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BACARISAS, GUSTAVO |
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(gibraltar, 1873-sevilla, 1971).
Pintor. De tendencia post-impresionista,
asume y en parte vulnera los elementos de la plástica andaluza de su
tiempo. Es un pintor autodidacta hasta que se va a Roma con una beca en
1892, una bolsa de estudios que en realidad proviene de la recaudación
que llevan a cabo sus propios amigos y vecinos gibraltareños, conscientes
de su innegable talento para las artes plásticas. Más tarde, en 1911
viaja a Buenos Aires para ejercer de profesor en la Academia Nacional,
exponiendo su obra al público argentino con gran éxito. En 1916 llega a
Sevilla, donde trabaja hasta su muerte. Su pasaporte británico le priva
de honores académicos en España, pero al mismo tiempo le abre las puertas
del mundo para viajar e interesarse por las nuevas corrientes pictóricas
del momento. Aunque a la vuelta de sus viajes se da cuenta de que la luz
y la musicalidad que tienen los pueblos andaluces no se encuentra en
ningún otro sitio. Un serio magisterio de la luz y del color caracteriza
a su obra, desde sus orígenes. Es el caso de una de sus piezas,
titulada
Il Corso
y que, en su día, es expuesta por la Real
Academia de Italia: en sus inicios, se fija en jóvenes mujeres que le
sirven de modelos para una serie que incurre en el orientalismo al gusto
romántico pero con una fuerte carga sensual. Luego, vendrían piezas
como
Noche sevillana
,
Conchita
y
Joven gitana
, en la que va urdiendo su propio mundo,
una atmósfera mestiza en donde cabe una lectura sosegada de las
tradiciones pictóricas del XIX, sin que se atreva a cruzar esta línea y
apostar por las vanguardias que empiezan a surgir en ese mismo tiempo. Su
renombre crece al pairo de retratos y naturalezas muertas, hasta abrirle
las puertas de la Real Academia de Inglaterra, realizando escenografías
diversas en la capital británica. Su vocación artística le lleva a
experimentar en otras áreas como la escenografía y el diseño de
figurines. Esa faceta le conduce hasta Suecia, adonde viajará en 1922,
para pintar los decorados de la ópera
Carmen
. Allí conoce a su compañera de vida
durante medio siglo, Elsa Jernas. Ya en la década de los años veinte se
le considera un maestro de talla internacional como modernista. En sus
obras predomina un lirismo incontenible, formulado en un mundo de morados
y cárdenos, de azules intensos y minerales en los que se encuentra su
norma gracias a una arquitectura interior largamente asimilada en sus
años de formación. Desde el año 1921 datan sus bocetos para la azulejería
del Pabellón Real de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Muchos años
más tarde el Museo de Bellas Artes Hispalense adquiere su célebre
cuadro
Sevilla en fiestas
. Aunque fija su residencia habitual en la
capital de Andalucía, Gustavo Bacarisas retorna temporalmente a Gibraltar
durante los agitados años de la guerra civil española. Allí pintará el
lienzo
The Harbor with Atlantic Fleets
, que regala al pueblo gibraltareño. Pero
tras la Segunda Guerra Mundial, volverá a Sevilla, aunque manteniendo
lazos personales con su ciudad natal. De hecho, es comisado para pintar
un paisaje del Peñón, regalado a la reina Isabel II de Inglaterra por las
autoridades locales. En 1962 es la primera persona en recibir el galardón
Libertad de la Ciudad de Gibraltar. Con el tiempo, su obra y su
personalidad adquiere un reconocimiento pleno tanto en Andalucía como en
Gibraltar, donde se instituye un premio anual de pintura que lleva su
nombre y se dedica a su pintura una de las salas del John McKintosh Hall.
El crítico de arte José Riquelme Sánchez llega a formular el enunciado de
"siglo de oro de la pintura campogibraltareña" para una serie de autores
a caballo entre ambas centurias, una saga de la que formarían parte
Agustín Segura, Rafael Argelés, Ramón Puyol y, por supuesto,
Bacarisas.
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