Ciudad andaluza a 572 m. sobre el nivel del mar, en un municipio de 426 km 2 y una población de 116.540 h. en 2005.
Situación y emplazamiento. Jaén se sitúa en el contacto campiña del Guadalquivir-Subbético, como otras muchas ciudades andaluzas (Martos, Baena, Cabra, Lucena, Osuna, Morón), en una posición en que se beneficia de ambas unidades naturales: la fertilidad y buena topografía campiñesa y las surgencias acuíferas de las calizas subbéticas. Pero a estas condiciones más generales se unen elementos específicos, como la cercanía de un afluente importante del Guadalquivir, el Guadalbullón y, sobre todo, su posición estratégica, potenciada por la historia. Así Jaén es el punto simétrico a Granada con el eje de los Montes en medio, al que se acercan sendas cuencas, propiciadoras de comunicaciones, desde el norte y el sur: la citada del Guadalbullón y las del Colomera y Velillos, tributarios del Genil. De este modo, Jaén es cruce de caminos y carreteras, hoy autovía hacia Bailén (donde enlaza con la de Despeñaperros- Sevilla) y Motril, pasando por la ciudad de Boabdill; y otro eje este-oeste, con bifurcaciones cerca de la ciudad. De un lado, Úbeda, Jódar, Iznalloz, y, de otro, Torredonjimeno, Porcuna, Córdoba y Martos-Alcalá la Real. El emplazamiento concreto es la falda del cerro de Santa Catalina, lugar defensivo, al pié de una buena zona de cultivos y abundante en agua, como se describe en más de una ocasión.
La Aurigi de la Bética. Yacimiento datados del Paleolítico (Cueva de Caño Quebrado) y Neolítico (Marroquíes Altos) indican antiguos poblamientos en la zona y parece que en el 207 a C. es conquistada por Publio Cornelio Escipión. En cualquier caso Aurigi, Aurgi o Auringis era un núcleo de cierta importancia de la Bética cerca de las ricas minas de Cástulo y dentro del convento jurídico (especie de provincia en el país de la Bética) con capital en Écija. Pero queda poco de aquella época (trozos de acueducto, el mosaico de Tetis, alguna estatua de mármol e inscripciones) y menos de las invasiones bárbaras.
Jaián y el largo período andalusí. En el 712, un año después de los comienzos de la islamización de la Bética, se integra en al-Ándalus, con un primer nombre de Hadira y después de Jayyán, Jeen o Xauén (lugar de paso de caravanas, referido a ese punto crucial de caminos aludido antes), como se denominaba el espacio del que era capital. Una extensa provincia del Califato, o cora, precedente territorial de la provincia actual, pero con los Montes (Alcalá y Huelma) incluidos en Granada y, en cambio, con una parte de la cuenca del Guadiana Menor y del Almanzora (Baza y Purchena). Contaba con otros distritos y ciudades importantes, como Andújar, Martos, Baeza, Segura, Arjona, Porcuna, Bédmar, Úbeda y Quesada.
Al califato sucedieron reinos de Taifas con límites cambiantes. A principios del XI presenta un territorio similar a la cora, pero hacia 1031 forma parte del amplio Estado granadino y hacia finales de siglo se integra en el de Sevilla, que abarca buena parte de Andalucía. En el XIII el reino almohade de Jaén comprende aproximadamente la antigua cora o provincia del Califato. Del siglo XII poseemos un testimonio del geógrafo al-Idrisí, que dice: "Es una linda ciudad cuyo territorio es fértil y donde se compra muy barato, en especial la carne y la miel. Hay en su jurisdicción más de 3.000 alquerías donde se crían gusanos de seda. La ciudad posee un gran número de manantiales, que corren por debajo de sus muros, y un castillo de los más fuertes"Está rodeada de jardines y vergeles donde se cultiva trigo, cebada, habas y toda clases de cereales y legumbres. A una milla de la ciudad corre el río Bollón (Guad al Bollón), que es considerable y sobre el cual se han construido gran número de molinos. Jaén tiene también una mezquita aljama, y residen en esta población personajes importantes y hombres de ciencia".
