f. Decía Goethe que "la danza es la poesía del cuerpo", y más tarde Loie Füller hablaba de que la danza era "una sinfonía compuesta para los ojos". A principios del siglo XX la danza era definida como el arte de expresarse mediante movimientos del cuerpo al ritmo de la música. Sin embargo, poco a poco esa definición varía a medida que las nuevas estéticas contemporáneas "de intérpretes como Mary Wigman o Isadora Duncan" irrumpen en la escena. Es entonces cuando la definición de danza tiene que cambiar, y se convierte en el arte de expresarse mediante el movimiento del cuerpo de manera estética y a través del ritmo, con o sin sonido.
En Andalucía, las noticias sobre danza y danzantes se remontan al siglo II a.C., cuando, según Estrabón, se embarcan desde la Península Ibérica, en concreto de la zona de Cádiz, a "muchachas músicas", constituyéndose la primera referencia escrita en relación con la danza en nuestra tierra.
En un conocido mosaico dedicado al dios Baco y encontrado en Córdoba, aparece una mujer tocando un pandero, instrumento de percusión netamente mediterráneo, que en nuestro país se extiende por varias regiones. Pero quizás la referencia a la danza más extendida y conocida sea la que se refiere a la ceremonia de entrada triunfal del general Metelo en Roma, relatada por el poeta Marcial y que hace referencia a la comitiva que acompaña al héroe, en la que danzan unas muchachas andaluzas, "que llamaron la atención por sus traviesos y retozones pies y por sus castañuelas de metal". Estas muchachas, a las que llama Marcial puellae gaditanae , posteriormente se hacen famosas en Roma por su provocativas danzas, según textos de Plinio y Juvenal.
En Andalucía, la estética de la danza acoge formas muy diversas y particulares, pudiéndose hacer una definición según las disciplinas, que estarían englobadas en lo que Puig Claramunt define como "danza española". Estas disciplinas serían: flamenco, clásico español o danza estilizada, folklore y Escuela Bolera del siglo XVIII.
Andalucía ha sido y es tierra de encuentro de civilizaciones y que duda cabe que el poso dancístico también se forja con la base de este cruce de culturas. Las diferencias plásticas y técnicas de los distintos tipos de danzas han ido asimilándose a un pueblo que las ha hecho suyas.
El baile flamenco. El flamenco es por sí mismo un arte único y universal que, como patrimonio de la Humanidad, cuenta con dos siglos de existencia, datándose su primera referencia escrita, en la que ya se incluye la palabra flamenco, a finales del siglo XVIII. Sin embargo, otras fuentes señalan a la novela de Cervantes La gitanilla , por la presencia de un personaje llamado Preciosa, una joven bailaora que se gana la vida haciendo danzas de corte andaluz. Posteriormente, en la obra Cartas Marruecas , de José Cadalso, se describe una juerga gitana en un cortijo en el que actúa el "tío Gregorio".
Por fin, y en referencia a la danza, en 1885 aparece en un periódico sevillano la noticia de que la señorita Sejuela "bailará por soleá". De ahí a nuestros días, pasando por las crónicas de Estébanez Calderón o el tratado de Antonio Machado Álvarez, Demófilo, el baile flamenco se consagra como el más genuino representante de Andalucía en su forma dancística.
La Escuela Bolera. Sin embargo, es en Andalucía donde se desarrolla, con enorme precisión y puntualidad cronológica, una escuela académica propia que pronto se extiende por todo el mundo y que se denomina Escuela Bolera del siglo XVIII. Considerada como una escuela clásica por su exigencia en pasos y disciplina en la colocación de los danzantes, la Escuela Bolera constituye uno de los mejores ejemplos de cómo el pueblo va estilizando poco a poco ciertos bailes populares, añadiéndoles pasos con mayor rigor académicos, palillos y otras exigencias. Así, en la Escuela Bolera existe, al igual que en el baile clásico, una barra y un centro, que no son tan rígidos en cuanto a la colocación de los bailarines y precisan de un gracejo especial.
Los bailes que hacen popular a la Escuela Bolera andaluza se conservan hasta nuestros días, a pesar de que en los últimos tiempos son escasísimas las compañías que los incluyen en su repertorio. Así, existen bailes como los panaderos, olés, boleros, seguidillas, fandangos, jaleo de jerez, la malagueña y el torero, el vito, la cachucha, entre otros. Los bailes boleros exigen técnicas como los saltos, vueltas quebradas, trenzados o saltos en elevación con castañuelas. Por mencionar algunos bailes boleros, pueden destacarse los panaderos de Alcalá, los panaderos de la Tertulia, el Vito, el zapateado de María Cristina y el olé de la Curra.
