La ubicación es un factor importante a cualquier escala (desde el lugar de un comercio hasta la localización de un país). Andalucía, entre continentes (Europa y África) y mares (Mediterráneo y Atlántico), tiene una situación única en la Península Ibérica; y, a escala mundial, es algo poco frecuente y de repercusiones distintas. Es el caso de Estambul y su área (aunque no son dos mares en realidad); América Central no separa espacios continentales tan definidos y la comunicación marítima es artificial (Canal de Panamá), al igual que ocurre en Suez; mientras que el estrecho de Bering se sitúa en latitudes frías.
Tal ubicación de nuestra Comunidad Autónoma explica parte del pasado y del presente y, desde luego, a lo largo de la historia surgen flujos en varios sentidos. Desde el Este llegan fenicios, cartagineses, griegos, romanos y el cristianismo (que también viene de Oriente) y, de retorno, van recursos (agrícolas, minerales). Hacia el Oeste tiene lugar el descubrimiento de América, explicado geográficamente por la cercanía de Huelva a los alisios, la experiencia en la navegación y la existencia de un traspaís fértil como el Valle del Guadalquivir. El flujo del Sur existe desde la Prehistoria y ejerce una gran influencia con la instauración de al-Ándalus desde el año 711, aunque también procede del Este. La barrera de Sierra Morena (agreste, boscosa y despoblada) ha sido un obstáculo más fuerte que el Estrecho de Gibraltar hasta la Edad Moderna, aunque por ahí entran las invasiones de los denominados bárbaros y, sobre todo, la castellanización, que constituye el movimiento definitivo. Si bien el éxodo de unos dos millones de andaluces en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX fue hacia el Norte; y recientemente la inmigración la podemos detectar desde los cuatro puntos cardinales.
El carácter de encrucijada y puente es claro, pero conviene añadir que no se trata siempre de una pasarela, porque parte de esos flujos quedan aquí, y, en cualquier caso, el territorio andaluz y sus gentes no han sido un elemento neutro, sino que han ido aportando contenidos a esas entradas con acumulaciones sucesivas. Así, la alta civilización de la Bética se distingue en el conjunto de Roma por la existencia anterior de Tartessos, y la no menos destacada al-Ándalus es heredera parcial de la Bética; lo que no significa la ausencia de influencias externas, sino que existía aquí una base modificadora. Todo esto ha repercutido también en un modo de ser, adaptado a una zona de paso, bien distinto al aislamiento de las áreas montañosas. Acomodarse a las circunstancias e influir en ellas es una constante, que ha sido percibida desde antiguo. Ya hace 2.000 años el geógrafo Estrabón escribía: "Tienen los turdetanos (habitantes de la Bética), además de una tierra rica, costumbres dulces y cultivadas. Y, en especial, los que viven en torno al Betis (Guadalquivir) han tomado las costumbres de Roma, sin ni siquiera acordarse de su propia lengua. La mayor parte se ha convertido en latinos y han recibido colonos romanos, hasta el punto de que poco distan todos de ser romanos?". Esta frase podría aplicarse a muchas etapas históricas y vale asimismo para acontecimientos recientes.
Porque la situación cuenta también ahora; y no es casualidad que en torno al Estrecho estén las bases americanas de Rota y Morón, además de Gibraltar, ya que el alto valor geoestratégico ( -> véase Andalucía , Situación ) se mantiene, además del económico, comercial y cultural, como ventajas comparativas de nuestra situación. En ese sentido, hay una potenciación institucional del Legado Andalusí o de la Fundación Tres Culturas, así como de las relaciones con Latinoamérica; por ejemplo a nivel universitario. En el aspecto económico, Andalucía constituye la unión de dos ejes europeos (Mediterráneo y Atlántico), que formarían una "Y" con el enlace al norte de Marruecos, en ese proyecto, ahora revivido, de túnel de comunicación. [ Gabriel Cano]
|