Instrumento musical de cuerda, compuesto de una caja de madera, dotada de un agujero acústico en el centro de su tapa delantera, seis cuerdas y un mástil con trastes. El origen del instrumento es difuso, aunque suelen citarse evidencias arqueológicas que se remontan hacia el año 1400 antes de Cristo, cuando los hititas y los asirios crean un instrumento de cuerda similar a la lira, que ya existía con anterioridad, y al que se le agrega una caja de resonancia. En la India estos instrumentos son conocidos en idioma sánscrito como sitâr , que a finales del siglo XX después de Cristo un músico sevillano llamado Gualberto García incorpora al repertorio flamenco. Se entiende que dicha palabra daría pie a la de "guitarra", a través de una larga peripecia histórica: los griegos la llamarán kizára y Roma lo modificará por el de chíttara , que el castellano antiguo heredará como "cítara", añadiéndosele una suerte de mango a comienzos de nuestra era. Otro de los posibles orígenes del instrumento se relaciona con el laúd tetracorde árabe, el ud, que Isaac al-Mawsilí, músico, cantor, poeta y árbitro de la moda en Irak, trae en el siglo IX de nuestra era hasta la corte califal de Córdoba. Su sobrenombre es el de "El Pájaro Negro" y, además de revolucionar las costumbres gastronómicas de su época, incorpora una quinta cuerda a su instrumento. Luego, en la Península Ibérica, se fabricarán guitarras de nueve cuerdas: una simple y cuatro pares a las que se denomina "órdenes". Ya hacia los siglos XI o XII existen dos tipos de guitarres o guiternes : la morisca, presumiblemente de origen asirio pasado por Persia y Arabia, de forma ovalada, emparentada con la mondora (siglos XIV-XVIII) y con la familia de los laúdes, así como con la mandolina; pero también la de origen grecolatino (guitarra latina) de fondo plano, como la guitarra actual con lados y perfiles que unen la tapa con el fondo. Ambas modalidades aparecen representadas en las miniaturas de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el sabio (1270).
En siglo XVI y siguiendo los pasos de "El Pájaro Negro", pero desde otra tradición, aparece ya una guitarra de cinco cuerdas cuya aportación se debe al poeta y músico andaluz Vicente Martínez Espinel, nacido en Ronda (Málaga) en 1550. El portugués Nicola Doici de Velasco publica en el año 1630 su Nuevo método por cifra para tañer guitarra de cinco cuerdas , el más antiguo de cuantos se conocen, y en el cual se da un mensaje extraordinario: "En Francia, Italia y demás países, a la guitarra se le llama española desde que Espinel puso la quinta cuerda, quedando tan perfecta como el laúd, al arpa, la tiorba y el clavicordio y aún más abundante que éstos". En España, la guitarra es ya muy utilizada a finales del siglo XVII, de cuando data la Instrucción de música sobre la guitarra española y métodos de sus primeros rudimentos hasta tañer con destreza , del aragonés Gaspar Sanz (1640-1710). Para dar mayor consistencia a la guitarra es fama que se añaden unas barras debajo de la tapa armónica. Esto permite que la tapa de madera sea más fina, obteniendo mayor resonancia y una mejor distribución del sonido. En 1760, fray Miguel García, conocido como el padre Basilio, presenta por vez primera una guitarra de seis cuerdas, siendo éste el primer músico en escribir música para guitarra en notación musical moderna. A partir de ahí, se dan a conocer grandes instrumentistas como Fernando Carulli (1770-1849), gran clásico de la guitarra, que compone más de 300 obras y escribe un tratado de armonía, publicado en el año 1825; el madrileño Dionisio Aguado (1778-1849), discípulo del padre Basilio, que es un gran estudioso de la digitación y cuyo método aún está en vigor; o el virtuoso catalán Fernando Sor (1778-1839).
Reformas. Lo cierto es que irían llegando ulteriores reformas, como el uso de un mástil reforzado y elevado, clavijas metálicas en lugar de las de madera y materiales que favorecen la acústica. Todo ello da origen a lo que hoy conocemos como guitarra española, en sus modalidades clásica y flamenca. Su interpretación solía llevarse a cabo bajo una técnica francesa llamada barré , que en español pasa a denominarse "cejilla", como el artefacto con forma de abrazadera empleado para elevar la entonación de las cuerdas y que también era conocido por la voz italiana de capotasto . La cejilla, que es una técnica para formar acordes al pisar simultáneamente varias cuerdas en un mismo espacio en el diapasón, es llevada hasta el flamenco por el guitarrista gaditano José Patiño González (1829-1902), que se empeña en buscar una técnica para poder acompañar a todos los cantaores dentro de una misma tonalidad e independientemente de su tesitura. El luthier almeriense Antonio Torres Jurado, que consagra las siete varas bajo la tapa armónica, aumenta la caja de resonancia de la guitarra durante el siglo XIX, ensanchando su mástil. También durante dicha centuria se consagra la guitarra clásica, sobre todo a partir de la obra del castellonense Francisco Tárrega (1854-1909), cuyas espléndidas armonizaciones animan a los músicos de su época a escribir para este instrumento. Sus conocimientos son recogidos y renovados por el genial Andrés Segovia (Linares, Jaén, 1893-1987), quien a pesar de haber colaborado con Manuel de Falla y Federico García Lorca en la organización del concurso de arte flamenco de Granada, en 1922, muestra siempre cierta reticencia hacia el virtuosismo que iría adquiriendo dicho arte, sobre todo a partir de Paco de Lucía, a finales del siglo XX. Este último, cima del toque jondo, hereda una tradición que se remonta a los guitarristas frecuentemente anónimos y a un linaje que le emparenta con Ramón Montoya, Niño Ricardo y Agustín Castelló "Sabicas", que logran un nivel interpretativo y armónico difícilmente superable e inútilmente enfrentado al eco añejo de Diego el del Gastor y otros intérpretes más tradicionales.