Como se ve se trataba de una ciudad próspera, con rica agricultura regada y bien defendida. Se sabe que estaba amurallada (se cita a Abú Yafar como el principal fortificador) y se unía al alcázar o castillo, hoy de Santa Catalina, con ocho puertas en la parte baja, de la que se conserva la del Ángel, y varios torreones. El barrio más populoso era el actual de la Magdalena, donde estaba la mezquita más antigua (de la que queda el alminar y el patio de las abluciones), pero la mayor o aljama, de Abderramán II, se situaba en la actual catedral. Contaba con mercados, alhóndigas y unos baños, de los mejores de al-Ándalus, rehabilitados hoy. En 1232 se erige rey Mohamed Abu Yusuf, más conocido como Alhamar el Magnífico, fundador del reino nazarita de Granada. Pero pronto Jaén se convierte en objetivo castellano, como antes lo fue de Aragón (ya fue asediada sin éxito por Alfonso I el Batallador en 1125).
La conquista, la ciudad morisca y el declive. En 1246, siendo walí o gobernador nazarí Alí Ben Muza, fue conquistada por Fernando III, tras una dura oposición, como escribe Abulfeda a finales del XIII: "Es ciudad de las más grandes del Andalus y la que con más fortalezas cuenta, no pudiéndose los cristianos apoderarse de ella, sino después de un largo asedio". Pronto se convierte en avanzadilla castellana frente a Granada, que intenta reconquistarla varias veces después (en 1449 los nazaríes llegaron hasta los arrabales), convirtiéndose en punto clave de la frontera. Se traslada la sede del obispado desde Baeza, es residencia inquisitorial hasta su traslado a Granada en 1526 y se instalan iglesias y conventos en cantidad proporcional a la población morisca, que era elevada, aunque fue diluyéndose con el tiempo. No obstante aún a principios del XVII existían aun como moriscos unos 2.000, casi el 10% de la población, según el historiador Lapeyre, y, como se verá, el legado andalusí es importante.
Entre 1460 y 1473 está al mando de don Miguel Lucas de Iranzo, que realiza algunas reformas del callejero. Se sabe que en la última fecha hay una persecución de judíos y existen noticias del declive de esta ciudad, convertida en capital de uno de los cuatro reinos andaluces de contenido sólo administrativo. Después de la conquista de Granada en 1492, Jaén queda al margen de las principales vías, pasando a ser una ciudad agraria, pero sin las riquezas de alquerías y sedas de otra época, siendo escasas las noticias. Aún a principios del XVI no parece que el retroceso fuese tanto. Según el embajador veneciano Andrés Navagero, 1526, "Jaén es una ciudad harto buena, abundante de agua, de razonable extensión y cabeza de obispado". Navagero también cita la Verónica (la Santa Faz, "que sólo se enseña un día al año"), que también es mencionada por Bertaut en 1659.
Un grabado de 1567 revela una ciudad al pie del cerro de Santa Catalina, coronado por el castillo. Estaba amurallada con varias puertas y torres; dentro destaca la catedral y las iglesias de San Andrés y San Lorenzo y en el exterior se dibuja una Alameda y el camino de la Fuente con varios paseantes. En 1587 contaba con 23.000 h. y en el Censo de Floridablanca de 1785, Jaén es cabeza de partido, como Andújar, Baeza, Úbeda, Alcalá la Real y Martos, y poco después un viajero francés (Bourgoing, 1795) se refiere a la fertilidad de las campiñas entre Jaén y Andújar (aunque sólo "cuando llueve"), lejos de la riqueza andalusí.
