Como en el caso de Ceuta * , la inclusión de esta ciudad (de 65.488 h. en 2005 y poco más de 12 km 2 de territorio) se justifica por las intensas relaciones históricas y actuales con Andalucía, pero físicamente se halla separada de ella (unos 180 km. de Almería ).
Situación y emplazamiento. Efectivamente, Melilla se localiza en el norte de África, en la parte oriental de las cadenas del Rif (de cierta similitud geológica con el sur de las béticas); y en principio la Russadir fenicia se ubica en un peñón calizo de unos 30 m., unido por un pequeño istmo al continente. Está cerca de la desembocadura del río (más bien arroyo) de Oro y próximo a un anfiteatro montañoso con el monte Gurugú (885 m.) y una serie de valles. En la llanura litoral, al norte de una amplia albufera (Mar Chica, de 25 km. de longitud, fuera de los límites melillenses actuales), cuenta con un abrigado fondeadero de buen calado, que sustenta un puerto, salida natural de la zona (y, durante tiempo, del mineral férrico) y base de su desarrollo y de su historia.
El murallón volcánico de Tres Forcas obstaculiza los vientos del Oeste, haciendo un poco más árido su clima mediterráneo, de veranos calurosos y secos, inviernos suaves, parecido al de Almería, pero con temperatura media anual un poco más alta, unos 20ºC. En la actualidad existe una franja neutral de anchura variable, que separa a Melilla del estado marroquí, donde hay varias aldeas o cábilas (Mazuza, Beni Sicar") así como el pueblo de Farjana y la ciudad de Nador, en las orillas de la Mar Chica.
Historia: La antigüedad, al-Ándalus y Castilla. Está admitido que el origen de Melilla se halla en una factoría fenicia, Russadir (según necrópolis encontradas en San Lorenzo), sobre el citado Peñón, como punto estratégico en las rutas del Mediterráneo. En época romana constituye una colonia (por concesión del emperador Claudio), citada en el Itinerario de Antonino, que con Volúbilis y Tingi compone las principales urbes de la provincia Mauritania Tingitana (que tiene algunas relaciones con la Bética), y concretamente en su parte oriental y cerca ya del río Muluya, límite de otra provincia, la Cesariense. En 429 los vándalos arrasan parte de la Mauritania y destruyen la ciudad, levantada después por los bizantinos, que ocupan también parte de la Bética, precedente de Andalucía.
La expansión musulmana por el norte de África hace de Russadir una ciudad islámica desde finales del siglo VII, denominándose Melilia, de incierto significado, aunque con bastante semejanza con el próximo río Muluya. Funciona como un importante puerto comercial y se sabe que es arruinada y saqueada por los vikingos en 859, así como que forma parte del Emirato en 927 y dos años después del Califato de Córdoba. En 1067 es visitada por el polígrafo andaluz el Bekri, que la sitúa como cabecera de una amplia comarca y se sabe que es una ciudad fuerte con varias mezquitas, baños, tiendas... Pero pronto deja de pertenecer a al-Ándalus para ser disputada por los sultanes de Fez y Tremecén.
Las apetencias de Castilla y Portugal sobre el norte de África llevan al deslinde de futuras conquistas en los tratados de Alcaçovas (1479) y Tordesillas (1494), enviándose al comendador Martín Galindo para reconocimiento de la zona; pero prevé tantas dificultades que se renuncia a la plaza. Entonces, el duque de Medina Sidonia, gobernador de Andalucía, emprende por su cuenta la conquista al mando de su contador, Pedro de Estopiñán, que sale de Sanlúcar en septiembre de 1497, ocupando la ciudad; y en 1506, Cazaza, aunque efímeramente. En 1556 los Medina Sidonia ceden Melilla a la Corona y desde entonces hay intentos rifeños de ocupación con algunas épocas de paz, fijándose los límites de la zona neutral en 1779.
