Llamamos fenicios a los habitantes semitas de los reinos de Fenicia, la franja costera del Próximo Oriente que ocupa actualmente el Líbano, así como a colonos que desde allí establecen asentamientos en todo el Mediterráneo durante el I milenio a.C. El origen del etnónimo "fenicios" proviene del griego phoínikes con el que los griegos denominaban a este pueblo semita y está relacionado con el color rojo, phoinix , de las telas tintadas de púrpura que los fenicios fabricaban. Los fenicios se denominaban a sí mismos canani o cananeos, los habitantes de la tierra de Canaan, organizada en una serie de reinos formados por ciudades-estado con un territorio reducido: Biblos, Arados, Sidón, Tiro, Beritus, Sarepta o Arwad. Tiro era a comienzos de la Edad del Hierro la principal ciudad fenicia, iniciando la fundación de colonias en Chipre en el siglo X a.C. y desde el siglo IX a.C. en Africa, Malta, Sicilia, Cerdeña y la Península Ibérica, donde se descubren en los últimos 40 años decenas de asentamientos coloniales, del Levante a Portugal, pero sobre todo en las costas de Andalucía.
Primeras colonias litorales. En Anda-lucía la geografía de la colonización fenicia comienza en Almería con los asentamientos de Baria (Villaricos) y Cabecico de Parra en la desembocadura del Almanzora; Cabecicos Negros en la del Antas y Abdera (Adra) en la del río de Adra. En la costa granadina sobresale Sexs (Almuñécar), junto al río Seco, mientras que el mayor número de asentamientros coloniales se encuentran en la costa malagueña: Morro de Mezquitilla y Chorreras junto al río Algarrobo; Toscanos, en la desembocadura del Vélez, Cerro del Villar en la desembocadura del Guadalhorce; Río Real, en Marbella o el Torreón en Estepona. En la provincia de Cádiz se encuentra Montilla en la desembocadura del Guadiaro; Cerro del Prado, en la del Gudarranque. Finalmente, Gadir (Cádiz), la única fundación colonial creada inicialmente con rango urbano, se ubica en distintos núcleos en la bahía de Cádiz y la desembocadura del Guadalete, de los que la actual Cádiz y Castillo de Doña Blanca serían los más significativos. A estos asentamientos habría que añadir posiblemente Spal, situado en el antiguo estuario del Guadalquivir, en la actual Sevilla, según algunas hipótesis que se ven reforzadas por los recientes descubrimientos en El Carambolo (Camas).
Los asentamientos constan de viviendas de planta rectangular que se disponen en terrazas siguiendo líneas de similar cota en las laderas y dejando calles entre las terrazas. En algunos casos, como en Morro de Mezquitilla y Toscanos, se documentan edificaciones singulares relacionadas quizás con la aristocracia colonial. Los estudios territoriales efectuados ponen de manifiesto que las colonias ejercen su control sobre un pequeño territorio de apenas una decena de kilómetros cuadrados desde el litoral hasta las laderas del piedemonte más inmediato. Los estudios de restos paleobotánicos y arqueozoológicos revelan las especies vegetales (cereales, vid, olivo, leguminosas, frutales) y animales (ovicápridos, bóvidos, suidos) con que subsisten los fenicios, mientras que tenemos datos de la transformación de minerales de plomo, cobre o hierro, abundantes en las serranías litorales andaluzas.
Artesanía y metalurgía. Productos artesanales fenicios de alta calidad como las joyas, los recipientes y útiles de bronce y marfil fueron fabricados en las colonias y se distribuyen entre los pueblos autóctonos a través de unas relaciones políticas y de intercambio protagonizadas por las elites coloniales y las elites autóctonas, basadas en el intercambio de regalos entre iguales. Los aristócratas fenicios transmiten a las elites autóctonas un conjunto de prácticas sociales y estilos de vida propios de las aristocracias del Mediterráneo oriental, que contribuyen a la definición de una aristocracia autóctona emergente. Los fenicios difunden también tecnologías desconocidas hasta entonces en la Península Ibérica: la metalurgia del hierro, la copelación de la plata, el torno del alfarero, la arboricultura, la producción de vino y aceite, diversas técnicas artesanales y constructivas, y finalmente la escritura.
Las colonias fenicias, por su parte, son las receptoras de las redes de relaciones de las sociedades autóctonas a fin de obtener metales como plata, estaño y oro o marfil norteafricano, a los que daban salida hacia Oriente y otros lugares del Mediterráneo con los que mantienen unas relaciones comerciales que se pueden rastrear a partir de la presencia de ánforas, cerámicas de mesa y otros productos procedentes del Oriente fenicio, Cartago, Etruria y puertos griegos como Mileto, Samos, Corinto y Atenas.
Las necrópolis fenicias del periodo colonial que son investigadas, Cerro de San Cristóbal y Puente de Noy en Almuñécar, Cerro del Mar, Lagos y Trayamar en Torre del Mar y Algarrobo, Campos Elíseos en Málaga, se componen de tumbas de pozo, hipogeos excavados en la roca y tumbas de cámaras de sillares de una gran riqueza constructiva. Los ajuares funerarios contienen en muchas ocasiones vasos de alabastro egipcios o de tipo egipcio, que en algunos casos como sucede en Almuñécar, portan inscripciones con los nombres reales de los faraones de la XXII, XXV y XXVI dinastías, Osorkon II, Takelot II y Seshonq III.