Jaén en el siglo XIX. A principios de la centuria la posición estratégica y viaria de Jaén se pone de manifiesto en la guerra contra Napoleón y, también, en las luchas entre absolutistas y liberales. El general Riego defendió la ciudad de los atacantes en septiembre de 1823. Diez años después se constituye la provincia con capital en Jaén, que en 1834 pasa a ser cabeza de partido judicial. Pero la información más importante de esta época se encuentra en el Diccionario de Madoz, de hacia 1850, que pasamos a comentar.
Entonces se registraban 17.837 habitantes y casi 3.000 viviendas, más los edificios públicos, estando compuestas las "casas regulares" de un patio enclaustrado con habitaciones de verano abajo y de invierno arriba y, algunas, una tercera planta. A la vez, "cuenta con un número considerable de edificios en que habitan los trabajadores del campo". Se mencionan 56 calles largas y 208 de travesía o cortas, siendo las antiguas "más estrechas y tortuosas" y destacando en anchura la de la Carrera, entre el mercado y la plaza de San Francisco. Casi todas estaban empedradas y limpias, "porque las inmundicias corren subterráneas por grandes madres o cauces que cruzan casi toda la ciudad", tenían alumbrado (243 faroles y 10 reverberos de aceite) y vigilancia nocturna con 12 serenos. La abundancia de agua mantenía varias fuentes públicas y pilares, así como baños, destacando los raudales de Santa María y Santa Magdalena, originarios cerca de la ciudad.
Había tres plazas principales, una decena más pequeñas y varias plazuelas. La primera, Santa María, con las fachadas de la Catedral, Palacio episcopal, Ayuntamiento y casa del duque de Montemar. La de San Francisco, con el convento y habilitación con "30 cajones de madera" para la venta de alimentos. La más amplia era la del Mercado, donde estaba el Pósito, que en otros tiempos eran prados y campos. Otras eran Magdalena, Hospicio, Merced, Cárcel, Audiencia, San Ildefonso, Conde y San Juan, existiendo algunas plazuelas "insignificantes", como Santa Ana, San Félix, Santo Domingo"
Se describe la antigua muralla, "de la cual existen restos bien conservados", como la puerta de Martos, huertas de la Ribera, calle del Arrabalejo, convento de Santa Clara, torre de San Agustín, perdiéndose entre el caserío, que la aprovecha. Sigue por Tiradores, Campillejo de la Cruces, Mesón de la Parra, Sagrario de la Catedral, donde existía la puerta de Santa María, callejón Sucio y puerta de Noguera ("aun existente"). Subía después por calle Abades y la torre del Alcorón, que estuvo al final de aquélla, y, bordeando la catedral, se incorporaba a las casas consistoriales para continuar por la calle del Obispo (antes del Toro, por donde aun existen "torreones bien conservados"). Luego sigue a la torre del conde de Torralba y sube a lo que era antes la puerta de Granada, bifurcándose la fortificación exterior hasta el castillo, para desde ahí descender escalonada hasta la puerta de Martos ("la única fuerte que existe por su forma"). Además de ésta y las también citadas de la Noguera y Granada, se mencionan la puerta el Sol y la de San Sebastián o Dolores, dándose cuenta de la inutilizada del Aceituno y las derruidas de Baeza y San Agustín. Pero la ciudad de mediados del XIX había traspasado las murallas, sobre todo por los barrios de la Catedral y San Ildefonso. Jaén era una capital con bastantes equipamientos, organizaciones y entidades para la época. Así dos hospicios, hospital, montepío, pósito, matadero, carnicerías, alhóndiga, varias escuelas primarias, una Normal o de Magisterio, seminario, instituto de segunda enseñanza, sociedad económica de amigos del país, biblioteca, teatro y museo (con pinturas catalogadas de Alonso Cano, Greco, Murillo, Ticiano y Zurbarán, entre otros).
