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VÁLOR |
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(GR). Municipio de la Alpujarra granadina, situado
en un paisaje natural de enorme belleza, al sur del Pico de San Juan, que
cuenta con 2.786 m. de altitud. El casco urbano está a 909 m. sobre el
nivel del mar y su término cuenta con una extensión de 59 km
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y una población de 708 h., que se reparten entre el
núcleo principal y las pedanías de Nechite y Medina Alfahar. Aunque
existen restos de la Edad del Bronce y hay vestigios de la época romana,
el nacimiento del pueblo data de época musulmana, cuando pertenece a la
Taha de los Jubiles y experimenta un cierto esplendor gracias a la
producción de seda. Se integra, en la cora de Elvira del califato
cordobés, luego estaba en la taifa de los Ziríes granadinos; en el XIII
pertenecía al reino almohade de Granada y, más tarde, forma parte del
estado nazarita. Tras la conquista castellana, hacia 1492,
permanece casi toda la población autóctona, pero pronto tienen que
hacerse cristianos y cambian los nombres, tomando muchas veces como
apellido el lugar de nacimiento. Así ocurre con el noble Fernando de
Córdoba y Válor, que, ante la presión de los conquistadores, encabeza una
rebelión y es coronado en Válor como rey de las Alpujarras con el nombre
de Abén Humeya. La guerra dura al amparo de las sierras y el apoyo
de la población morisca y Felipe II envía a su hermanastro, Juan de
Austria, a sofocar el levantamiento. Tras el asesinato de Aben Humeya y
el fin de la revuelta morisca, hay una expulsión parcial (después algunos
regresaron) y se traen repobladores andaluces de Jaén. En el pueblo, de
calles estrechas y retorcidas que no han perdido su sabor árabe, destaca
la iglesia parroquial de San José, del siglo XVI, el puente de Tableta,
de origen romano, y la casa donde vivió Abén Humeya. En sus alrededores
es de interés la visita a un nacimiento de aguas minero-medicinales en el
paraje conocido como Cuesta Viñas. Las fiestas más destacadas son la
primera quincena de septiembre en honor del Cristo de la Yedra, con
representación de Moros y Cristianos. El 25 de diciembre, día de Navidad,
se sigue representando el Baile de las Ánimas, derivación de la vieja
costumbre de pedir limosna para enterrar a las personas que morían sin
recursos económicos.
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