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APICULTURA

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f. (Del latín Apis, abeja, y cultura). Actividad ganadera. Las técnicas apícolas aprovechan la cría de la abeja * melífera (Apis mellifera) mediante el uso de colmenas para la explotación de sus productos derivados "fundamentalmente miel, cera y polen". Las colmenas son el soporte donde viven y producen miel las abejas, y pueden ser construidas por el hombre o bien un hueco natural. Las abejas "y sus antecesores, como las homivispas, híbrido entre hormigas y avispas" tienen una antigüedad aproximada de entre unos 40 y 80 millones de años, según las diferentes hipótesis de los expertos. Los orígenes de la apicultura se remontan a la Antigüedad, y ya desde el año 2500 a.C. hay evidencias del empleo de estas técnicas por parte de los egipcios, aunque en la isla griega de Creta se localizan restos de colmenas de barro que datan del 3400 a.C. Las primeras referencias escritas sobre la apicultura pertenecen a la civilización hitita y en España, alrededor del año 1100 a.C., los textos referentes a Tartessos reflejan la importancia de esta técnica ganadera, descrita con detalle en el siglo I d.C. por el historiador gaditano Columela. La apicultura conoce un importante desarrollo de la mano de los hispanoárabes de al-Ándalus, según refleja el tratado agrónomo escrito en el siglo XII por el sevillano Abú Zacaría, aunque en la Baja Edad Media atravesará una etapa de declive, acentuada luego con la importación desde América de la caña de azúcar y, posteriormente, de la remolacha. Desde el siglo XVI y, sobre todo, desde el XVIII la apicultura abandona su carácter tradicional para transformarse en una actividad técnica, fundamentalmente tras el invento de las colmenas con marcos móviles por Lawrence Lorraine Langtroth en 1851, invento posibilitado por los avances en los conocimientos biológicos sobre el comportamiento individual de las abejas, así como del enjambre. Las primitivas colmenas, de carácter rústico, se elaboraban con vasos de barro, cestos de mimbre, junco, paja, caña, corcho y casetas de madera, caña o barro. Éstas eran fijas, lo cual implicaba la ruptura de los panales a la hora de extraer la miel, el polen y la cera. A partir de la colmena modelo Langtroth se inventan otros modelos, como la colmena tipo Layens "inventada por el botánico francés George de Layens", que es todavía la de uso más frecuente.

La apicultura genera beneficios económicos derivados de la comercialización de los productos de la abeja, si bien no todos los apicultores son profesionales. En España, principal productor de la Unión Europea, Andalucía es la comunidad con mayor producción de miel, con un total de 7.200 toneladas métricas, según el censo de producción apícola elaborado por el Ministerio de Agricultura en 2002. La provincia andaluza que más produce es Jaén, seguida de Huelva, Granada y Córdoba. En la provincia granadina, el Consejo Regulador de la denominación de origen Miel de Granada "primera denominación del sector aprobada en Andalucía" promueve la selección de las abejas de raza autóctona, así como los asentamientos de colmenas y la optimización de las explotaciones apícolas para garantizar la calidad de la miel destinada al comercio. Se puede distinguir entre apicultura sedentaria y trashumante. En la primera, la ubicación de los colmenares es siempre la misma y es necesario aportar alimentación a las abejas de forma artificial. En cambio, la apicultura trashumante consiste en trasladar el apiario de zona para poder obtener el máximo de producción. El sector atraviesa momentos difíciles y precisa de ayudas por parte de las administraciones, ya que, según las organizaciones agrarias, es necesaria la modernización de esta explotación profesional para poder competir en el mercado. Además de generar beneficios económicos, la apicultura es importante desde el punto vista biológico para la polinización de los bosques "en este sentido, es esencial el papel de la apicultura trashumante" y para el desarrollo del medio rural. Con objeto de contribuir a este desarrollo, en el año 1996 se crea en Córdoba el Centro Andaluz de Apicultura Ecológica (Caape), que vincula a los apicultores con la investigación universitaria. Una de las líneas de trabajo más importantes desarrolladas por el Caape consiste en el ensayo con sustancias naturales para luchar contra enfermedades de las abejas como el ácaro Varroa jacobsoni , de origen asiático, que actúa en detrimento de la calidad de los productos derivados de la apicultura.[ Jesús Chacón]

 

 
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