Ideología y régimen defendido por los carlistas y partido político que defiende ese ideario. El carlismo como corriente política está presente en toda la historia contemporánea española, con desigual incidencia en el territorio español, siendo en Andalucía mucho más escasa que en el norte. Se origina con el nombramiento de Isabel II, hija de Fernando VII, princesa de Asturias y, por ello, futura reina, en 1830, autorizado por la Pragmática Sanción de Carlos IV, tardíamente promulgada, en contra de la tradicional Ley Sálica española, que impedía reinar a las mujeres. Los partidarios de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, se niegan a aceptar a la futura reina, dividiendo a los monárquicos en isabelinos y carlistas, que traducen la lucha entre los liberales, que se inclinan por Isabel, y los apostólicos, católicos conservadores, que en el caso del País Vasco y Navarra, incluyen la defensa de los fueros, que el liberalismo considera obsoletos, activos desde los últimos años del reinado del Deseado. La primera guerra carlista, 1833-1839, aunque larga, supone un fracaso para los legitimistas y concluía con el Abrazo de Vergara entre los generales Espartero, liberal, y Maroto, carlista. En Andalucía, ajena en general a la guerra, destaca la incursión del general Gómez por Jaén y Córdoba, buscando un levantamiento en esta última ciudad. No faltan partidas carlistas en la Alpujarra, la Serranía de Ronda y, sobre todo, Sierra Morena. En esa etapa el carlismo andaluz ofrece algún rasgo de inquietud social, por su defensa de las tierras comunales. Algún jefe de partida acabará siendo bandolero, caso de José Caparrós, de Antequera. La segunda guerra carlista (1860), más breve, transcurre lejos de Andalucía y sin apenas repercusión en ella.
A Carlos María Isidro (Carlos V) sucede Carlos Luis (Carlos VI), que muere en 1861, y a éste Carlos de Borbón (Carlos VII). El triunfo de la revolución en 1868 no sólo lleva al exilio a Isabel II, sino que motiva un auge de las corrientes carlistas, que tras fracasar en las urnas en 1969 y 1971 y llegar a concurrir en las urnas junto con los republicanos, se alzan de nuevo en armas en 1872. En los años previos, la libertad de expresión tras la Gloriosa permite un desarrollo inusitado de los medios afines al carlismo, con diarios en varias ciudades relevantes de Andalucía, como El Oriente , en Sevilla, La Esperanza del Pueblo , en Granada, El Observador , en Almería, o La monarquía tradicional , en Cádiz, además de numerosos semanarios. Esa tercera guerra carlista tiene escasa incidencia en Andalucía, donde el carlismo no consigue escaño alguno en esos años, y concluye con una nueva derrota en 1876. El carlismo vuelve a las urnas con la Restauración, pero en los años ochenta del XIX conoce la escisión integrista, liderada por Cándido Nocedal, que le resta muchos núcleos católicos conservadores y que en el caso de Andalucía es mucho más influyente que un carlismo poco a poco reducido a algunos sectores de la nobleza y el clero. El carlismo será "jaimismo" cuando a la muerte de Carlos VII en 1909 le suceda su hijo Jaime en 1909. No faltarán entonces nuevas escisiones, como la purista que protagoniza Vázquez de Mella.
En paulatina decadencia del carlismo, la muerte de don Jaime en 1931 coincide con la proclamación de la II República. El laicismo del nuevo régimen, entre otros factores, lleva al reagrupamiento de los sectores más conservadores de la sociedad española en torno a la Comunión Tradicionalista, ahora liderada por el anciano Alfonso Carlos, tío de don Jaime. El carlismo tendrá entonces un nuevo líder en la persona del abogado andaluz Manuel Fal Conde * , y aunque tiene baja incidencia electoral, llega de nuevo a levantar una red de periódicos afines en toda Andalucía, como El Eco de Jaén , La Unión , de Sevilla, o el Diario de Jerez .
Alfonso Carlos muere en septiembre de 1936, iniciada la Guerra Civil. Javier de Borbón-Parma es nombrado regente. En 1937 los carlistas son unificados obligatoriamente "sin siquiera advertencia previa" con los falangistas, surgiendo Falange Española Tradicionalista y de las JONS. No obstante, el carlismo ortodoxo mantiene otro rumbo: Fal Conde, que participa en la preparación de la sublevación militar, se enfrenta a Franco y es desterrado en Lisboa, y hasta 1956 encabeza una minoritaria disidencia carlista. El carlismo se escinde de nuevo en sectores enfrentados, uno minoritario se acerca a Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII. En 1972 Javier de Borbón-Parma cede sus derechos a su hijo Carlos Hugo, de tendencia liberal, cercana al socialismo autogestionario, que encabeza el carlismo en los años de la Transición. Pero con sectores minoritarios ultra conservadores que protagonizan luctuosos sucesos como los de Montejurra en 1976. El carlismo concurre entonces a las urnas pero sin éxito y Carlos Hugo dimite en 1980 en tanto el partido carlista languidece y el Congreso por la Unidad Carlistas de 1986 no deja de constatarlo. A principios del siglo XXI sobrevive su espíritu, sobre todo, en algunas fundaciones de signo muy conservador.
En Andalucía, el carlismo en la rama de Carlos Hugo tiene un cierto protagonismo en los años finales del franquismo, cuando cobran importancia las concentraciones anuales en el Quintillo y se integra en organismos de oposición al franquismo, como la Junta Democrática. En 1973 aboga por la autonomía de Andalucía e incluso defiende tempranamente para ésta el carácter de nacionalidad. La Hemeroteca Municipal de Sevilla recibe en los años noventa del siglo XX una importante donación de prensa carlista de los herederos de Fal Conde, especialmente útil para conocer la evolución de esta ideología durante el siglo XX. [ Antonio Checa Godoy ].
|