(JA). El municipio de La Carolina está situado en el noroeste de la provincia de Jaén, en la Comarca de Linares, lindando al norte con la provincia de Ciudad Real, lo que implica que su término municipal, de 201 km 2 , se encuentra ubicado en plena Sierra Morena oriental, lo que le confiere una altitud sobre el nivel del mar de 595 m. Se halla muy próxima al paso de Despeñaperros, concretamente en el km. 268 de la Autovía de Andalucía entre Madrid y Sevilla, y a 66 km. de la capital provincial. En el año 2003 su población asciende a 15.198 h., cuyo gentilicio es carolinenses. El medio físico de La Carolina se caracteriza, desde el punto de vista geológico, por la abundancia de suelos de pizarra. Su clima es de tipo mediterráneo con inviernos fríos y húmedos, y veranos muy cálidos y secos. Entre los elementos hídricos más destacables del término municipal se encuentran los ríos Guarrizas y La Campana, y al sureste de la localidad se encuentra el pantano de La Fernandina, en cuyo entorno se dan especies vegetales típicas del bosque mediterráneo adehesado con presencia de abundantes encinas.
La ciudad surge en el año 1573 en torno al convento de carmelitas La Peñuela, del que, en principio, toma su nombre. Más tarde, en 1767, se instala en dicho convento el intendente real para Andalucía Pablo de Olavide, fundando en ese lugar la ciudad de La Real Carolina, en honor de rey Carlos III, con el fin de llevar a cabo los proyectos de las Nuevas Poblaciones en Sierra Morena al amparo de los Planes de Colonización del Interior de España, que propician la creación de 44 pueblos y 11 ciudades, fundamentalmente a partir de colonos extranjeros, con el principal objetivo de urbanizar los llanos de la Parrilla y Sierra Morena para luchar contra los bandoleros, explotar mejor la tierra, generar riqueza y, de esta forma, asegurar la ruta de mercancías y riquezas procedentes del Nuevo Mundo en el camino entre Cádiz y Madrid. La construcción de la ciudad se termina en 1770 y La Real Carolina sería la capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. La Carolina está considerada como una joya urbanística, constituyéndose en uno de los mejores ejemplos del urbanismo racional de la Ilustración, lo que se puede constatar en su plano de cuadrícula diseñado a base de grandes avenidas y ejes axiales que se cruzan en numerosas plazas de diseño circular, rectangular y poligonal.
La evolución demográfica de esta ciudad está ligada a la de las actividades productivas y económicas del municipio. Ya en el reinado de Carlos III, su capitalidad de las Nuevas Poblaciones hacen de ella uno de los centros más industriosos y activos de la zona, lo que, sin duda, atrae un importante contingente poblacional. Pero serían las actividades mineras de Sierra Morena, reanudadas a finales del XVIII y mantenidas en activo hasta el primer cuarto del siglo XX, las que impulsarían su economía. Es la época en la que la Compañía de Ferrocarril de La Carolina conecta los yacimientos más importantes de la zona prolongándose hasta Guarromán y Carboneros. Esta actividad será la principal causa del fuerte crecimiento demográfico de la ciudad, hasta el punto de que el máximo poblacional coincide con el final de esta etapa económica y en 1920 se datan 18.647 h., el mayor contingente que tiene la urbe en toda su historia.
Así, durante el siglo XIX la población de La Carolina se quintuplica, comenzando el siglo XX con 9.142 h. y es a partir del primer tercio del mismo cuando el municipio experimenta un lento declive poblacional, agudizado por la Guerra Civil (15.239 h. en 1940) y los procesos de éxodo rural, hasta un valor mínimo de 12.961 h. en el año 1960. Desde entonces, el conocido "boom" poblacional propicia un proceso de recuperación demográfica (15.981 personas en 1970) hasta los años ochenta, en los que sus efectos se irán disipando, estancándose la población en las últimas décadas en torno a los 15.000 h., con un crecimiento vegetativo casi nulo (aproximadamente el 2 ").
Como se indica más arriba, la actividad económica tradicional de La Carolina es la minería, pues, junto con Linares, forma una de las cuencas mineras de plomo más importantes de Sierra Morena. Esta actividad viene a aumentar el potencial económico de la ciudad que, hasta el siglo XVIII, tiene su base en las fábricas textiles "paños, seda, albornoces, sombreros" y de lozas. El sector entra en una crisis generalizada a partir de primer tercio del siglo XX por la fuerte presencia del capital extranjero en las grandes compañías mineras y, por consiguiente, la escasa participación del capital andaluz, además de la baja competitividad y rentabilidad en el mercado internacional de los minerales de sus explotaciones. La crisis minera afecta al municipio en su conjunto, y hasta el segundo tercio de siglo no se inicia un proceso de recuperación industrial, que se intensifica en las últimas décadas gracias a los planes de reindustrialización y a las ayudas promovidas por el Ayuntamiento y por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. La Carolina posee diversos activos económicos. Por un lado, se puede considerar un municipio eminentemente industrial, tanto por población ocupada (casi la mitad de la misma, el 43%), como por su industria diversificada y especializada perteneciente a sectores tan diversos como el agroalimentario, electrónico, metalmecánico, automoción, madera o textil, plástico, caucho, etc. Por otro, ofrece ventajas desde el punto de vista logístico, al situarse junto a la Autovía Sur (E-05), cuyo trazado ha sido recientemente mejorado, como un lugar idóneo para la implantación de nuevas empresas. Le sigue en importancia las actividades relacionadas con los servicios, concretamente la hostelería y las servicios auxiliares a otras empresas (transporte y administración) con un 38%. El resto de los sectores tienen menor peso económico (la construcción con el 12% y la agricultura con el 7% de la población ocupada, en su mayoría dedicada al olivar y la ganadería).
Y todo ello sin olvidar la potencialidad turística del municipio. La Carolina cuenta con un amplio conjunto histórico-monumental neoclásico en el que destacan la iglesia de La Inmaculada Concepción (siglo XVIII), construida sobre el convento de la Peñuela; el Palacio del Intendente Olavide, en el que sobresale su gran fachada articulada; las iglesias de San Carlos Borromeo y San Juan de la Cruz; la Cárcel y el Ayuntamiento, construido en el siglo XIX, de estilo ecléctico. También se pueden visitar su Museo Arqueológico, que cuenta con una importante colección de restos prehistóricos, y el Conjunto Histórico de Las Navas de Tolosa, con el monumento a la batalla que allí se desarrolla en 1212. Las fiestas más importantes de La Carolina son la Semana Santa, en la que se pueden contemplar la hermandad de la Piedad y la cofradía de los Estudiantes; la actual Feria de Mayo (con actuaciones musicales, corridas de toros y las animadas verbenas); las Fiestas de la Fundación (en julio); y Fiestas de San Juan de la Cruz (en noviembre) en honor de su patrón. Y, si se quiere disfrutar se su gastronomía, los platos típicos carolinenses están elaborados a partir de ingredientes provenientes de la caza: perdiz escabechada o encebollada, carne de monte y foie-gras casero de perdiz, y todo ello cocinado con un excelente aceite de oliva virgen de la zona. [ Ángel Luis Lucendo Monedero ].
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