|
MORAL, MIGUEL DEL |
VOLVER |
|
(córdoba, 1920-1998).
Pintor. Miembro del Grupo Cántico de Córdoba, se
revela tras la Guerra Civil como uno de los más destacados pintores y
dibujantes andaluces, tomando de la escuela cordobesa barroca del siglo
XVII la fuerza de su trazo, la elegancia pictórica y, sobre todo, su
oficio y maestría. A partir de 1947, junto a Ginés Liébana, se convierte
en intérprete de la poesía de
Cántico
, revista que Miguel del Moral inaugura con la
portada del primer número y en la que participan los poetas Ricardo
Molina, Juan Bernier, Pablo García Baena, Mario López y Julio Aumente.
Como los pintores renacentistas y barrocos, la formación humanista le
sirve para ir más allá de la pintura y cultivar un arte total, con
trabajos en dibujo, escultura, cerámica y decoración. Estas creaciones
están tamizadas por el aire de la Córdoba de los años cuarenta, en la que
aún se conserva una visión casi florentina del paisaje, en la que se
acentúa el romanticismo de sus ruinas y su legado árabe. Se traslada a
Madrid, colabora en
El Español
,
La Estafeta Literaria
y
Fantasia
, y completa su formación en la Academia de Bellas
Artes y en los grandes museos, continuando así una seria formación
crítica comenzada en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba. En el
Museo del Prado, y siempre sin perder contacto con sus amigos de Cántico,
Miguel del Moral estudia a los maestros del siglo XV italiano, a
Velázquez, Zurbarán y Goya, y perfecciona su técnica con la realización
de copias de grandes clásicos de la pintura, faceta que le da una gran
fama. En Madrid, además, frecuenta la amistad de Vázquez Díaz, quien le
transmite su pasión por lo escueto, con detalles de naturalezas muertas
que acompañan muchas veces en sus óleos a las figuras humanas. El pintor
recibe en 1948 el primer premio del Círculo de Bellas Artes de Madrid y,
al retornar a Córdoba, el primer premio a la Exposición de Artes
Plásticas. También en su ciudad natal celebra en 1949 su primera
exposición individual, que le sitúa como uno de los principales pintores
españoles. Del barroquismo de los
San Rafael
pasa a la contención, inspirada por Vázquez Díaz, de
su gran cuadro del torero
Manolete
.
Durante 1952 reside en París y la visión directa de
la gran pintura impresionista deja una huella profunda en su arte.
Nuevamente en Córdoba, en 1953, presenta una amplia exposición en la que
muestra una singular variedad temática, oficio y nostalgia poética. En
1954 recibe el primer premio de la Diputación Provincial de Córdoba por
su óleo
Monjes Blancos
, en el que el influjo de Zurbarán queda modernizado
por la presencia adolescente. En 1955 viaja por Italia, Austria,
Yugoslavia y Hungría. En Venecia estudia la pintura de Masaccio y los
mosaicos de Rávena, una inyección renacentistas que se deja sentir en sus
murales posteriores, que son de una gran suntuosidad y belleza. Aparte de
estas creaciones, en la década de los sesenta cultiva una pintura con una
gama predominante de blancos, en la que la belleza de la figura se alza
sobre la simplicidad de los detalles de la naturaleza muerta y,
envolviéndolo todo, una visible atmósfera de sueño y contundencia formal.
Tras esta época, el pintor se despliega en creaciones de media figura
que, técnicamente, son de una gran perfección. Son creaciones al pastel
y, sobre todo, al óleo, con representaciones juveniles ennoblecidas por
la misma admiración estética que en el Renacimiento sirve para retratar,
en abstracto, la belleza de la forma humana. Son estos cuadros los que le
dan a conocer y lo convierten, durante varias décadas, en el pintor más
demandado de la ciudad de Córdoba. Sus últimos cuadros, más enriquecidos
de color, representan el momento de suprema perfección técnica,
independiente de muchas modas y con una factura propia. La modernidad de
Miguel del Moral es, simplemente, crear obras de arte sin calificativos.
Según el crítico de arte Bernardo Palomo, ?su obra está muy implicada con
los desarrollos pictóricos de Vázquez Díaz, del que aprendió la
distribución compositiva, sobre todo, de los frescos de la Rábida, la
planimetría, la hierática disposición de los modelos, el sentido
figurativo, los primeros planos y el tratamiento de los ropajes
?alejados, sin duda, de la estética del maestro Zurbarán, con quien
tradicionalmente se le había relacionado en ese viejo afán de identificar
posturas?. Miguel del Moral escribe una página personal, intransferible e
importante en la Córdoba de los años cincuenta. Su obra sirve de
referente, sobre todo, para establecer los muchos planteamientos que en
el Arte de aquel tiempo se dieron en una plástica en pleno proceso de
identificación?.
|
|