El siglo XIX. A mediados del siglo XIX, el Diccionario de Pascual Madoz, la describe como plaza fuerte y presidio con 97 casas y 24 cuevas, más habitaciones subterráneas para caso de guerra. Se sitúa en el istmo rocoso aludido antes (en cuya parte norte existe un acantilado inaccesible, los Cortados, como se llama en la actualidad), un foso artificial y tres recintos con un total de 71 cañones de bronce, 42 de hierro, tres culebrinas, 26 morteros y cinco obuses. Entre las fortificaciones hay huertos, aunque "la vega de Melilla no es grande, pero podía ser deliciosa si los moros la cultivasen". Rodean a la ciudad cinco partidos o alcalabías (Mazuce, Bencifuror, Bene Usidel, Benezícar y Beni Gullafar), "a los cuales está encomendada la guardia del campo que cubren cada tres días unos 200 hombres armados, bajo las órdenes de un moro principal que llaman cabo"
Las casas están bastante deterioradas y muchas destruidas por el terremoto y huracán de 1848, existiendo iglesia, pabellón del clero castrense, botica real, parque y maestranza de ingenieros, cuarteles, torre del vigía, casa del comandante, almacenes ("a prueba de bomba"), hospital, aljibes y dos muelles (de la Marina y Florentina). También se ubica un mercado en la playa del Mantelete (ampliada con los arrastres del río de Oro), "cuando concurren los moros con algunos efectos", con precios tasados en una relación recogida por Madoz: fanega de trigo de 55 a 70 reales; gallinas a 3; jaiques de seda, 150; frasco de esencia de Arabia seis a ocho reales" Pero, por estar prohibido realmente ese tráfico, a pocos artículos "están reducidos los recursos de los habitantes de la plaza, teniendo los moros de la ciudad y pueblos inmediatos que ir a buscar a Mogador el café, el azúcar, el papel, lomo y otros efectos de que podrían proveer por Melilla y Ceuta con lo cual ganaría mucho esta plaza".
Su conservación cuesta al año un millón y medio de reales aproximadamente, casi las tres cuartas partes para la guarnición y confinados, y se queja el informante de la plaza de su deterioro y decadencia por "las medidas desacertadas, que sería prolijo enumerar, puestas en ejecución por el Gobierno, y la poca inteligencia de algunos gobernadores". Y se hacen recomendaciones para su mejora, recogiendo "la opinión de todos los hombres ilustrados": persuadir al emperador de Marruecos sobre las ventajas mutuas de un tratado comercial, recabar el terreno que antes pertenecía a la plaza, reedificar edificios, establecer aduanas"
En 1860 se firma el tratado de Guad-Ras con el sultán de Marruecos, fijándose las fronteras, pero a finales de siglo se inician hostilidades, tras una etapa de paz, por el intento de construir en 1893 un fuerte junto a una mezquita y un cementerio musulmán, llegándose a un acuerdo un año después con la creación de una zona neutral. Y así se pasa a la centuria siguiente.
El siglo XX. Efectivamente hay guerras intermitentes, sobre todo los denominados desastres del Barranco del Lobo (1909), en relación con la construcción de un ferrocarril minero, y de Annual (1921), comandados por el jefe rifeño Abd-el-Krim. El primero lleva a un decreto de movilización de reservistas, que produce manifestaciones, especialmente en Barcelona. Años después la propaganda de la dictadura denomina a Melilla "La Adelantada", por iniciarse allí el 17 de julio de 1936 la sublevación prevista para el día siguiente.
Desde principios de siglo se acometen diferentes obras urbanas y se impulsa la mejora del puerto, instalaciones de las que, como veremos, depende bastante la economía. Pero antes hay otros hechos históricos importantes; en 1912 se instaura el Protectorado de Marruecos con capital en Tetuán y desde entonces Melilla se integra en la vida política y económica de esa parte del norte de África. Se incrementa la atracción de población, andaluza y marroquí sobre todo, por la realización de obras públicas y el aumento de la guarnición militar. La población crece extraordinariamente, en gran parte por los habitantes musulmanes, desde 1857 (1.778 efectivos) a 1900 (8.956) y 1920 (50.170), especialmente por el auge minero, llegando al máximo censal conocido de 81.182 h. en 1950, para descender hasta los 64.942 en 1970, sobre todo desde el fin del Protectorado en 1956.
Pero el hecho político reciente más importante es el Estatuto de Autonomía, ley orgánica de 13 de marzo de 1995, que asienta sus bases en una serie de hechos geográficos, históricos, económicos, culturales... Sobre todo, su especial situación en el continente africano. Así, de la antigua consideración de Presidio o Plaza de soberanía pasa a ser una Ciudad Autónoma con un régimen político administrativo propio y una Asamblea de 25 miembros. El Estatuto atribuye bastantes competencias "sobre todo las correspondientes a Ayuntamientos y Diputaciones", principalmente en ordenación del territorio, urbanismo, vivienda y obras públicas; y su vinculación con Andalucía viene recogida en la Disposición adicional quinta: "La ciudad de Melilla podrá establecer con la Comunidad Autónoma de Andalucía y con la ciudad de Ceuta relaciones de especial colaboración".
