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GUERRA DE SUCESIÓN |
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Recibe el nombre de Guerra de Sucesión
española el conflicto que sacude Europa entre 1701 y 1714, como
consecuencia de la muerte sin descendencia del último de los Habsburgos
españoles. La muerte de Carlos II el Hechizado, acaecida el 1 de
noviembre de 1700, tiene entre otras consecuencias el desencadenamiento
de un conflicto bélico de grandes proporciones que ensangrienta una buena
parte de Europa durante más de una década. La falta de sucesión hace que,
en virtud del testamento del monarca difunto, la corona de España y sus
extensos dominios fuesen a parar a manos de un nieto del rey Luis XIV de
Francia, Felipe duque de Anjou, quien es coronado rey de España con el
nombre de Felipe V. Sin embargo, su entronización en España levanta las
protestas de la otra rama imperial de los Habsburgo, que cuenta con el
apoyo de ingleses y holandeses, que ven con malos ojos el dominio de los
borbones a ambos lados de los Pirineos.
La guerra comienza en la primavera de 1701 en el
norte de Italia, donde se enfrentan tropas imperiales y francesas y se
prolonga hasta septiembre de 1714, cuando las tropas de Felipe V entran
en Barcelona después de un largo y duro asedio. Esta guerra, considerada
por algunos como un conflicto dinástico entre los austrias y los
borbones, es una contienda internacional donde se decide el equilibrio
entre las potencias europeas. Pero también es una Guerra Civil dentro de
la propia España, ya que la Corona de Aragón se muestra,
mayoritariamente, partidaria de los Habsburgo, que proclaman rey a un
hijo del emperador de Alemania, al que dan el nombre de Carlos III.
Frente a esa opción la Corona de Castilla se muestra, también con pocas
excepciones, partidaria de Felipe V.
En Andalucía, partidaria con muy escasas excepciones
de Felipe V, se desarrollan algunos de los hechos de armas más relevantes
del conflicto. Así, en 1702 se produce el primer hecho bélico al
desembarcar en algunas de las poblaciones de la bahía de Cádiz (Rota,
Puerto Real, Puerto de Santa María) tropas inglesas y holandesas que
saquean a placer dichas localidades, sin exceptuar los lugares de culto,
lo que granjea mala fama a los soldados que apoyan la candidatura de
Carlos de Habsburgo, al considerársele como herejes, enemigos de la
religión católica. En el verano de 1704 una flota angloholandesa, mandada
por el almirante Rooke, se apodera de la plaza de Gibraltar, poco
guarnecida pese a su importante valor estratégico. Frente a las costas de
Málaga se libra la más importante batalla naval de la guerra, entre una
flota francesa y otra angloholandesa, cuyo resultado queda
indeciso.
Durante los años de la guerra las poblaciones
andaluces aportan grandes cantidades de hombres y medios, sobre todo
dinero y caballos, a la causa de Felipe V. Son aportaciones muy costosas
que se hacen más difíciles conforme la guerra avanza y las exigencias son
mayores. También son muchos los lugares que han de soportar los
alojamientos de tropas, por no existir cuarteles donde los soldados
pasasen los meses de invierno, durante los que las operaciones militares
perdían intensidad. Esos alojamientos son fuente de continuos
enfrentamientos entre militares y vecinos. Los archivos municipales de
las poblaciones andaluzas, que aguardan una rica documentación referente
a este conflicto, están llenos de quejas, pleitos y enfrentamientos por
dicho motivo. A pesar de la resistencia de los pueblos a que se
efectuasen reclutas entre sus vecindarios para pelear bajo las banderas
borbónicas, es cierto que los éxitos de las armas de Felipe V eran
celebrados con repiques de campanas, celebraciones litúrgicas y hasta
corridas de toros.
El final de la guerra llegó con la firma de los
tratados de Utrecht y Rassttatt y significa la entronización definitiva
de los borbones en España a cambio de ceder a los Habsburgo las
posesiones españolas en Europa (Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán y los
llamados Países Bajos españoles). Por su parte, los ingleses se
apoderaron de Gibraltar y Menorca. Es acogido con alivio por los
vecindarios y las autoridades locales, agobiados con la exacciones y
peticiones que se les habían exigido durante años por necesidades
bélicas.
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