Las divinidades fenicias protectoras de la colonización, de cuyo culto tenemos testimonios son Melqart y Astarté, la pareja de dioses tutelares de Tiro. Por las fuentes clásicas tenemos noticia de la existencia de templos de Melqart en Gadir y Sexs, mientras que hay evidencias arqueológicas de templos de Astarté en El Carambolo (Camas, Sevilla) y posiblemente en Baria.
Ciudades-estado fenicias. Hacia finales del siglo VII y comienzos del siglo VI a.C. se inicia un proceso de formación de ciudades-estado, en el transcurso del cual se abandonan los asentamientos secundarios y algunas de las colonias experimentan un crecimiento demográfico y se fortifican, como ejemplifican las murallas del Cerro del Alarcón en Toscanos o las de Malaka, según muestran las excavaciones en el Museo Picasso, en un periodo en el que se debe potenciar su función de puertos con el incremento del tráfico comercial con otras áreas mediterráneas, y en el que deben sufrir la presión externa por piratería o por las poblaciones autóctonas, ya articuladas en estados iberos. En el litoral andaluz estas ciudades son Gadir, Carteia, Suel, Malaka, Mainoba, Sexs, Selambina, Abdera y Baria.
A partir del siglo VI a.C., a las actividades artesanales, agrícolas y ganaderas y pesqueras hay que sumar de forma destacada la producción de salazones de pescado, que desde el área gaditana se extiende a casi todas las ciudades fenicias, distribuyéndose en los siglos V a III a. C. a Cartago, Sicilia y Grecia, según testimonian las fuentes griegas y los hallazgos de ánforas que contienen estos productos. Todo ello convierte a las ciudades fenicias occidentales en los puertos de comercio del Sur de la Península Ibérica, por donde se reciben y distribuyen los productos griegos y cartagineses, experimentando una época de auge en los siglos V y IV a.C.
Durante el periodo de hegemonía de Cartago en el Mediterráneo Occidental, estas ciudades fenicias occidentales son sus aliadas: el texto del segundo tratado entre Cartago y Roma de 348 a.C. transmitido por el historiador griego Polibio sugiere la existencia de intereses políticos y comerciales cartagineses en la Península Ibérica. Poco se sabe de la organización política de estas ciudades, que se puede reconstruir por datos ofrecidos por las inscripciones monetales y las fuentes clásicas de los siglos III a I a.C.: además de los sufetes como magistrados supremos, hay un Consejo formado por los notables y una Asamblea de los ciudadanos como principales instituciones.
Integración en el imperio romano. Desde mediados del siglo IV y a lo largo del siglo III a.C. la información arqueológica sugiere unas mayores relaciones comerciales de Gadir y las demás ciudades con Cartago, Ebusus, Emporion y Massalia, que se materializan en la acuñación de moneda por Gadir hacia 300 a.C. o algo después. Tras la llegada a esta ciudad del ejército cartaginés en 237 al mando de Amílcar Barca se intensifican las relaciones de los fenicios occidentales con Cartago y con motivo de la guerra contra Roma las distintas ciudades y en particular Gadir son aliadas de la potencia africana, contribuyendo modestamente con sus acuñaciones monetales y sus naves de guerra a la causa cartaginesa. Tras las victorias del ejército de P. Cornelio Escipión en Hispania a partir de 209 a.C., que llega a tomar Baria tras un corto asedio, las ciudades de los fenicios occidentales se entregan a los romanos, de quienes se convierten en ciudades tributarias, excepto Gadir, que envia legados a Escipión, con quien establecen en 206 a.C. una alianza, en la que está el origen del tratado entre Roma y Gadir, desde entonces una fiel ciudad federada de Roma
Durante las dos centurias siguientes los fenicios occidentales mantuvieron sus leyes, lengua, tradiciones y cultos en paralelo al desarrollo de un largo proceso de integración política, económica y cultural en el Imperio romano que culmina con la concesión de estatutos de municipalidad en diversos periodos históricos. A lo largo de estas dos siglos las ciudades de Gadir, Malaka, Sexs y Abdera acuñan monedas de bronce con leyendas en lengua fenicia, representando a sus principales divinidades tradicionales, como expresión de la consolidación de la economía monetaria. Desde el punto de vista económico incrementan la producción de salazones de pescado, introduciendo a comienzos del siglo I a.C. la forma de producción esclavista y desarrollaron un intenso tráfico comercial con distintos puntos del Imperio romano. Las clases propietarias fenicias participan de las redes clientelares instauradas por la nobleza senatorial romana en la provincia Ulterior, como muestra el caso de los Cornelios Balbos gaditanos, y con motivo de las guerras civiles se alinean principalmente en el bando cesariano: Gadir encabeza la revuelta pro-cesariana de la provincia, por lo que obtiene en 49 a.C. el estatuto de municipio romano de manos de Julio César, mientras que en la misma fecha Sexs obtiene el estatuto de municipio latino y quizás Malaka la condición de ciudad federada. En época augustea se inician en muchas de las ciudades de origen fenicio programas urbanísticos que les confieren un aspecto netamente romano, y es bajo la dinastía Flavia cuando las demás ciudades obtienen el estatuto de municipios latinos. [ José Luis López Castro ].
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