Economía. La economía melillense depende bastante aún de los presupuestos de defensa, y el otrora floreciente comercio se reduce mucho. El turismo, el sector inmobiliario y la actividad portuaria sustentan la economía, que basa su empleo (con tasas de paro superiores a la media estatal) en los servicios (casi el 90%, España el 64%), con un tercio al menos del sector público, mientras que la agricultura apenas cubre el 1%, la industria el 4% y la construcción poco más del 6%.
De las 3.400 empresas existentes "prácticamente todas Pymes y en gran parte inscritas como personas físicas", la mitad son del grupo inmobiliario y hostelero, sobresaliendo el comercio (existen productos libres de impuestos), con tiendas generalmente de hebreos e hindúes, mientras los puestos del mercado están en manos de musulmanes. Siguen las manufacturas: elementos mecánicos de construcción, aparatos quirúrgicos y ortopédicos y artes gráficas. Melilla se beneficia de importantes especificidades fiscales (deducciones en el IRPF, sustitución del IVA por otros impuestos, consideración de territorio franco con libre importación desde 1860) y recibe incentivos europeos como zona 1, por densidad, situación fronteriza y extrapeninsular.
Sus avances en el índice del PIB son considerables entre 1959 (58,3 de la media estatal) y 1975 (81,4 ), pero desciende hasta 1985 (70,6) para recuperarse a partir de esa fecha y llegar ahora al nivel de hace 30 años. No obstante, la base estadística melillense presenta algunas dificultades, aunque se han realizado esfuerzos por homogenizar series que puedan compararse a nivel provincial.
El puerto y las comunicaciones. Como ya se ha comentado en los párrafos anteriores, el puerto y las actividades derivadas desempeñan una función importante en la economía de Melilla, fundamentalmente como comercio y circulación de pasajeros; y recientemente la pesca ha sido sustituida en buena parte por el turismo. El puerto actual data de 1911 y recientemente ha experimentado una serie de mejoras, parcialmente como respuesta y adaptación a distintas situaciones (fin del Protectorado, puerto de Beni Enzar...) El Plan de Inversiones 2003 incluye un gasto superior a los 33 millones en cinco años, con la ampliación del Muelle Ribera, la construcción de una nueva estación marítima y la sustitución de viejos edificios y tinglados.
Melilla y su puerto han tenido más relación que otras ciudades, muchas veces con vidas separadas e ignoradas. Así, cuando fue necesario, la ciudad colaboró en el crecimiento portuario proporcionando zonas del centro urbano para la gestión y casi toda su franja marítima. Y, a la recíproca, la urbe ha recuperado después parte de lo cedido, consiguiendo además importantes espacios portuarios para ocio y esparcimiento.
El puerto ocupa una amplia zona con dos diques externos, una bocana de 650 m. y 12,5 de calado, existiendo instalaciones de carga y descarga, avituallamiento de petróleo, zona de pasajeros y mercancías y, también, áreas pesqueras y turísticas. El tráfico principal es de mercancías (742.000 Tm en 2003, casi como Ceuta; la mayoría, 82%, en contenedores y el 11% de graneles líquidos, petróleo). Los pasajeros (casi 400.000 en ese mismo año, el 30% entre el 15 de junio y el 15 de septiembre) sí se distancian de Ceuta (dos millones y medio), el 70% (casi a partes iguales, con un poco más de salidas) en relación a Málaga (dos travesías diarias, siete horas de duración), y el resto con Almería (algo más entradas que embarques). Hay vuelos con ambas ciudades andaluzas y también con Granada, además de Madrid y Barcelona; mientras por carretera se accede a Nador y Beni Enzar.
Paisaje urbano, monumentos y fiestas. Melilla la Vieja, o Ciudadela (declarada Recinto Histórico-artístico), queda encerrada por cuatro recintos amurallados sólidos, llenos de fosos, baluartes y torres de distintas épocas (mudéjar, renacentista, barroco, neoclásico) con un dédalo de callejas estrechas. En la parte moderna destaca la plaza de España y el amplio parque Hernández hacia el Oeste, con abundantes palmeras en pleno corazón urbano, donde se celebra la feria. Otros parques son el de Lobera (en recuerdo del fundador del periódico local El Telegrama del Rif ) y el del Hipódromo.