El baile bolero y el flamenco comparten escenario en los numerosos cafés cantantes existentes en Andalucía en el siglo XIX y bien entrado el siglo XX, como así lo atestigua el escritor José Blas Vega en su libro Vida y cante de don Antonio Chacón , en el que reproduce un programa de 1871 del desaparecido Salón Oriente de Sevilla, donde se puede leer: "Salón de Oriente, grandes bailes de palillos y sociedad en las noches del sábado 8, domingo 9 y lunes 10 de abril de 1871 [...]. Orden de los bailes del día. Sábado 8. De palillos con cante y baile flamenco, asistiendo las mejores boleras, gitanas y cantadores de los de más fama".
Especialmente, hay que mencionar en este apartado a dos bailarinas boleras andaluzas que triunfan en los mejores teatros de Europa en el siglo XIX, haciéndole competencia a artistas como Fanny Essler. Son Petra Cámara, conocida como "la estrella de Sevilla", y Pepita Oliva, "la estrella de Andalucía", nacida en Málaga.
En Sevilla, en relación con el baile bolero, tiene lugar a finales del siglo XIX y principios del XX la aparición de la familia Pericet. Esta familia es una de las depositarias de la tradición de la Escuela Bolera, que transmite por tres generaciones y de forma oral. Aún a principios del siglo XXI, sus descendientes imparten clases y actúan en diferentes países del mundo realizando espectáculos de bailes de Escuela Bolera. Los bailes que subsisten de la Escuela bolera son las sevillanas boleras, el Olé de Curra, el Vito, la Maja y el Torero, los Panaderos de la Flamenca, las boleras de la Cachucha, el Bolero Liso o Robado, el Bolero de Medio Paso, el Zapateado de María Cristina o el Jaleo de Jerez.
Folclore. El apartado de folclore en Andalucía está inmerso en la dispersión estética de cada uno de los rincones de Andalucía. Sabido es que "mientras más se acerca el baile al mar más pierde el tacón", y así sucede en nuestra comunidad, donde el folclore supone un acto colectivo.
El folclore andaluz tiene, además, una fuerte influencia del flamenco, aunque no exclusivamente, sobre todo en la que se considera por extensión y diversidad la región española más rica en folclore. Además, el folclore es indivisible de todo aquello que le rodea: la geografía, las costumbres, los trajes, la historia y su significado social. Bailes que festejan o celebran cada uno de los apartados de la vida del ser humano: bautizo, matrimonio e, incluso, muerte; bailes de fiesta pagana, religiosos, mudanzas, romerías... Todo tiene cabida en este mundo amplísimo del folclore.
Desde los antiguos bailes del candil a los verdiales de Málaga y los fandangos del Chacarrá de Cádiz; desde las sevillanas de Sevilla al Vito de Córdoba y los tanguillos de la Bahía; desde los bailes de mudanzas de Villablanca, en Huelva, a la conocida tonadilla de la reja en Granada. Todo aquello que el pueblo ha bailado haciéndolo suyo.
Clásico español. Finalmente, la disciplina más reciente de la danza en Andalucía, conocida como el clásico español o la danza estilizada, surge a partir de músicas denominadas "cultas", con estética andaluza, en las que se suceden las confluencias del baile flamenco y también de la Escuela Bolera del siglo XVIII. La danza, también denominada clásico español, es muy compleja y dura, por las muchas técnicas que exige, insertadas en ritmos muy diferentes.
Curiosamente, tiene su punto de inflexión en el estreno de la obra El sombrero de tres picos , de Manuel de Falla, en el teatro Alambra de Londres, el 22 de julio de 1909, por los Ballets Russes de Diaghilev y con coreografía de Leonide Massine.
A partir de entonces, los bailarines se enamoran de esta nueva forma de aplicar lo "español" a la música culta, y surgen obras coreográficas, como músicas de Jiménez, Albéniz, Turina y, por supuesto, Falla, entre otros muchos.
Posteriormente, hay que mencionar a bailarinas como Antonia Mercé, La Argentina * ; Encarnación López, La Argentinita * ; y su hermana, Pilar López. Pero sin duda, el más destacado intérprete y coreógrafo del clásico español, así como más completo bailarín que destaca en cada una de las cuatro gamas del baile español y andaluz, es Antonio Ruiz Soler, Antonio * . A principios del siglo XXI, su escuela está representada por intérpretes como José Antonio y Antonio Márquez, entre otros.
La danza andaluza se encuentra en constante evolución, aunque el predominio mediático del flamenco hace peligrar la subsistencia de otras escuelas, como la Bolera o el clásico español, menos cultivadas escénicamente y que quedan casi reducidas al apartado de la enseñanza. [ Marta Carrasco ].
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