Y, en cuanto a monumentos, se destaca la catedral, que sustituye a una mezquita, las iglesias de San Lorenzo, Magdalena, San Bartolomé, San Pedro, San Juan, San Andrés y San Ildefonso, así como varias ermitas y conventos de frailes y monjas. Muchos de ellos habían sido desamortizados, como San Francisco, la Merced (criadero de seda antes), Santo Domingo (Instituto de segunda enseñanza), la Coronada (casi arruinado), San Agustín (cuartel), Jesuitas (colegios, biblioteca"), San Juan de Dios o el hospital. Se mantenían, en cambio, los conventos de monjas, Santa Clara, Santa María de los Ángeles, Santa Úrsula, Dominicas, Santa Teresa y Descalzas.
De edificios públicos se citan las Casas capitulares, Palacio episcopal, Inquisición (sólo los restos de la antigua instalación, pues es trasladada a Granada en 1526) y, en los privados, varios palacios y casas solariegas (Villar Don Pardo, Suárez de la Fuente, Quesada, Vílches, Conde Garciez"). De los exteriores se aluden a la Alameda, plaza de toros, cementerio y polvorín, así como a los baños de Jabalcuz, a media legua de la ciudad, de aguas minerales y curativas. Era un sitio "sumamente alegre y divertido", entre olivares, viñas y frutales, siendo el camino "en primavera y otoño uno de los más deliciosos y pintorescos que puede haber en Andalucía".
La Vega se regaba con el arroyo Magdalena y se dedicaba principalmente a trigo y cebada, mientras que, saliendo por la puerta de Martos, estaba el pago de huertas y olivos llamado de las Casas y Cañada del Parral, contándose 500 suertes y otros tantos hortelanos. Muchos cerros de alrededor estaban cubiertos de vides y olivos, donde no hacía mucho tiempo predominaban los pastos. Madoz ofrece una descripción casi paisajística, muy expresiva de esos alrededores de Jaén: "Los mil colores de la vid, el olivo y otras plantas, el animado movimiento de las gentes del campo, las agraciadas casas que en gran número pueblan aquel valle, las mil veredas que lo cruzan en todas direcciones, unido todo esto a las costumbres sencillas de los moradores, forman un conjunto, una agrupación de objetos capaces de ofrecer grata contemplación al filósofo, inspiraciones al poeta y motivos de aplicaciones prácticas al economista". Las casas o cortijos del término (casi todas en el valle y "generalmente de impresión agradable") eran, además de las aldeas de Santa Cristina y Mata Bejid, nada menos que 146 (distribuidas en 50 grupos o cortijadas: Almenara, Cadimo, Cucarrete, Cueva Olvidá, Jubera, Macarena, El Pintao, Vélez"), labrados la mayor parte por vecinos de los pueblos inmediatos, casi todos arrendatarios de las fincas.
Los olivares producían de 10 a 12.000 arrobas (y "en un año colmado" hasta 25.000) y las viñas otro tanto de vino, además de los cereales citados, leguminosas (garbanzos, lentejas, habas"), variedad de hortalizas (algunas tan poco frecuentes entonces como el brócoli) y frutas (melones, sandías, ciruelas, melocotones membrillos, nísperos"). Se mencionan la gran cantidad de jardines y flores y se destaca el ganado de labor, bueyes sobre todo, de los que cada labrador suele tener de ocho a quince pares. "Porque, si bien la campiña es grande, no es ni con mucho como las de algunos pueblos de Andalucía Baja, donde la grande extensión de sus terrenos y su situación llana, permite a los grandes capitalistas, que aquí no hay, emplear sus intereses en una labor estensa, donde las operaciones son menos difíciles por la dulzura del suelo y su grande fertilidad". Había también dehesas con cerdos, ovejas y caballos, aunque la cría de estos fue más importante en otros tiempos; así mismo, se dice que había desaparecido el furor por la búsqueda de plata.