A sus coetáneos "Manolo Sanlúcar, Manuel Cano, Victor Monge "Serranito"", Paco de Lucía añade una larga serie de herederos, como Vicente Amigo, Gerardo Núñez, Juan Manuel Cañizares, Rafael Riqueni, José María Bandera, Pedro Sierra, Pedro Bacán y muchos otros. Si Segovia llegó a asegurar que había nacido para rescatar la guitarra de las tabernas, esta seguía siendo la del machadiano Mesón de los Caminos, que hoy suena jotas y mañana peteneras. A partir de los años cincuenta del siglo XX, la guitarra eléctrica "y anteriormente la acústica" irrumpe en el rock, el blues y el jazz, pero también en el flamenco y en los acordes clásicos, incorporándose paulatinamente otros instrumentos de su misma tradición, como el bajo. A partir de un concierto celebrado en Berlín en 1964, Narciso Yepes interpretará el ingenio de otro luthier , José Ramírez III, que añade cuatro cuerdas más en las graves, sobre un amplio mástil cuyos múltiples trastes permiten ampliar notablemente la gama de sonidos de la mano izquierda. A partir de entonces, es su instrumento habitual en los conciertos, especializándose en piezas renacentistas y barrocas.
Afinación y observaciones. Las cuerdas de la guitarra se nombran de abajo hacia arriba (desde las más agudas a las más graves), con números ordinales: primera cuerda o cuerda prima, segunda cuerda, tercera cuerda" También se las conoce con el nombre de su nota de afinación (como se hace también en los violines, violas, violonchelos y contrabajos): la cuerda mi (la primera cuerda), la cuerda si (la segunda)" En las partituras las cuerdas se nombran con números romanos: I , II, III, IV, V y VI. Las obras para guitarra se escriben en clave de sol, transpuestas una octava más aguda (como si la guitarra fuera un instrumento más agudo): el mi4 de la primera cuerda al aire se escribe como si fuera un mi5 (el mi del cuarto espacio del pentagrama con clave de sol, contado de abajo hacia arriba). A las tres cuerdas más graves (la cuarta, quinta y sexta cuerda y, particularmente, a esta última) se las llama "bordonas", mientras que "bordonear" es la ejecución de un bajo acompañante de una obra de música. Las seis cuerdas de la guitarra se afinan habitualmente en las notas mi4, la3, re3, sol3, si2 y mi2 (siendo el do4 la nota central de un piano). En algunas obras el compositor pide al guitarrista que baje dos semitonos la sexta cuerda (desde el mi2 al re2). La guitarra de diez cuerdas es como la suma de una guitarra común de seis cuerdas y un contrabajo (afinado normalmente: sol2, re2, la1 y mi1).
La forma de las guitarras no siempre es simétrica. Las guitarras eléctricas, las acústicas y algunas clásicas suelen presentar una especie de curva para facilitar el acceso a los trastes más cercanos a la boca, para llegar hasta las notas más agudas. Este corte en la caja se suele llamar cutaway . Dependiendo de si el guitarrista es diestro o zurdo, la guitarra se construirá con ese hueco ubicado a uno u otro lado de la caja armónica. Circunstancia que también se tiene en cuenta a la hora de interpretarla por parte de cualquier instrumentista que use preferentemente su mano izquierda. En el caso de los diestros, la guitarra se toca apoyando la caja armónica sobre el regazo, con el mástil o diapasón hacia la izquierda. Esto hace que las cuerdas más graves queden arriba y las más agudas abajo. Para tocar la guitarra se apoyan los dedos de la mano izquierda sobre algunas cuerdas, oprimiéndolas contra el mástil o diapasón justamente entre los trastes (resaltos de metal incrustados a trechos en el mástil), de manera que a las cuerdas les quede la longitud libre correspondiente a la altura (o sonido) deseada. Una vez que se ha fijado de esta manera la altura de todas las cuerdas (o de las cuerdas que se desea pulsar), la mano derecha las rasguea, puntea o arpegia, generando una melodía si toca un sonido por vez, un acorde si se ejecutan tres sonidos o más, o una armonía si se arpegia ese acorde. La mano izquierda del guitarrista es la que realiza el trabajo más difícil para tocar la guitarra, ya que se debe apoyar la yema de todos los dedos de la mano (excepto el pulgar, que generalmente se ubica detrás del mástil de la guitarra) con mucha firmeza. Tanto es así que en cierta ocasión y preguntado por su posición política, Paco de Lucía aseguró que él sólo entendía de izquierda y de derecha a la hora de interpretar la guitarra: "La izquierda piensa "repuso". Y la derecha ejecuta". También en el caso de los diestros, tras muchos años de trabajo, los guitarristas desarrollan más fuerza en los dedos de la mano izquierda que en los de la derecha, ya que la mano derecha sólo puntea (pulsa una cuerda por vez con la yema o la uña de un solo dedo) o rasguea (roza varias cuerdas casi simultáneamente con la yema del pulgar, la uña del pulgar o las uñas de los demás dedos). Los zurdos, a pesar de que la guitarra está esencialmente concebida para ser tocada especialmente por ellos, suelen tocar invirtiendo el orden de las cuerdas, quedando las graves arriba de las agudas, así el sentido del rasgueo y el punteo: en vez de hacerlo siempre hacia abajo, lo hacen hacia arriba. [ Juan José Téllez ].
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