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PERLA DE CÁDIZ, LA |
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(cádiz, 1925-1975).
Cantaora, de nombre Antonia Gilabert Vargas. Crece
en una familia gitana aficionada al flamenco. Su madre, Rosa la Papera,
es asidua cantaora de fiestas y reuniones, atribuyéndosele un cante por
bulerías que lleva a la popularidad su hija; Curro la Gamba, su viudo,
destaca como un buen festero. La Perla tiene una estrecha relación desde
niña con las familias de Rancapino y Camarón de la Isla. No graba una
extensa discografía, pero la que deja es valiosa y va ganando en la
estimación de los aficionados con el paso del tiempo. Aún pueden oírse
sus registros en títulos como
Tronío gitano
o antologías como
Maestros del Cante
. Tiene una de las más bellas voces de mujer que el
cante ha dado, brillando en todo lo que hace. Camarón la admira más que a
ninguna otra, y le rinde homenajes incluso en algunas coplas de su cante:
"Para mí ha sido algo muy grande. La mejor". Tras darse a conocer en su
ciudad natal, trabaja en tablaos madrileños como Los Canasteros, El
Duende, Torres Bermejas y El Corral de la Morería. Pero también pasa por
Los Gallos de Sevilla y La Cueva del Pájaro Azul, en Cádiz. Llega a abrir
uno de su propiedad. A lo largo de su vida realiza giras por diversos
países europeos y obtiene premios de relevancia, como el del Concurso
Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, en las modalidades de alegrías y
bulerías, o el de este último compás en el concurso de Jerez de 1962.
Poco antes de su muerte, se le tributa un homenaje en el Teatro Andalucía
de Cádiz, promovido por la Peña Flamenca Enrique El Mellizo, que le
impone la insignia de oro de la entidad y la medalla de oro de la ciudad
de Cádiz. Actualmente, una peña lleva su nombre en el corazón del barrio
de Santa María. Amos Rodríguez Rey ha dicho de ella: "Poseyó La Perla la
rara cualidad de convencer a los oyentes, de someterlos a su voluntad
artística. La flexibilidad y dulzura de su voz preparaba con sorprendente
maestría la culminación de los cantes y pasaba sin esfuerzos artificiosos
y con naturalidad de la potencia, a las más deliciosas suavidades.
Expresaba La Perla su pensamiento cantaor con tonalidades plenas de
sutiles matices, con sencillez y nobleza extraordinarias, y la fuerza de
su expresión correspondió siempre a la fuerza de sus
sentimientos".
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