Uno de los cinco continentes, el tercero del mundo en extensión "30.284.135 km2" y el cuarto en población "650 millones de habitantes", supone la quinta parte de las tierras emergidas, pero sólo algo más de la décima parte de la población mundial. Hoy se considera que en África está el origen del hombre. El historiador granadino Luis de Mármol Carvajal trata de definir el inmenso continente del que se propone hacer hacer su historia general hacia finales del siglo XVII: "África, propiamente, es una provincia particular, en esta segunda de las tres partes del mundo, donde fue edificada la famosa ciudad de Cartago. Ptolomeo la llamó Libia del nombre de otra provincia de esta región que a la parte del destierro confina con Egipto; y los moradores de las Arabias llamaron antiguamente todos aquellos destierros Elber, que tanto quiere decir como tierra dividida. Ibny Alraquiq, antiguo escritor africano, en su libro intitulado Árbol de la generación africana, dice que la provincia de África tomó nombre de un rey de Arabia feliz, llamado Melec Ifiriqui..."
Continente colonizado. África es todavía un continente inabordable, de muy difícil acceso, por su escaso desarrollo costero y la elevada altura media "750 metros". Su parte norte, ribereña del Mediterráneo y vecina de Andalucía, la constituyen cinco estados, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Egipto. La densidad de población es por lo general baja, con amplias zonas (desiertos del Sahara o Kalahari) que no alcanzan siquiera los tres habitantes por km2, pero en general el continente muestra en las últimas décadas un alto crecimiento demográfico (3%), con una natalidad muy alta pero frenada por la elevada mortalidad en muchos de sus estados. África está afectada intensamente por algunas de las más recientes enfermedades de la humanidad: 28 millones de enfermos de sida, dos tercios del total mundial, y estados como Congo o Somalia con los mayores índices de desnutrición del mundo.El continente incluye un África blanca "territorios al norte del Sahara y el Sahara mismo, Valle del Nilo, y meseta de Etiopía", y un África negra al sur del Sahara, que durante siglos estuvo diezmada por la esclavitud* y la marcha forzada a América, mundo árabe y Europa. Se hablan "sin incluir dialectos" unas 800 lenguas, además de las llevadas por las potencias coloniales "fundamentalmente inglés, francés y portugués". Junto a ellas son lenguas francas el árabe al norte y el swahili en el este. África alberga hoy muchos de los países más pobres del mundo y que incluso han retrocedido en su situación en los últimos tiempos. Considerado erróneamente un continente pobre, sólo fue verdaderamente colonizado por los europeos desde el siglo XIX, aunque con anterioridad las relaciones de Europa con Africa fueron en alguna etapa intensas y en concreto lo fueron las de Andalucía con el vecino Magreb, con el ancho Sahara e incluso regiones del Asia sursahariana. Tras la descolonización en los años sesenta, el continente ha atravesado muchas dificultades, con frecuentes guerras internas o de secesión por las frecuentes fronteras artificiales heredadas del periodo colonial (Biafra, Katanga) y étnicas (Ruanda, Burundi). Las diferencias de niveles económicos y perspectivas de empleo entre el norte y el sur del Mediterráneo se han traducido en los últimos lustros en una intensa emigración desde los países ribereños y desde el sur del Sahara.
La doble puerta andaluza. Entre Europa y África existe la frontera natural del Estrecho. En ese escenario, Andalucía es puerta de entrada y salida, el enlace histórico-cultural entre las dos orillas, la prolongación de África en Europa, el balcón por donde Europa contempla sus propios paisajes en el norte africano. En ambos casos, Andalucía es africana y es europea. Jean Sermet, mirando hacia la otra orilla contempla. "Las Andalucías de África", en La España del Sur: "España se prolonga en la orilla africana del Estrecho. Los montes de la península de los Anyeras, el Dersa o el Borch de Tetuán, yerguen en una bella luz ardiente, bien destacados contra el cielo, sus picos, sus aristas rocosas, cuya admirable claridad no tiene nada del África árida y caliginosa. Por el contrario, lo que llama la atención en Tetuán es el brillante aspecto del paisaje. La blanca ciudad, en medio de sus huertas y jardines, tiene como la observara el padre de Foucauld, el aspecto más alegre del mundo, y los montes levantan, sobre el valle del río Martín, escamas de caliza que relucen al sol. Recuerda a Granada. Blanco muy blanco, y verde muy verde también, más brillante y más humano que la misma Andalucía, con frecuencia demasiado roja y demasiado desarbolada". A ambos lados, se funden paisajes bajo un cielo único, con pueblos y comarcas que participan de una misma mirada, en unos casos por los fenómenos geográficos que las unen, en otros, por sus influencias históricas. Las comarcas de la franja costera del Rif recuerdan la Alpujarra, la Axarquía o la Serranía de Ronda. Pueblos que han sido fundados a lo largo de los tiempos por nuevos conquistadores o exiliados, por el éxodo provocado por las guerras o, en los tiempos actuales, por la inmigración. Influencias que traspasan los escenarios más cercanos de Marruecos, Argelia y Túnez, parta adentrarse en las montañas del Atlas, para descubrir entre el Sahara y Sudan, en la curva del Níner, la ciudad santa de Tombuctú. De unos y otros queda una huella imborrable, de las que hablan los viejos y nuevos cronistas que han recorrido estos escenarios. De su pasó deja constancia Ibn Batuta: "Embarqué en Ceuta en un barquito de cabotaje pertenecientes a gentes de Arcila y llegué al país de al-Andalus "al que Dios guarde- donde la soldada es copiosa para sus habitantes y donde se atesoran los premios para residentes o viajeros". Amin Maalouf, sitúa al aventurero León el Africano en el viaje del éxodo: "De Almería a Melilla , en un día y una noche, mi existencia cambió de rumbo. La mar era bonancible, sin embargo, y el viento manso; pero en el corazón de los míos crecía la tormenta". La búsqueda de la otra orilla se traduce en el siglo XXI en la aventura de vivir para los africanos que llaman a la vieja puerta de al-Andalus, a la Andalucía de la Unión Europa, con la esperanza de encontrar escenarios donde fijar sus nuevos destinos.[ Antonio Checa Godoy /Antonio Ramos Espejo ]
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