(HU). En el curso bajo del Guadiana y sobre una superficie de 50 km 2 , se extiende el municipio de Isla Cristina. Sus tierras son jóvenes, más aún las del litoral, que lo caracteriza, y su vinculación al mar es literal hasta el punto de que buena parte de su superficie se va formando sobre marismas que crecen sobre la zona de mareas, consolidando espacios entre caños y creando istmos hacia bancos aislados. Esta peculiaridad justifica el vocablo "isla" en el topónimo. Es limítrofe con los municipios de Lepe al este, Ayamonte al oeste y Villablanca al norte, y está habitado por casi 20.000 h., aunque su población llega a triplicarse durante el verano, constituyendo la propia atracción de su litoral una seña de identidad en la parte occidental de Andalucía. Con inviernos suaves y veranos cálidos propios de un clima mediterráneo con el factor atemperante del Atlántico, su climatología marca la economía de modo favorable. Al igual que los municipios vecinos, el turismo tiene que convivir con unas actividades agrícolas modernas y pujantes dentro de unos márgenes de sensibilidad y respeto por el medio ambiente. Los cambios en su morfología física son apreciables de generación en generación, pues el término se hallaba compartimentado en tiempos históricos recientes por numerosos caños con la tierra firme muy dispersa y exigua. Sólo las arenas basales en el norte del municipio constituían un territorio propio para el asentamiento, y efectivamente es donde se sitúa el núcleo de la Redondela, más antiguo que la propia cabecera municipal. Una dinámica de esteros, dunas y marismas van enrareciendo la insularidad de Isla Cristina, cerrando el paso primero para convertirlos en una laguna con un frente dunar y otra zona marismeña. La acción eólica acabó tapizando la marisma, dando lugar a más tierra firme, y hoy día a una amplia zona de recreo vital para el núcleo urbano (Jurado y Márquez, 1998).
Esta juventud en su configuración física se traduce, a su vez, en un poblamiento reciente, si se compara con las cabeceras de los municipios vecinos. Hace poco más de dos siglos que comienzan los asentamientos de pescadores, animados por las actividades de la pesca y el comercio de salazones, que iniciaron catalanes y valencianos. Estos orígenes están escritos en la Memoria Histórica sobre la fundación y progreso de la real Isla de la Higuerita , escrita por el padre José Miravent, natural de la Isla y su primer párroco. Dichas memorias suponen una base documental de gran valor para conocer los orígenes de Isla Cristina. En efecto, La Higuerita es el primer nombre que toma este enclave, con condiciones favorables para el abrigo de las pequeñas embarcaciones y un fácil acceso a Ayamonte. Asimismo, la condición insular le facilita eludir tradiciones jurisdiccionales y gravámenes, quedando bajo jurisdicción exclusiva de la corona. Tras un breve período en el que La Redondela contribuye a la creación del Ayuntamiento de La Higuerita, esta localidad es gobernada por oficiales de la marina, hasta que en 1833 se constituye nuevo ayuntamiento. En 1834, la localidad toma el actual nombre de Isla Cristina y el título de ciudad en 1924 por Real Decreto.
La economía de Isla Cristina está muy marcada por su origen pesquero y el más reciente recurso del turismo veraniego, con carácter de segunda residencia, que se nutre de las cercanas capitales Huelva y Sevilla. Hasta la reciente construcción del complejo Islantilla, en el límite municipal con Lepe, la oferta hotelera era insignificante, pero actualmente esta acción urbanística cambia la imagen turística de esta parcela de litoral, definiendo una oferta turística de grandes dimensiones en la que se incluyen campo de golf, puerto deportivo y multitud de locales en el sector hostelero. Las aspiraciones de entrar en el circuito turístico internacional se ven favorecidas por la construcción del puente internacional sobre el Guadiana y la promoción del aeropuerto de Faro en Portugal. Este nuevo formato de turismo está trayendo una nueva escala en la presión sobre el medio, que abarca desde el consumo de suelo hasta las necesidades de abastecimiento de agua.
Las actividades agrarias compiten con el golf por el recurso hídrico, que proviene de la nueva regulación del Chanza. En los últimos 25 años el crecimiento de los regadíos con una base de cítricos y fresón pasa de un 11% a un 87%. Este dato toma más valor teniendo en cuenta que en la Provincia de Huelva sólo se riega un 13,9% de la superficie cultivada, según Jurado y Márquez (1998). Los cultivos en retroceso son el olivar, cereal y viñedo, junto con las actividades ganaderas y forestales. De ésta última sólo cabe señalar el predominio de eucaliptos, escasas manchas de pinares y el ecosistema dunar que sufre la presión urbanística y turística en el litoral.
La crisis del sector pesquero, que afecta a todo el litoral andaluz, puede ser una de las espuelas para buscar sectores alternativos; no obstante se mantienen las capturas de sardinas, mariscos y bivalvos recolectados en las zonas marismeñas. De hecho, en la gastronomía local siguen destacando las gambas y coquinas al ajillo, arroz a la marinera, etc. Al tratarse de un municipio joven, el patrimonio material es escaso, y la iglesia más antigua, el Templo de los Doce Apóstoles data del siglo XVIII y se encuentra en el núcleo de la Redondela. Sí es más conocido el patrimonio cultural, con sus carnavales en febrero y las fiestas de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad. Y como no, la Virgen del Carmen, como corresponde a toda localidad marinera, el 16 de julio. [ Jesús Gabriel Morneo Navarro ].
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