f. (Del griego keramiké ). Arte de fabricar vasijas y otros objetos de barro, loza y porcelana, de todas clases y calidades. La cerámica ocupa un lugar importante en las artes decorativas, ya que participa a la vez de la arquitectura, de la escultura y de la pintura. Esta palabra se emplea no sólo para designar lo que Bernard de Palissy llama "el arte del barro", sino sus mismos productos. La producción de cerámica andaluza destaca por su gran arraigo cultural, enriquecida en el transcurso de las centurias por los alfareros de las diferentes civilizaciones que se establecen en el sur de España, y por su proyección internacional. La mayor parte de las provincias andaluzas presenta rasgos diferenciadores o característicos en las técnicas de los alfares.
Huelva. Provincia de gran tradición ceramista, en los yacimientos arqueológicos de la zona del Condado se hallan piezas datadas en el Neolítico, aunque el momento de mayor esplendor coincide con la dominación musulmana, periodo en el que se comienzan a utilizar nuevas técnicas y materiales que perduran a lo largo del tiempo, como es la introducción del denominado horno árabe. Hay que distinguir dos núcleos claramente diferenciados: el de la Sierra de Aracena, cuyo centro principal es Cortegana, con una rica cerámica vidriada en tonos azules, verdes, blancos y marrones, y otros de menor importancia, como Aracena, dedicados a la producción de cerámica artística; Los Romeros, El Campillo y Campofrío, en los cuales sólo se trabajan piezas para agua. La influencia del gran centro cerámico de Salvatierra de los Barros (Badajoz), se deja notar en todos los alfares, incluso alguno de ellos surge por la emigración de alfareros de la mencionada localidad pacense que se establecen en Huelva. Por otra parte, se advierte como el torno de mampostería, en algunos casos mixto de mampostería y madera, presenta grandes afinidades, tanto en su estructura como en su nomenclatura con el utilizado en el sur de Badajoz. El sur de Huelva se presenta como una zona de antiguos tejares a los que se asocia la producción de piezas de cerámica doméstica, quedando éstas reducidas prácticamente al cántaro, maceta y dornillo. El núcleo está formado por Trigueros, Villarrasa y Beas, donde a pesar de la tradición local, la producción deriva hacia modelos artísticos con técnicas industrializadas.
Sevilla. En esta provincia destaca, por su importancia y riqueza, la cerámica de Triana, con una tradición que se remonta al siglo XVI y centrada en la fabricación de azulejos y piezas pintadas y vidriadas de un uso más suntuario que propiamente utilitario. Muy alejada de la tradicional cerámica trianera, la producción de loza de La Cartuja ofrece a partir de 1841 unos diseños e incluso materiales de origen exclusivamente británico. La fábrica de loza, establecida en el monasterio de Santa María de las Cuevas por el inglés Charles Pickman * , se convierte durante un largo periodo en una de las más prestigiosas del mundo y en proveedora oficial de la Casa Real. Al finalizar el siglo XX, esta potente industria ve como se apaga su esplendor decimonónico "apreciable en sus vajillas, jarrones, mancerinas, juegos de café, aguamaniles y palanganas" y comienza una lenta agonía. En 1977 la planta se traslada a unas nuevas instalaciones en la carretera de Mérida, en el término municipal de Salteras, y el antiguo monasterio, con sus cinco hornos de botella y las chimeneas, es rescatado para el uso público. Sus nuevos propietarios tratan de desmantelar una factoría que en sus 150 años de historia cuenta en sus talleres con numerosos artistas y artesanos: los grabadores Gargallo o Viñas; moldistas como Velasco Dorado o Antonio Susillo; y pintores como Manuel Arellano, Fortuny, Maeso, Orce, Tortosa, Villarroel, Rodríguez y Pérez de Tudela o García Aristi. En el resto de la provincia, la producción cerámica está destinada a cubrir las necesidades domésticas de los núcleos rurales, tanto con piezas vidriadas "grandes lebrillos y tinajas de Lora del Río y Osuna", como con las de agua, entre las que destaca la producción masiva de cántaros de Lebrija, la similar de Morón de la Frontera y la de pequeños centros como El Viso del Alcor y Herrera, que aunque de menor tradición se adscriben a las características ya descritas. En toda la provincia de Sevilla e incluso en la propia capital, en un alfar de Triana, se puede ver el tipo de torno hundido, con la cabeza al ras del suelo, de clara filiación árabe.
