|
CHANO LOBATO |
VOLVER |
|
(cádiz, 1927- sevilla 2009). Cantaor denombre Juan Miguel Ramírez Sarabia, a quien también se conoce simplemente como Chano. Nace y crece en el barrio de Santa María, escuchando a los flamencos en la tienda del Matadero y otros locales míticos de dicho enclave gaditano: "Allí no se hablaba entonces de payos o gitanos. Allí, se era flamenco o no se era flamenco", suele afirmar. Su padre muere en un accidente de tráfico cuando él era muy joven, así que abandona el colegio y se gana la vida en diversos oficios, tanto en el muelle como en la Fábrica de Tabacos. Por las noches acude a las reuniones en locales donde la prostitución alternaba con el flamenco, al calor de los señoritos: una constante en el ambiente flamenco de la época, pero que le permite forjar sus primeros pasos artísticos. "Me encantaba bailar desde chiquillo, porque yo bailaba. De niño bailaba, daba mis vueltecitas. Me acuerdo que me decía Ignacio Espeleta que era el cohete, cohete, porque bailaba mu nervioso. Tó esto te estoy hablando de chiquillo, cuando tenía cinco o seis añitos", le explicaba al periodista Miguel Mora. En carnaval acompañaba a flamencos como la Perla, los hermanos Jineto, Curro la Gamba, Rosario la de Ojitos, o María la Ñaña. También frecuenta las ventas y admira profundamente a Aurelio Sellé o a Antonio El Chaqueta, cuando muda su domicilio a Sevilla, tras conocer a su esposa Rosario: "Ella me salvó la vida. Si no, con todo lo que bebía, hoy estaría en la güisquería de los callados", refiere Chano. Sus pasos artísticos son desde el Pasaje de El Duque en Sevilla al Villa Rosa de Madrid, al tiempo que milita en el ballet de Alejandro Vega y en la compañía de Manuela Vargas, con quien viaja por Europa. Hay un tiempo en que él se daba "una vueltecita" al baile, pero pronto se decanta por el cante de atrás, acompañando a bailaores de la talla de Pilar López, Carmen Amaya o Antonio, con quien recorre medio mundo a lo largo de 16 años. Antonio Murciano le anima a cantar de adelante y a grabar su primer disco, en 1974, tras obtener el premio Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional de Córdoba. De hecho, como demuestra su discografía desde entonces, hasta llegar al Azúcar Cande del año 2001, lo ha cantado prácticamente todo, de la siguiriya a las tonás, la farruca y el garrotín, los cantes de ida y vuelta, y convirtiéndose, desde luego, en el último gran maestro de los cantes de Cádiz. En 1986 merece, en mérito a su trayectoria artística ejemplar, la III Distinción Compás del Cante, un galardón que le abre las puertas de muchos otros, desde la Medalla de la Junta de Andalucía a los premios Grammy. Paralelamente, Chano Lobato hereda una concepción de la gracia cuyos últimos exponentes gaditanos fueron Ignacio Ezpeleta, Pericón de Cádiz y El Beni. Tanto su hijo Antonio "prematuramente fallecido en accidente de tráfico en Grecia", como Chanito, ejercieron como guitarristas, llegando a acompañarle en numerosas ocasiones. "Chano Lobato ha sido quizás el mejor cantaor para bailar de la historia "afirma Ángel Alvárez Caballero". Por lo menos en el siglo XX. Los grandes bailaores se lo disputan, aunque ahora ya no se prodiga en este campo, desde que pudo liberarse de esa servidumbre y cantar adelante junto al guitarrista".
|
|