(sevilla, 1928-valencina de la concepción, sevilla, 1995). Escritor, de nombre Alfonso Grosso Ramos. Los primeros años de su vida transcurren en casa de su abuelo materno, un industrial afín a la CEDA, cuya ideología contrastaba con la de su padre y de su tío Julio, de tradición republicana, masón y amigo de Diego Martínez Barrios. En su familia se vivía el laberinto español que da pie a la Guerra Civil: otro de sus tíos, por ejemplo, era monárquico, militante de Acción Española y concejal durante la dictadura: "Imagínese una casa con 40 habitaciones y en la sala de estar, en un revistero Abc "Sevilla", El Debate , El Liberal , Blanco y Negro ..." , declara a Rafael Borrás. Cursa sus primeros estudios en el colegio sevillano de los maristas, estudiando bachillerato en el de los jesuitas y en el Instituto de Enseñanza Media San Isidoro. En 1950 obtiene el título de profesor mercantil e ingresa en la Administración del Estado en Sevilla.
Al año siguiente empieza a escribir poemas y publica sus primeros relatos, a partir de "Por el río abajo", escrito en 1956 en colaboración con Armando López Salinas. En 1958, contrae una grave enfermedad pulmonar, que condiciona su vida posterior. En 1959 deja de ser funcionario y traslada temporalmente su residencia a Barcelona. En este mismo año recibe el premio Sésamo de cuentos, reconociendo entonces su interés por autores como Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, y, sobre todo, Juan Goytisolo. A continuación viaja por Europa, navega por el Atlántico Sur y embarca en un pesquero, "A poniente desde el Estrecho (entre dos banderas)", como titula al cuaderno de bitácora de dicho periplo. Para entonces, ya se había iniciado en el realismo social, con La zanja (1960). En 1962 viaja a Suecia invitado por el cineasta Ingmar Bergman y establece su domicilio en Estocolmo: el mapa de su vida pasa luego por ciudades como Praga, Berlín, París o Roma, donde trabaja algún tiempo con Rafael Alberti y María Teresa León, recién llegados a la capital de Italia. En 1966 realiza un viaje a Cuba para formar parte del jurado del premio Casas de las Américas y se relaciona, a partir de ahí, con autores de la isla, como Alejo Carpentier, aunque llega a considerar seriamente que el boom del realismo mágico en la España de los años setenta fuera una añagaza de la dictadura para silenciar a los llamados "narraluces", escritores críticos con la realidad social del momento y que podían suponer un brote subversivo en la Andalucía de la época. Ya había ido asentando, a tales alturas, su bibliografía narrativa, con títulos como Un cielo difícilmente azul (1961), Germinal y otros relatos (1962), El capirote (1963) y Testa de copo (1963), muy próximos al realismo. Su estilo se consolida a partir de Inés just coming (1968), Guarnición de silla (1970), Florido mayo (1973), La buena muerte (1976) y Los invitados (1978), estas dos últimas novelas finalistas del premio Planeta. A Los invitados , novela que recrea el crimen de Los Galindos, le siguen El correo de Estambul (1980) y Con flores a María (1981). Luego, vendrían la trilogía Giralda "identificada como novela romántica" y A la izquierda del Sol . En 1970 consigue el premio de la Crítica por Guarnición de silla y, en 1973, el Alfaguara por Florido mayo , cuyo título inicial era el de Tardes de jazmines, noches de melancolía .
Paralelamente a todo ello, discurre su obra periodística y una irregular trayectoria como conferenciante. De 1968 a 1973 trabaja en una agencia de publicidad en Madrid. En 1969 inicia una polémica en el diario Informaciones a propósito del realismo, en la que intervienen varios escritores y críticos. En 1972, se hace acreedor a una de las becas de Creación Literaria de la Fundación Juan March. Apuros económicos de diversa índole le llevan a incrementar su producción narrativa a partir de 1980, llegando a publicar incluso dos novelas en un mismo año, como ocurre en 1983 con Otoño indio y Toque de queda o, en 1982, con la segunda y tercera parte de la triología Giralda . En 1985, aparecerán otros dos títulos, El crimen de las estanqueras y El abordo de María .
Una larga enfermedad le conduce a una muerte dolorosa y temprana. Tras la aparición en 2005, de la biografía Alfonso Grosso o el milagro de la palabra , de Julio Manuel de la Rosa, su obra se revaloriza y sale del relativo olvido en que se hallaba durante los últimos tiempos, en tanto que el profesor José Antonio Fortes trabaja ahora en la publicación de toda la obra original de Grosso. "Si algún escritor ha habido, por lo menos en Andalucía, capaz de encarnar a la perfección la dualidad irreductible entre "el hombre que escribe y el hombre que es" (Barthes), ése sería sin duda Alfonso Grosso", escribe Antonio Rodríguez Almodóvar, quien cita un par de las frases favoritas del escritor, referidas a su relación con la literatura y con la vida cotidiana: "Los lagartos no saben nada de historia natural", y "Si alguien desea saber algo de mí, que lea mis libros". [ Juan José Téllez ].
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