establecido por el Califato omeya, tras la incorporación de Toledo a la Corona de Castilla en 1085. Esta dinámica va a continuar durante el siglo XIII. Y sin embargo, los enfrentamientos no van a impedir la existencia de una profunda red de intercambios de todo tipo. Es precisamente durante el siglo XIII cuando se produce uno de los fenómenos más apasionantes de la historia mediterránea: la transmisión del conocimiento científico y técnico desde lo que había sido el mundo avanzado durante la Alta Edad Media, el entorno del Islam, hacia el Occidente que empezaba a despegar, hacia la Europa que preparaba el Renacimiento.

Abu-l-Walid Muhammad b. Ruxd va a vivir la penúltima época dorada de al-Ándalus, antes de la eclosión final de la Granada nazarí. El pensador cordobés conoce el tiempo en que el Mediterráneo occidental se gobernaba desde el palacio de los califas en Marrakech o desde la residencia de sus gobernadores en Sevilla. No sólo el intercambio de productos que venían desde Europa, Egipto u Oriente pasaban necesariamente por los puertos de Almería o Málaga. La cultura humana de vanguardia, en aquellos momentos, se producía a la sombra de la antigua mezquita omeya de Córdoba o las madrasas o universidades andaluzas y magrebíes, amparadas en los corros de enseñanza que se multiplicaban en los grandes oratorios del Occidente musulmán. Cuando las universidades europeas todavía empezaban a funcionar, la de Bolonia será fundada en 1157 y la de Oxford seis años más tarde, los patios de las mezquitas de al-Ándalus acogían a los más prestigiosos maestros de todo el mundo conocido. En Filosofía, Matemáticas, Química, Astronomía y todas las ciencias que componían el saber de aquel tiempo.

A esta época dorada que supone el califato almohade responde la figura y la obra de Averroes. El alto nivel alcanzado por la sociedad andaluza de su tiempo se ve reflejado en cada una de sus páginas. Sus trabajos, y los de sus contemporáneos, resumen la altura alcanzada por el pensamiento, la ciencia y la técnica de al-Ándalus y el Magreb. En un momento en que la frontera entre civilizaciones no pasaba por el Estrecho de Gibraltar, en que sus dos orillas formaban parte, como había sucedido en otros períodos históricos, del mismo país. Sus posicionamientos corresponden a los de un intelectual plenamente ortodoxo, inmerso en la cultura musulmana medieval y la herencia mediterránea y que cuenta con la protección del califa almohade, lo cual le permite expresar sus ideas con un amplio margen de libertad.

En este contexto, Averroes no se limita a realizar un mero comentario de las obras aristotélicas. Su esfuerzo personal y el de la colectividad en la que vive, la Andalucía árabe, se ven reflejados en cada uno de sus trabajos. Estos son traducidos a diferentes lenguas en el proceso de transmisión de conocimientos desde el mundo árabe a Europa al que antes hemos hecho referencia. El Occidente de la Baja Edad Media, el Renacimiento, es incomprensible sin la obra de Averroes, y de tantos otros personajes del Islam medieval. Una de las bases de la cultura europea, Tomás de Aquino (1224-1274), por no hablar de su maestro Alberto Magno (1206-1280), no hubiese resultado posible sin el corpus averroístico. A partir del pensamiento árabe medieval se lega a la Europa del siglo XIII la cultura mediterránea clásica.

Éste es, creemos, en definitiva el gran significado de Averroes, que se proyecta hasta nuestros días. En una concepción de la historia no cerrada. En la perspectiva del fenómeno mediante el cual la filosofía clásica, incorporada a la cultura común del Mediterráneo, enriquecida con el esfuerzo de la civilización árabe, pasa a Europa en la época a la que nos referimos. Se trata, ni más ni menos, de comprobar otra vez cómo la marcha de la Humanidad no es posible verla de una forma parcial, en civilizaciones divergentes y enfrentadas y desarrollándose en círculos aislados.

Pero si hay algo que destacar de Averroes en último extremo, es su espíritu crítico, que le lleva a no seguir a nadie, ni al mismo Aristóteles, a ciegas. Para él lo importante es el raciocinio humano: ésta es su gran aportación al pensamiento europeo y de la Humanidad. Junto a este dato sobresale su enraizamiento en la cultura andalusí y a la Andalucía en la que vive, a la que dedica elogios continuos. Esto no le impide ser universal en el sentido de que sus planteamientos consideran, en una civilización árabe occidental en pleno apogeo, a todo el género humano en su conjunto. Por ejemplo, algunos de sus planteamientos como pensador político podemos considerarlo como plenamente actuales. Como cuando defiende la existencia de una serie de normas naturales comunes a toda la humanidad, que son necesarias en cualquier colectivo, y leyes particulares que varían de una cultura a otra. En el mismo sentido propugna la necesidad de no limitarse a actuaciones prácticas, como hacen algunos gobernantes, sin atender a principios generales ineludibles.[ Rafael Valencia ].

 

 
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