La industria más importante era la derivada de la agricultura (molinos, almazaras, lagares) y algunas de paños y lienzos (destacaba la fábrica la Constancia). Se lamenta el autor de este informe recogido por Madoz de la desaparición de la industria sedera, tan importante en la época árabe, con restos aún a finales del XVIII. Aprovecha para un largo comentario en el que se analiza el origen (clima, técnicas de cría y elaboración; ventilación de los criaderos" ) y la decadencia. Se citan varios caminos y la carretera Madrid-Granada por Bailén, pero el comercio era "insignificante" y comerciantes al por mayor, propiamente hablando, no hay ninguno". Había dos ferias, una durante nueve días de agosto, de distintas mercaderías y ganados, sobre todo caballerías, y, otra, en octubre con más importancia ganadera. Además todos los jueves se celebraba un mercado, principalmente de caballerías, pero de poca importancia.
Se incluye en esta obra que se comenta algo poco frecuente en otras ciudades, un apartado de costumbres, donde se clasifica a la población en propietarios (de cierta ilustración, y vida apacible), artesanos (generalmente alfabetos y tranquilos, aunque la juventud es "bastante bullidora") y hombres del campo ("llamados por el vulgo pastirisy a sus mujeres pastiras", de carácter sobrio). Se señalan
la hospitalidad y el gusto por el campo, lo que explica la romería al castillo de Santa Catalina y, sobre todo, la de la Virgen de la Cabeza en Sierra Morena.
Historia reciente. La ciudad de Jaén se estanca durante mucho tiempo, a pesar de los servicios y equipamientos de una capital, pero en una provincia de poca renta, dependiendo de una agricultura no siempre rentable, olivar sobre todo, carente de industria (Linares hasta hace poco encabezaba ese sector) y al margen de las grandes vías. Así, en 1910, no llegaba a los 30.000 h. y hasta los años cuarenta del siglo pasado representa apenas el 6% de la población provincial. En 1950 alcanza los 61.247 y en 1953 se aprueba el llamado Plan Jaén con el objetivo principal (también contemplaba algunas infraestructuras e industrias) de construcciones hidráulicas, acciones forestales, poner en riego 30.000 ha e instalar poblados de colonización (fueron al final 22 con unos 3.000 colonos). Algo de esto repercute en la capital, que va manteniendo crecimientos, a pesar de la fuerte emigración de la provincia y de la misma ciudad a otras zonas del Estado (Cataluña en primer lugar) y el extranjero. Con todo, el éxodo rural va aumentando el porcentaje de los efectivos provinciales hasta sobrepasar el 17% a principios del nuevo siglo, superando la barrera de los 100.000 en 1990.
A partir del Plan General de 1952 aparecen grupos residenciales periféricos, como Las Protegidas y Santa Isabel. Desde los años sesenta el aumento de población y las claras necesidades de infraestructuras van ensanchando el plano, pero según el modelo al uso de los polígonos (bloques de altura, escasa calidad de construcción, falta de espacios, menguados equipamientos y servicios"), sean residenciales (El Valle) o industriales (Los Olivares). Los ayuntamientos democráticos impulsan desde los ochenta cambios basados en nuevos planes generales. Si bien no todos son factibles, hay que citar intervenciones en la red ferroviaria y, ya en los noventa, la instalación de un campus único universitario.
Plano urbano. El plano de principios de los ochenta es sensiblemente más reducido que el actual y se basa en los grandes ejes tradicionales, que confluyen en la plaza de la Constitución, en el centro histórico. Son, al Norte, la avenida de Madrid, y la paralela de la Estación, importante arteria de principios del XX, que se unen a una especie de circunvalación trasversal desde la carretera de Bailén-Madrid por las avenidas de Barcelona y Andalucía hacia el Este. Los barrios de Penamefecit y Santa Isabel se hallaban ya entre éstas y la carretera de Córdoba (otro eje importante al Oeste), que se bifurcaba, a su vez, en la calle Millán de Priego, hasta el centro, y la circunvalación (al pie de la falda del cerro de Santa Catalina), límite urbano por el oeste. Se juntaba al Sur con la carretera de Granada, cuya prolongación hasta la de Úbeda, al Este, constituye una antigua vía, que dejaba al sur edificaciones hasta la tradicional calle de la Fuente de don Diego.