Cádiz. No se presenta como un núcleo con características propias; mientras que Conil se adscribe en su origen a Lebrija, los tres centros que se encuentran al este de la provincia "Jimena de la Frontera, Algeciras y La Línea" son de procedencia malagueña. Jimena de la Frontera, por su situación geográfica más aislada, conserva con mayor pureza la tradición popular. Por otra parte, Algeciras y La Línea, inscritas en el área turística, se ven obligadas a alterar decisivamente su producción.
Málaga. Es precisamente la gran afluencia turística la que desvirtúa las características intrínsecas de la cerámica malagueña, ya que todos sus centros se sitúan en la proximidad de la costa, donde las transformaciones urbanísticas y de gran parte de las formas de vida dan al traste con la antigua cerámica popular de la zona. Las características de la producción de Vélez-Málaga "centro extinguido" se pueden encontrar representadas en Puente Genil (Córdoba), ya que el único alfarero instalado aquí procede de aquella localidad y conserva la técnica tradicional de su lugar de origen.
Córdoba. Es la provincia de la Península que presenta mayor número de núcleos cerámicos, si bien algunos de ellos con un solo alfarero. En la mayoría de las localidades se producen piezas para agua: cántaros, botijos, jarras, botijas, dornillos, etc. Destaca la producción en La Rambla de piezas blancas que alcanzan un alto grado de difusión comercial por toda Andalucía. En torno a éste se podrían agrupar otros centros de menor volumen de trabajo, pero de similares características, como son Palma del Río, Posadas y Montilla. Aislada en el norte de la provincia queda Hinojosa del Duque, que, por su proximidad geográfica y algunos rasgos de la fabricación, puede relacionarse más con Badajoz que con la zona cordobesa. El resto de las localidades "Villa del Río, Villafranca de Córdoba, Alcolea, Bujalance, Cañete de las Torres, Córdoba, Castro del Río, Baena y El Tejar" también se dedican a la realización de piezas para agua, aunque con un estilo diferente al de La Rambla. Por último, destaca Lucena con la fabricación tanto de grandes tinajas, vidriadas con sulfuro de plomo, como de orzas, lebrillos, morteros y saleros, en tonos blanco, marrón y verde.
Jaén. Se presenta con una alfarería donde los vidriados adquieren la primacía en todos los centros, excepto en Martos, localidad en la que, además del vidriado, se realizan cántaros y otras piezas para agua, de fabricación exclusiva; mientras que en algunos, la producción es mayoritariamente de piezas decorativas: Andújar y Arjonilla con sus características jarras grotescas y pitos; en Bailén se producen casi únicamente orzas y lebrillos de alto grado de difusión; en cambio, Úbeda destaca por sus orzas, tinajas y alcuzas, vidriadas de verde y otros colores, de gran renombre.
Granada. Hay que distinguir un primer núcleo cerámico, situado al noreste de la provincia, que tiene su centro más importante en Cúllar Baza, incluye Almaciles, Cuevas del Campo y Huéscar y se caracteriza por la fabricación de piezas para agua: cántaros, cantarillas, botijos y botijones. Por otra parte, Purullena y Guadix poseen una producción de cerámica vidriada "ollas, cazuelas, toros, etc." y sin vidriar para agua "cántaros y botijos". Al sur de la capital se sitúa otra área formada por Órgiva, Almuñécar y Motril, donde se fabrican tanto piezas vidriadas para fuego "ollas y cazuelas" como sin vidriar "pipos o botijos y cántaros". Atención especial merece la cerámica de Granada capital, de carácter más suntuario, la llamada cerámica de Fajalauza "nombre de la puerta de Granada donde se sitúa tradicionalmente el barrio de alfareros". Se trata de piezas pintadas en blanco, verde y azul con motivos florales heráldicos, de pájaros y granadas y de gran variedad de formas "tarros de farmacia, platos o alcuzas", que resultan de gran vistosidad.
Almería. Existe una gran profusión de piezas vidriadas en blanco, verde y marrón: platos, lebrillos, cuencos y juguetes en Albos, Alhabía y Níjar. Sorbas produce, sobre todo, piezas vidriadas para fuego "ollería y cazuelas" mientras que Tabernas y Vera se dedican a la exclusiva fabricación de vasijas para agua. La cerámica almeriense, a pesar de cierta derivación artística, conserva la mayoría de sus rasgos tradicionales tanto en las formas y decoraciones de las piezas como en las técnicas de fabricación. [ José María Gómez ].
|