(sevilla, 1881-madrid, 1930). Escritor y ganadero. Fernando Villalón-Daóiz y Halcón nace en Sevilla el 31 de mayo de 1881 en el hogar de una familia aristocrática y hacendada. Es el hijo primogénito de Andrés Villaón-Daóiz y Torres de Navarra, conde de Miraflores de los Ángeles, y de Ana Halcón y Sáenz de Tejada, hija de los marqueses de San Gil. Su infancia transcurre en los campos de Morón de de la Frontera, entre toros, caballos, garrochistas y cazadores, una absoluta libertad campesina que se verá posteriormente reflejada en su obra.
A los nueve años es enviado como alumno interno al colegio jesuita de San Luis Gonzaga, en El Puerto de Santa María, donde coincide en 1893 con Juan Ramón Jiménez, quien tiene su misma edad. Desde entonces serán amigos. El internado corta de cuajo toda aquella libertad de la vida de campo por la que Fernando Villalón respiraba desde niño. Es significativa la dedicatoria que hace a Juan Ramón Jiménez al publicar en 1929 sus Romances del 800 : ?A JRJ, en recuerdo de nuestra niñez encarcelada en los jesuitas del Puerto?. Estudia Derecho en Sevilla, pero abandona cuando está a punto de acabar la carrera. El campo le llama y, a partir de 1904, comienza su profesión de ganadero. Durante muchos años se dedica exclusivamente a la compraventa y crianza de toros y novillos. Tras la muerte de sus padres (entre sus 32 y sus 35 años) hereda fincas, solares y casas y continúa su labor ganadera. Su vida es la de un alegre señorito andaluz, de vida divertida y disoluta aunque siempre elegante, respetuoso y nada altanero. Su perfil encaja de forma natural en el del ?andaluz tan claro, tan rico de aventura? que vio Lorca en Ignacio Sánchez Mejías * , diestro al que Villalón conoce en Sevilla en los círculos taurinos y ganaderos. Fue muy querido en el mundo de los toros, por su desbordante personalidad y sus excentricidades. Hacia los treinta años había comenzado a desarrollar también su afición por el ocultismo y por escribir versos. En Sevilla, donde se ha comprado casa y ha conocido a la que será su novia, Concepción Ramos Ruiz, contacta con los poetas de Mediodía * , revista donde Villalón publica entonces uno de los poemas del que será su primer libro, Andalucía la Baja , que se imprime en 1926. A través de Sánchez Mejías, por otra parte, conoce a Rafael Alberti (otro antiguo alumno del San Luis Gonzaga). El diestro lo presenta al de El Puerto como ?el mejor poeta novel de toda Andalucía, además de ganadero, brujo, espiritista, hipnotizador y conde de Miraflores de los Ángeles?.
Tras la publicación de Andalucía la Baja y ciertas tiranteces con el grupo de Mediodía , Villalón edita en Huelva Papel de Aleluyas , revista vanguardista ?y efímera? para que la que cuenta con la colaboración del poeta ultraísta sevillano Adriano del Valle y del poeta onubense Rogelio Buendía. Un editorial de Mediodía (número 8) saluda la irrupción de la revista con ironía y alude, sin nombrarlo, a Villalón como ?un poeta novel, autor de Andalucía la Baja , recientemente publicado y que tan favorable acogida ha tenido por determinados sectores de público y prensa madrileña?. Y es que buena parte de la crítica consideró a Villalón como un poeta atractivo aunque menor, y un tanto colorista y coplero. Sin embargo, pocos advirtieron la profunda dimensión de su canto entusiasta a la vida del campo andaluz. Fue el caso de Lorca y Alberti, quienes sí admiraron su poesía. Porque Villalón participa también, pasada ya la resaca de los primeros ismos de gimnasia verbal, en ese neopopularismo que cultivan a finales de los veinte lospoetas de la Generación del 27, y del que son máximos exponentes el granadino y el gaditano con sus obras de entonces ( Romancero gitano y Marinero en tierra , por poner dos ejemplo conocidos). En esa misma línea personal, ahondando en su universo de toros, garrochistas y campo, Villalón iba a publicar antes de morir dos libros más, La Toríada (1928) y Romances del 800 (1929). Su muerte prematura (con 49 años) en Madrid en 1930, tras padecer una grave enfermedad y completamente arruinado, hizo crecer la leyenda de un ganadero excéntrico que quiso crear una raza de toros de ojos verdes, leyenda que su primo Manuel Halcón se encargó de aclarar en su espléndido libro Olvidos de Fernando Villalón . Otro de los más certeros perfiles de Villalón, lo traza Alberti en su Arboleda perdida : ?Era Fernando un hombre extraordinariamente fino y simpático, hijo de esa romántica Andalucía feudal, que se sentaba bajo los olivos a compartir tú por tú, el pan con los gañanes. [...] Cuando lo conocí ya andaba arruinado. Negocios absolutamente poéticos lo habían venido hundiendo en la escasez, casi en la pobreza?. [ Jesús Chacón ].
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