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HUELVA, MANOLO DE |
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(riotinto, huelva, 1892-sevilla, 1976).
Guitarrista. Nombre artístico de Manuel Gómez Vélez,
una de las personalidades más acusadas de la guitarra flamenca,
singularmente en los géneros a compás. Su padre era artesano, pero
aficionado al flamenco y amigo de El Portugués. Hermano gemelo de
Aurelio, que no incurre en el arte, ambos crecen junto a las minas. Con
ocho años de edad, su familia decide establecerse en la capital onubense.
Manuel llega a ir dos años a la escuela, y había aprendido a leer y a
escribir en una caligrafía clara y agradable. Es aprendiz de sastre y se
especializa en el arte de cortar la tela. Más tarde, siempre se haría sus
propios trajes y nunca deja de ir elegantemente vestido. En una ocasión,
le dijo al guitarrista Manuel Cano: "¿Has visto lo bien que toco la
guitarra? ¡Pues solía hacer mucho mejor las solapas de las chaquetas!".
Desde muy niño, se inicia en el toque y acompaña a cantantes de
fandanguillos. En 1910, se presenta en Sevilla, ya convertido en un
virtuoso. Es un maestro en el acompañamiento al cante y es fama que los
conoce mejor que los propios cantaores: "Los polos son las canciones más
antiguas. Todos los viejos me dijeron lo mismo cuando yo era niño. La
primera vez que los oí fue en boca del cantaor más viejo que yo haya
conocido, Antonio Silva El Portugués, español y de Sevilla, pese a que
Silva sea un apellido portugués. Le conocí en Huelva, cuando acababa de
aprender el oficio de sastre. Mi padre le invita a casa y Antonio se trae
su guitarra. Aquella es la primera vez que oí los polos", asegura. Pero
también es uno de los primeros guitarristas flamencos de concierto de la
historia. Daba a su toque enorme jondura y un sonido inconfundible. Si su
arte puede calificarse de excepcional, humanamente es un personaje lleno
de manías y rarezas. Una de las más recurrentes era su obsesión porque no
le copiaran la música que él creaba, y de ahí su resistencia a actuar en
presencia de otros guitarristas. Esta fijación le lleva a negarse con
frecuencia a grabar, por lo que su discografía no es abundante. Pese a
todo graba con todas las grandes figuras de su época, como Pastora y
Tomás Pavón, el Gloria, Vallejo... y es el acompañante oficial del
Concurso de Granada de 1922. Sin embargo, tiene fama de retraído y eso
hace que no fuese reconocido en vida con la justicia con la que se le
alaba en la actualidad. Su introversión llega hasta tal extremo que en
una actuación pública solicita que se pusiera un telón frente a él para
que no se le viera. Quienes le conocieron aseguran que crea un estilo de
acompañamiento que influye en todos los guitarristas posteriores aunque,
paradójicamente, no constituyesen escuela. En privado, llegaba a
interpretar a Albéniz, Falla, Bach, Scarlatti o Tárrega. En distintos
momentos de su vida, prefería tocar en fiestas particulares, al tiempo
que mantiene una estrecha relación con la Casa Pavón, esto es, con La
Niña de los Peines y su familia, y se convierte en un favorito tanto de
Chacón como de Manuel de la Torre. Mientras actuaba en los cafés
Novedades y El Kursaal de Sevilla, toca para Antonio de Bilbao, que
pasaba por ser el maestro del zapateado. Su prestigio sigue aumentando.
El guitarrista clásico Andrés Segovia lo describe con las siguientes
palabras: "Su toque era simple, emocional y expresivo. Era un aventajado
seguidor de Paco de Lucena. Sí, Manolo de Huelva era el mejor cuando yo
era joven".
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