Más recientemente, el Campus universitario marca una avanzadilla importante al norte de la ciudad, desbordando el polígono del Valle y contribuyendo al proceso de relleno de toda esta zona (Sagrada Familia, Lagunillas") y, al oeste de la carretera, se urbaniza lo que era el bucle y dogal ferroviario. Las vías septentrionales desde la estación también están siendo superadas y al oeste se une a Penamefecit toda la zona de Fuentezuelas y también se colmata el área al sur de la avenida de Andalucía. Lógicamente el borde del cerro sigue siendo el límite del plano y, hacia el sur, sí crece algo por el Tiro, San Felipe y La Glorieta, al oeste de la carretera de Granada. Y, al este, Valparaíso, constituyendo la frontera el viejo camino de la Fuente hasta las nuevas instalaciones polideportivas, ya en la carretera de Úbeda, que actúa como eje urbanizador hacia el nordeste (Cerro Almagro, Llano del Valle), buscando la circunvalación de la autovía Bailén-Jaén-Granada. Y por el sureste, hacia el valle del Guadalbullón, las urbanizaciones de la Cantera, Jardimar, etc. Es decir, expansión por los ejes de los cuatro puntos cardinales.
En cuanto a estructura y morfología urbanas, Jaén presenta características similares a otras ciudades andaluzas, de manera que el centro histórico se corresponde con la urbe andalusí, manteniéndose un plano de calles estrechas, retorcidas, callejones sin salida o placetas, distribuidas en los barrios de la Magdalena, San Juan, San Bartolomé, calles de Positillo, Cumbres, Llana, Vicario, etc. Pero no es lo único de aquella época, sino que perviven monumentos, gastronomía, costumbres, etc.
Monumentos y turismo. Efectivamente, el castillo de Santa Catalina tiene su origen en una fortaleza andalusí (Abrehuí), de la que se conservan bastantes elementos, si bien es ampliada tras la conquista castellana, y hoy tiene anexo el Parador de Turismo. Quedan algunos restos de la muralla de Jaian, como en la calle Conde Obispo y el torreón de Torralba, así como la puerta del Ángel y los lienzos hacia el castillo desde la carretera de circunvalación. Pero el monumento más importante de aquella época son los baños árabes, unos de los mejores de al-Ándalus, datados de entre los siglos XI y XII. A fines del XVI se edifica sobre ellos su palacio el conde de Villardompardo, que los daña y entierra, hasta que en 1913 los descubre Emilio Romero de Torres. Son restaurados posteriormente, mereciendo el premio Europa Nostra en 1984. Se compone de un vestíbulo de ingreso a una sala fría, una templada y una caliente, con bóvedas, lucernas, arcos y cúpulas. Hay otros más pequeños y menos conservados en la Magdalena, llamado de los Naranjos. En el Arco de San Lorenzo hay una capilla con azulejería morisca, en la iglesia de San Bartolomé se mantiene un buen artesonado mudéjar. La torre de la Magdalena es el alminar reformado de la antigua mezquita y, en frente, la casa del Cadiato de origen morisco. También es mudéjar la parroquia de San Andrés, sobre lo que sería la sinagoga.
El gótico está escasamente representado y, en general, modificado en las iglesias de San Idelfonso (si bien dos de sus tres portadas son plateresca y neoclásica), San Juan (pero con fachada del XVIII). La mezquita mayor, de tiempos de Abderrahmán III, se dedica al culto católico, como en el caso de Córdoba, desde 1246 a 1368, cuando se demuele para construir un templo gótico, que no se termina y del que quedan algunos restos. Es en los siglos XVI y XVII, según plano de Andrés de Vandelvira, cuando se construye la Catedral, una de las mejores muestras del Renacimiento andaluz, con una suntuosa fachada de columnas corintias y dos altas y fuertes torres. En la nave central destaca el coro, en la capilla mayor se encuentra el lienzo del Santo Rostro de estilo gótico y en el museo se conservan piezas de gran valor. De Vandelvira son otras obras jiennenses como la portada principal del convento de Santo Domingo (sobre antiguos palacios andalusíes, donde está la Inquisición hasta 1525) y la portada de San Miguel, trasladada al Museo Provincial, donde se exhiben bastantes piezas prerromanas.
