(valladolid, 1527-san lorenzo de el escorial, 1598). Rey de España. Hijo del emperador Carlos V y de su esposa la emperatriz Isabel de Portugal. Es nombrado heredero de la Corona por las Cortes de Castilla al año siguiente de su nacimiento. Su instrucción es encomendada a Juan Martínez Siliceo, profesor de Salamanca, y a Juan de Zúñiga, comendador de Castilla. A los once años queda huérfano de madre, lo que, unido a las largas ausencias de su padre, ayudan a configurar un carácter de persona retraída, grave y desconfiada.
A partir de 1541 su padre le inicia en las tareas públicas. Un año más tarde participa en algunos hechos de armas y es jurado heredero por las Cortes de Aragón. En 1543, al tener que ausentarse el emperador de España, muestra la confianza que depositaba en el príncipe al nombrarle regente de los reinos peninsulares, asesorado por una junta de la que formaban parte Francisco de los Cobos, el cardenal Tavera y el duque de Alba. Aquel mismo año Felipe contrae el primero de sus cuatro matrimonios, lo hace con su prima maría Manuela de Portugal, quien fallecería al dar a luz al príncipe Carlos, que tantos quebraderos de cabeza daría a su progenitor, año y medio después de haberse casado.
En 1548 Felipe, siguiendo instrucciones de su padre recorre varios estados europeos y es jurado heredero en aquellos que formaban parte de la entonces extensa monarquía hispánica. En 1554 Felipe II contrae matrimonio con la reina de Inglaterra, María Tudor. Es un matrimonio con una clara intencionalidad política que no cubre la expectativas ante la prematura muerte de la reina, sin dejar descendencia. En 1556, la abdicación de Carlos V lo convierte en el monarca más poderoso de la tierra, al ser el heredero de los amplios dominios gobernados por su padre, salvo los territorios que integraban el patrimonio de los Habsburgo y los derechos a ser proclamado emperador.
El reinado de Felipe II, que se prolongará hasta 1598 estará lleno de episodios grandiosos que van de desde la gran victoria obtenida por los tercios sobre los franceses en la batalla de San Quintín en 1557, hasta el llamado desastre de la Invencible, pasando por la victoria naval de Lepanto, que conjura la amenaza que suponían los turcos en el Mediterráneo.
También bajo su reinado se produce la rebelión de los moriscos del reino de Granada, conocida como la rebelión de Las Alpujarras, como consecuencia de la presión de tipo social, cultural y religioso que desde el poder se ejerce sobre esta minoría, que es dispersada por diferentes zonas de la península, sometidos a un penoso éxodo. También se produce, en 1580, la anexión de Portugal a la monarquía hispánica, al morir sin descendencia el rey don Sebastián, último representante de la dinastía portuguesa de Avis.
Felipe II es un monarca sedentario, lo que suponía un fuerte contraste con la actividad viajera desplegada por su antecesor. Construye el monasterio de San Lorenzo de El Escorial para conmemorar el éxito militar de San Quintín, que acaba por convertirse en una de las residencias favoritas del monarca, donde moriría y sería enterrado. Su carácter metódico y laborioso le lleva a consultar cantidades ingentes de asuntos, los cuales no podían ser resueltos sin su conocimiento y decisión, lo que conduce a que el aparato administrativo del Estado se moviese con peligrosa lentitud.
Profundamente religioso, da alas a la inquisición y se proclama gran defensor de la ortodoxia católica, aunque sus relaciones con algunos pontífices no fueron buenas. Bajo su reinado el Santo Oficio vive una época de esplendor, celebrándose algunos de los autos de gran importancia, como los de Valladolid y Sevilla contra núcleos de protestantes que habían surgido en ambas ciudades.
A su muerte la situación financiera de la monarquía, que había tenido que hacer frente a grandes empresas exteriores, era muy precaria. Felipe II no duda en declararse en bancarrota, en diferentes ocasiones para salir de los agobios económicos que son permanentes en la hacienda real a lo largo de su reinado.
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