La expansión posterior traspasa el río Oro y ocupa buena parte del territorio melillense, pero la monumentalidad de la ciudad radica en los principios del siglo XX, dando lugar a centenares de edificios modernistas, y ocupa en este aspecto el segundo lugar, tras Barcelona (con la que está relacionada a través del arquitecto Enrique Nieto, discípulo de Gaudí). El modernismo marca una fuerte impronta en el paisaje urbano de plazas (sobre todo la de España), avenidas y calles, y también en los templos de las distintas religiones. Porque se trata de una ciudad donde existen dos creencias mayoritarias, cristianismo e islam, pero también es notable la presencia hebrea e hindú. Así, junto a la iglesia de la Concepción (del siglo XVII y reconstruida en el XVIII), y la del Sagrado Corazón (del siglo XX), se encuentran varias mezquitas (principalmente la Central), sinagogas (destaca la de Yamín Benarroch) y un oratorio hindú, integrados en la Ruta de los Templos. Melilla posee varios museos: Amazigh (población preislámica), el Municipal y el del Ejército. Como atractivo turístico, cuenta con el camping de Rostrogordo, donde está el fuerte desde 1859.
El habla andaluza (junto con el rifeño, tarifi o cherja) se oye en la calles de la ciudad; en la comida abunda el pescado frito; y las fiestas y celebraciones no difieren de las existentes en Andalucía: Semana Santa, carnaval y, sobre todo, la Feria de septiembre en la celebración de la Virgen de la Victoria. No falta el flamenco ni el mes sagrado musulmán, el Ramadán, seguido por una parte de la población melillense.
Población. Esta ciudad, como Ceuta, tiene una población islámica considerable, casi la mitad, que da lugar a unas características socioeconómicas y culturales peculiares y también demográficas, con crecimiento continuo, tanto por inmigración como por una mayor natalidad. El total de efectivos melillenses en 2005 es de 65.488 h. con un decremento desde 2001 (69.184) y el crecimiento natural bastante más alto que la media estatal, precisamente por la mayor natalidad de la población musulmana. Los datos de 2005 arrojan para esta ciudad una tasa de 18,9 por mil de nacimientos y 6,3 de defunciones y, por lo tanto, un crecimiento vegetativo de 12,6; Andalucía tiene tres y España poco más de uno. Eso explica el mayor número de hijos por mujer y también más porcentaje de población joven: los menores de 15 años suponen casi la cuarta parte del total y los mayores de 64, el 10%. Las relaciones demográficas con Andalucía se refuerzan con la emigración actual. Así, en 2005, Melilla recibe 704 andaluces (307 de Málaga y 138 de Almería) y 883 del resto de las comunidades, destacando Cataluña, Canarias y Madrid.
Por otra parte, la población musulmana genera una dinámica natural más positiva, pero también explica índices medios menos favorables. Eso ocurre con la esperanza de vida en 2000: 74,7 y 81,3 para hombres y mujeres, respectivamente, en Ceuta y Melilla, frente a la media española de 76,1 y 82,8. También se refleja en el número de miembros por hogar (con más de cuatro, el 29 y 12%, respectivamente) o la edad de las viviendas. El paro es mayor y la escolarización menor en la población musulmana, que, en general, presenta características socioeconómicas peores, si bien los barrios periféricos progresan recientemente. Desde la instauración de la democracia las cosas han mejorado, al recibir la nacionalidad española y tener en principio los mismos derechos. Así, en el Preámbulo del Estatuto se recoge (no sin un cierto tinte paternalista) el deber de estimular "el respeto, comprensión y aprecio de la pluralidad cultural de la población"; incluso una parte del ejército profesional es musulmán. No obstante, existen problemas y últimamente se plantea el asunto de la presencia oficial, sobre todo en la enseñanza, del árabe (o el tamazig , idioma bereber). La población hebrea e hindú (muy visible en el comercio) está retrocediendo, especialmente la segunda, y alcanzan en conjunto un porcentaje pequeño, si bien la importancia económica y social es superior. [ Gabriel Cano ].
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