Los edificios civiles son importantes y responden también a distintas épocas y estilos: el del Condestable Iranzo, mudéjar; el de Vilches, renacentista y último vestigio de la antigua plaza Mayor; el de Nicuesa, Uribe" Otros edificios visitables son los conventos de la Merced, Santa Teresa, las Bernardas, Santa Clara y Santa Úrsula (también famosos por la repostería). En la Alameda de Capuchinos pueden contemplarse estatuas en bronce de jienneses ilustres y son importantes la fuentes, destacando la de los Caños del XVI, la del Arrabalejo y el Raudal de la Magdalena.
La localización coincide con el centro histórico, que, a su vez, es prácticamente el contorno de la ciudad islámica, y traza una zona monumental desde la Magdalena a la Catedral, pasando por iglesias, conventos y palacios, quedando un poco más apartado la Puerta del Ángel y San Idelfonso.
Como en tantas otras ciudades andaluzas, la gastronomía se relaciona con los productos de la tierra (o el mar en otros casos) y la historia. El aceite forma parte importante de los platos de Jaén, brochetas de pan con aceite y bacalao, y en numerosas tapas. Los ingredientes del gazpacho andaluz tienen aquí una variante en forma de salmorejo, denominada pipirrana, y la repostería es de reminiscencia andalusí: alfajores, almendrados" Las fiestas introducen matices, en lo general andaluz; como el canto dramático llamado "tracto", añadido a la saeta de Semana Santa, celebración declarada de Interés Turístico, en la que destaca la imagen del Abuelo y el Encuentro. Otras fiestas son los Fuegos de San Antón, la romería del Cristo del Arroz, la Patrona y la feria de San Lucas en octubre.
Población, economía y área de influencia. El área de influencia de la ciudad es amplia, pero menos que la de otras capitales andaluzas, porque limita con zonas de núcleos importantes, como Linares, Andújar, Úbeda o Martos. Con todo, se introduce en una parte de las comarcas de Mágina y Alcalá las Real. En las Bases y Estrategias del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (1998) aparece como un área urbana de consolidación incipiente, y la Dirección General de Ordenación de Territorio no ha puesto en marcha ningún plan de carácter subregional como sí ha sucedido en otras aglomeraciones andaluzas. Su influencia se extiende hacia Torredonjimeno y Torre del Campo a través de la carretera autonómica 316 en dirección oeste. Estos hechos obedecen a que el modelo de crecimiento de la provincia no es de tipo polarizado, como ocurre en Sevilla, sino que tiene una estructura económica y de poblamiento multinuclear (Jaén, Bailén, Andújar, Úbeda, Linares, Mancha Real, etc), articulada a lo largo de las principales vías de comunicación.
El Plan Director de Infraestructuras de Andalucía 1997-2007 (PDIA) prevé el acondicionamiento de la línea ferroviaria entre Jaén y Córdoba para mejorar el acceso del conjunto de ciudades del área de influencia de la capital a las líneas de alta velocidad. Y está planificada la integración urbana del ferrocarril en la ciudad de Jaén y la mejora del intercambio modal ferrocarril-vehículo privado-autobús. En el transporte por carretera, mejorarán los accesos desde la capital y los municipios de su área de influencia a la autovía Bailén-Motril, suponiendo un factor de gran incidencia en el desarrollo urbano.
