m. (Del latín amygdalum). bot. Árbol caducifolio de la familia de las Rosáceas (Prunus amygdalus) de hasta 10 m. de altura. Su tronco rara vez es derecho. La corteza es de color ceniza, escamosa con la edad y llena de lenticelas. Sus tallos son erectos. La raíz es profunda. Posee hojas puntiagudas, ovado-lanceoladas, de hasta 12 cm. de longitud, de contorno dentado. Presenta flores agrupadas normalmente en parejas, de color blanco-rosado, rosado o, más raramente, blanco. Florece muy temprano. Las flores aparecen antes que las hojas, a veces durante el invierno. Sus pétalos son de unos dos o tres cm. Posee frutos en drupa, con el mesocarpo inicialmente blando pero que se va endureciendo a medida que madura. Su semilla es comestible (almendra). Se reproduce por injerto sobre sí mismo o sobre el ciruelo. Al parecer, es originario de Asia y norte de África. Se cultiva en todo el litoral mediterráneo, a veces de forma naturalizada. Tiene algunas propiedades medicinales. Las semillas se emplean en confitería y en la preparación de sopas y verduras. Presenta dos variedades típicas de almendra: amara y dulcis ; de esta última existe un gran número de cultivares hortícolas para aprovechamiento de su fruto. Del mismo se extrae un aceite utilizado en medicina. La variedad amarga contiene ácido cianhídrico, por lo que no se usa, ya que puede provocar náuseas, trastornos respiratorios, hipotermia y asfixia. Veinte almendras amargas pueden ser mortales. Las almendras se usan para tratar enfermedades de la piel, se confeccionan mascarillas de efectos nutritivos y revitalizantes, y también para curar quemaduras superficiales y dermatosis. La leche de almendras se utiliza por su valor nutritivo como complemento alimentario en casos de anemias, etapas de crecimiento e incluso embarazos. Su madera es muy dura, pero la facilidad con que se raja restringe su uso. Su corteza destila una goma parecida a la arábiga.
Especie muy sobria que sobrevive por ello en condiciones adversas, aunque disminuye entonces su rendimiento. Es frutal de zonas cálidas, pues es tolerante a la sequía pero no al frío. Su fruto, la almendra, requiere un largo periodo de maduración, de forma que su floración, que en Andalucía se produce en la segunda quincena de enero, no permite una recolección hasta nueve meses después. Prefiere suelos sueltos y arenosos. Introducido probablemente por los fenicios, se cultiva en España desde hace más de 2.500 años. Se valora el almendro porque permite utilizar terrenos marginales, da vida a industrias locales derivadas "turrones" y es apreciado, asimismo, por sus cualidades conservacionistas. Su cultivo experimenta un notable crecimiento en los últimos años. España (más de 250.000 ha) es el segundo productor mundial de almendro, tras EE UU, y por delante de Italia. Aunque se mejoran sensiblemente los rendimientos en los últimos lustros no es un producto competitivo a escala internacional y en muchos casos no resulta rentable, por lo que es subvencionado por la UE, subvenciones que tienen un futuro incierto al inicio del siglo. El almendro español, de secano, alcanza sólo una quinta parte del rendimiento del almendro de California, en regadío. Almería y Granada son las dos grandes productoras andaluzas "y españolas", seguidas de Málaga, es decir toda la región penibética, en la que se despliega en una extensa superficie, pero en su mayoría laderas o terrenos de difícil acceso, poco propicios a otros cultivos. La producción, que registra importantes oscilaciones, pues es un cultivo vecero * llega a superar las 102.000 toneladas (1997, máximo histórico), el promedio de 1995-2000 se sitúa en las 55.000. [Antonio Checa Godoy / Miguel Aguilar Urbano ]
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