(JA). En el noroeste de la Comarca Sierra Sur-Martos, limitando con la de Andújar, en la campiña del río Guadalquivir, se localiza Porcuna con una extensión superficial de 177 km 2 y una población total en 2005 de 6.150 habitantes. El municipio cuenta con una rica y densa historia, pues existe constancia de la ocupación de estas tierras y de la organización social de sus pobladores en lo que hoy se conoce como Parque Arqueológico de Cerrillo Blanco, donde se encuentran restos de 29 sepulturas individuales y megalíticas (se estima que son del siglo VII a.c) y un conjunto escultórico ibérico (del siglo IV a.C., con representaciones de guerreros con animales mitológicos, escenas de caza, sacerdotes, etc.) de gran calidad, por su número y valor artístico. Algunos estudios indican que por ésta época la ciudad se conocía como Ipolca ("lugar fortificado en una colina"). Posteriormente, su situación en el cruce de caminos, entre el este y oeste regional y su riqueza agrícola (sobre todo con el cultivo del cereal), le lleva a una época de esplendor, hasta tal punto que sobre los siglos III y II a.C. acuñan su propia moneda local y en ellas, junto al nombre de Ipolca aparece Obulco (nombre latino de una diosa local). Durante la época romana desempeñan un papel estratégico y decisivo, cuya lealtad al pueblo romano le lleva a que se le otorgara el título de Urbs Victrix Nobilis ("ciudad vencedora y noble"), que le da derecho a incorporarse al estado romano.
Ya en el siglo VIII, por derivación del nombre de Obulco, se denomina Hisn Pulkuna ("recinto o monte amurallado") y hacen de ella una de las capitales de distrito, perteneciendo en unos períodos a la cora de Córdoba y en otros a la de Jaén. En el siglo XI se incluye en la taifa de los Zirí granadinos, primero, y a la espaciosa de los abbasíes sevillanos, después, integrando en el XIII el reino almohade de Jaén. En 1240 ó 1241, la ciudad pasa a manos de los castellanos (Fernando III la cede a la Orden de Calatrava), probablemente ganada a los musulmanes gracias a un pacto de sumisión o pleitesía (con lo que permanece la mayoría de la población y, según el historiador francés Lapeyre, aún a principios del XVII había en Porcuna una importante morería). De esa época andalusí es la Torre de Boabdil (donde se dice que estuvo el rey preso, en 1485, tras ser hecho prisionero en la batalla de Lucena) e inmediatamente después, la Iglesia de San Benito, del siglo XV, reflejo del espíritu cisterciense de la Orden de Calatrava y que es priorato y monasterio benedictino. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, Porcuna vive sumida en una larga fase depresiva, marcada por las malas coyunturas agrarias, la fuerte presión de la Hacienda Real y el descenso de su población. Sin embargo, durante el siglo XIX se produce la gran expansión agraria (del cereal y el olivar), que contribuye a un fuerte incremento demográfico, llegando a finales del mismo siglo a contar con casi 9.000 h.
A principios del siglo XXI continúa siendo un municipio eminentemente agrícola, con monocultivo del olivar en secano (con el 95% de las tierras labradas, más de 15.300 ha), que no sólo condiciona el mercado de trabajo sino casi todos los aspectos socioeconómicos de la localidad. En el primer caso, de la población ocupada (que supone el 27% de la total), el 35% trabaja en las labores del campo, que se concentran entre los meses de noviembre y febrero con la recogida de la aceituna y, puntualmente, en otras labores de tratamiento y mantenimiento del olivar. Esta concentración de la demanda de mano de obra implica que una proporción muy importante de estos trabajadores sean eventuales agrarios, algo más del 85%. Esta situación, unida a una elevada tasa de desempleo (22,4%), provoca que continúen los flujos de emigración que comienzan en los años cincuenta del siglo pasado. Al envejecimiento de población (los mayores de 65 años suponen el 23,5%, por encima de la de menos de 20 años, que son el 21,7%), consecuencia de lo anteriormente expuesto, se une un actual incremento relativo de población negativo (-1,33%), que agrava aún más la situación de falta de población activa formada y con espíritu emprendedor que contribuya al crecimiento y diversificación económica de esta localidad. [ Reyes Manuela González Relaño ].
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