Desde el punto de vista demográfico, la ciudad viene ganando población a partir de principios del siglo XX, como se apunta, de una forma lenta y especialmente en los periodos 1960-1975 y 1975-1981, en que Jaén desempeña el papel de centro capitalino con una mínima capacidad de atracción. Es a partir de 1986 hasta la actualidad en que el incremento es mayor, por una serie de factores: detención de la emigración, cierto desarrollo industrial, terciarización de la economía, desarrollo de los servicios públicos ligados a la puesta en marcha de la autonomía andaluza, la sociedad del bienestar y los beneficios que han supuesto la entrada de España en la U.E. Todo ello constituye los elementos explicativos del crecimiento poblacional (13,2%) y de la expansión urbanística de la ciudad al pasar de 102.933 habitantes en 1986 a 116.540 en el 2005.
A pesar de su lento crecimiento, los datos de estructura y dinámica de población nos indican que ésta no está envejecida y que su volumen de población sigue reforzando la posición de la capital en la jerarquía de las ciudades andaluzas, pues, el crecimiento vegetativo alcanza el 4,09 por mil, la tasa de natalidad es de 11,8%, el índice de vejez supone el 14,25% y el porcentaje de menores de 20 años se sitúa en el 23,83% (2005). A ello se suma que la tasa de inmigración es positiva y el incremento relativo de población respecto el año anterior también lo es (11,23% en 2005).
Por otra parte, como en la capital y su entorno no se ha producido un fuerte proceso de industrialización, los cambios transformadores del territorio y de la sociedad obedecen a otros factores diferentes a la industria, menos intensos, iniciados a partir de los años setenta y que tienen que ver con la terciarización de la economía. Así, la principal actividad destacable según el número de establecimientos es el comercio con 2.886 (2004) y 6.956 ocupados (2001). Le siguen a distancia los servicios inmobiliarios y los avanzados con 770 empresas y establecimientos, la hostelería con 656, la construcción con 598 y la industria con 516 (2004), especializada en la alimentación, la cual da empleo al 40% del total de trabajadores del sector. Si ahora se estudia la actividad económica en función de la distribución de la población ocupada por ramas (2001), la agricultura representa el 2,7%, la industria el 10,2%, la construcción el 8,6% y los servicios el 78,5%.
Por lo tanto, se trata de una sociedad servindustrial, donde los servicios ocupan un papel muy importante, ya que, de acuerdo con la tasa de empleo, constituyen la actividad fundamental de Jaén, debido a su dotación sanitaria (Hospital de la Ciudad, Doctor Sagaz, Princesa de España), al ser centro de área hospitalaria; por sus equipamientos educativos (Universidad), por el conjunto de actividades administrativas derivadas de su función capitalina y por el desarrollo comercial. Así por ejemplo, la relación habitantes/camas hospitalarias es muy favorable, debido a la concentración de centros sanitarios característica de las capitales de provincia.
Ahora bien, a pesar de que se trata de una sociedad terciarizada, la estructura económica es también dependiente del sector agrario con predominio de los cultivos de secano (cereal y olivar), destacando sobre todo las actividades derivadas del olivar, al que se le dedican 24.230 ha de superficie (tanto secano como regadío). No en vano, Jaén consigue una denominación de origen en relación con el aceite para proteger su calidad y, por todo ello, este municipio recibe un volumen importante de subvenciones de la UE.
Así pues, como consecuencia de los resultados de la actividad económica, la renta familiar disponible, según datos de 2003, se sitúa (entre 9.300 y 10.200 euros) algo superior a la media andaluza (9.500 euros). El mercado laboral cuenta con una oferta de mano de obra de 49.528 personas (2001), de las que 40.872 constituyen la población ocupada y las tasas de actividad (54,9%) y de empleo (45,3%) son también elevadas; si bien existen todavía una serie de indicadores que nos muestran que las condiciones de vida de la población deberían ser mejores. Por ejemplo, el número de líneas ADSL es de 3,55% (2004), el número de hogares con ordenador representa el 35% y el número de automóviles por cada 1.000 h. es de 374,5. [ Gabriel Cano / Rosa Jordá Borrell ].
Para más información, visite Wikanda: http://www.wikanda.es/wiki/Jaen
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