(JA). La comarca de Linares se localiza sobre los terrenos ondulados que constituyen las campiñas del norte de Jaén, entre los 340 y los 600 m. de altitud media, elevándose ligeramente hacia el norte, en su confluencia con el borde de la meseta donde se superan los mil metros. En este terrenos ondulados de media montaña, la excelente conservación del bosque mediterráneo, junto a una orografía con formaciones geológicas de gran belleza, permite la creación del Parque Natural de Despeñaperros, sobre una extensión de 8.000 ha.
Estas sierras son el hábitat de un bosque mediterráneo compuesto de formaciones de encinas, alcornoques y quejigos, con manchas de pinos de repoblación y un denso y rico sotobosque de jara, lentisco, madroño y acebuche. La existencia de importantes cursos de agua permite su aprovechamiento hidráulico, como los pantanos del Rumblar y del Guadalén. Los aprovechamientos económicos derivan de estos recursos: la explotación forestal y la cinegética.
El paisaje cambia hacia el sur de estas sierras, donde predominan terrenos ondulados de campiñas, con abundancia de calizas margosas que dan lugar a suelos pardos calizos, escasa pendiente y definida vocación agraria. El clima mediterráneo continental característico de esta zona proporciona unas precipitaciones anuales medias de 500-700 mm, desigualmente repartidas y unas temperaturas anuales medias moderadas (16-17º C).
Estas suaves formas topográficas son tradicionalmente la ruta natural de comunicación entre la meseta y el Valle del Guadalquivir, por el paso de Despeñaperros. Sin duda en esta circunstancia está el origen de sus grandes ciudades, favorecidas por una importante red de comunicaciones. Es el caso de Bailén, que se constituye como importante nudo viario (N-IV; N-323 y N-322) y ferroviario, que posibilita un alto grado de conexión al resto de grandes núcleos entre sí y, en general, las conexiones intracomarcales son superiores a la media regional.
Los rasgos demográficos nos presentan un territorio de interior bastante poblado, aunque muy concentrado en los núcleos, alcanzándose los 104.534 h., tan sólo superada por la comarca de Jaén, y unas densidades de población bajas (62,4 h/km 2 ). El contingente demográfico sufre importantes variaciones, impulsado por las diferentes crisis mineras e industriales, siendo la tendencia actual regresiva, con un comportamiento del crecimiento vegetativo inferior a la media andaluza, mucho más acusado en la capital comarcal, donde la crisis industrial se manifiesta de manera más profunda. Sin embargo, la estructura de esa población por edades muestra una población en su conjunto joven, mucho más significativa en la capital comarcal, donde tan sólo la décima parte superan los 65 años "en Andalucía esta cifra alcanza el 15%".
La distribución de la población ocupada por sectores refleja uno de los rasgos más definitorios de esta comarca: el gran peso de la actividad industrial, con unos datos para el total de la comarca superior en 15 puntos a la media andaluza "41,6 frente a 26,2" y el escaso protagonismo del sector agrario "especialmente en Linares con un exiguo 2,6%". Este sector agrario comprende, en su mayoría, actividades familiares y complementarias a otras actividades; aunque merecen destacarse los cultivos leñosos de olivar, la actividad industrial resulta de una larga tradición iniciada con los yacimientos romanos en Cástulo "actual Linares" e impulsada por la actividad industrial decimonónica, extendida a otras ciudades como La Carolina. El resurgimiento de la actividad minera e industrial en el siglo XIX, impulsada por la construcción del ferrocarril a Almería, origina una radical transformación de la ciudad de Linares (en 1875 por Real Decreto, Alfonso XII le concede este título). La población se multiplica por cinco, pasando de 6.000 a 40.000 h a finales del siglo y favoreciendo, gracias al proyecto de 1871, la expansión del viejo recinto medieval con la construcción de barrios residenciales de casas individuales y rectas avenidas y bulevares, con amplias zonas verdes, parques y jardines, que ya a principios del XX va a concentrar un gran número de edificios comerciales y de la banca.
Sin embargo, a finales del primer tercio de siglo el proceso se interrumpe bruscamente con el decaimiento de la actividad minera del plomo. Una nueva revitalización de la actividad industrial se da en el año 1953, con el Plan Jaén y la posterior construcción del polígono industrial del Guadiel (Bailén), periodo que alcanza hasta finales de los años setenta cuando se inicia un proceso de reconversión industrial y reestructuración productiva. En la actualidad la vitalidad empresarial la protagoniza un gran número de establecimientos industriales y comerciales, dedicados a actividades diversas como el material de transporte; metalurgia y fabricación de productos metálicos; industrias de productos minerales no metálicos; material y equipo eléctrico; industrias de la construcción; cerámica industrial... diseminadas por gran número de polígonos industriales de las ciudades de Linares, Bailén y La Carolina. El carácter familiar y la pequeña dimensión, junto al bajo nivel tecnológico y la escasa innovación, les resta competitividad y les aboca a una gran dependencia de los ciclos económicos.
Significativo es también el sector servicios. Centrado en la hostelería, el comercio, los transportes, los servicios a las empresas y los servicios públicos, particularmente importantes en Linares, donde localizamos la sede del partido judicial, notarías, registros de la propiedad, hospital comarcal, centros de salud, centros de enseñanza, centros asistenciales "guarderías, comedores, centros de día de la tercera edad...", que confieren a esta ciudad su indudable carácter de centro comarcal, tanto por su tamaño demográfico (segunda ciudad jiennense) como por su actividad industrial y de servicios. Esta polarización de actividades y servicios producen, en general, un estimulo a la inversión y al dinamismo socioeconómico, y supone para la ciudad una indudable capacidad de atracción y de articulación territorial, a pesar de su proximidad a la capital provincial.
La riqueza de la comarca, superior en un 20% a la media andaluza, sus recursos humanos y productivos, y la polarización de equipamientos e infraestructuras en Linares permiten incrementar la funcionalidad de la comarca como área industrial. Y ello pese a la situación de crisis y debilidad productiva por la que pasa, que debería corregirse con políticas e inversiones dirigidas hacia una mayor diversificación de las actividades industriales, mejora de sus infraestructuras y equipamientos "con especial énfasis en los polígonos industriales", una mayor dedicación (en tiempo y recursos económicos) a la innovación y el desarrollo tecnológico, que propicien un crecimiento de la actividad empresarial, un fortalecimiento del tejido productivo y una proyección hacia los mercados exteriores (nacional e internacional). [ Javier Navarro Luna ].
|