m.El término cortijo se deriva del latín corticulum y aparece usado en el mismo sentido que actualmente se le da en el libro del Repartimento de la ciudad de Sevilla (siglo XIII). Los árabes utilizan el término maysar para designar a este tipo de propiedad rústica. Bajo este nombre común se agrupan una gran variedad de construcciones aisladas de toda Andalucía y Extremadura a las que indispensablemente va unido una extensión de tierra de labor o monte de superficies grandes o medias. El cortijo llega a ser sinónimo de gran propiedad, pero se ha de tener en cuenta que la extensión es relativa para las distintas comarcas.
El cortijo de sierra y de campiña. El cortijo de sierra, localizado a ambos lados de la amplia campiña andaluza en Sierra Morena y Cordillera Penibética, tiene su base en la ganadería y en menor grado en los cereales y las leguminosas. Las viviendas de este tipo de cortijo constan de un cuerpo principal, residencia de los dueños, y construcciones para el ganado: cabrerizas, aprisco y zahúrda, adosados o en lugares más apartados. La agricultura se practica en pequeños valles o solanas que permitan el cultivo de cereales para consumo propio o ganado y algunas leguminosas y forrajeras. La producción tiende al autoconsumo tanto en la alimentación como en la manufactura, ya que la gente de los cortijos pasan gran parte del año aislados. A los pueblos se acude tan sólo para comprar determinados productos de necesidad y para las fiestas, de ahí que se asocie la figura del cortijero con personas rudas y de comportamientos sociales poco aceptables.
El cortijo por antonomasia, el que contribuye a estereotipar a Andalucía como región latifundista, es el de campiña. Los amplios intervalos entre los grandes pueblos de las campiñas de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz están ocupados por los caseríos de los cortijos. Los cortijos de campiña aparecen como grandes moles blancas sobre las lomas, arracimadas todas sus dependencias en torno a uno o dos patios empedrados "cortijo de un barrio", o en dos conjuntos, uno de los cuales está ocupado por las instalaciones para el ganado "cortijo de dos barrios". En ambos casos suelen existir viviendas para el propietario, encargado, capataz, casero y gañanías o dormitorios de los gañanes; graneros, pajares, almacenes para recoger las mieses, y para los ganados: cuadras para mulas, caballerizas, tinahón y zahúrdas, con "ahijaero" y "destetaera". Otras dependencias son la herrería, hoy sustituida por el taller, el guardarnés, para los arreos de los caballos "los arreos para mulos solían colocarse sobre los palos metidos en la pared de las gañanías", cocheras, carpintería, huerto, gallinero, palomar y alguna más.
En estos cortijos se siembra habitualmente trigo, cebada y avena, maíz, habas, arbejas, garbanzos, altramuces "en las tierras más pobres", matalahuga y, más modernamente, algodón, remolacha y sorgo.
Distribución de las labores. Como consecuencia de las grandes extensiones y la variedad de medios de producción y cultivos existe una amplia serie de funciones perfectamente sistematizadas y definidas, desempeñadas de forma permanente o temporalmente, según las tareas. Así, aparte del dueño ""señorito"", existe el encargado o "aperaor" que vive en el campo, dispone los trabajos que diariamente han de realizarse, contrata la gente y supervisa los trabajos de la finca recorriéndola a caballo. Otras decisiones de mayor envergadura ha de consultarlas con el dueño o el administrador. El manijero es el que contrata a las cuadrillas. El listero lleva cuenta de los jornales, la comida y prepara la nómina. El casero vive generalmente junto a la huerta de acceso y controla la salida y la entrada, mientras que su mujer hace la comida para el personal y mantiene limpia la vivienda de los señores. Al cuidado de los animales están el "pensaor" para los bueyes, el yegüero o velador para las yeguas, el pastor para las ovejas, el cabrero para las cabras, el mulero o revezo para los mulos y el porquero para los cerdos. Las labores las realizan las yuntas de mulos y bueyes llevados por los gañanes y bajo la supervisión de boyeros o arreadores.
Patrimonio natural y cultural. Con la mecanización de las labores agrícolas, los cortijos van perdiendo su función originaria y se ven sumidos en un proceso de abandono paulatino. Muchos son derruidos o se van deteriorando hasta convertirse en ruinas. La nueva sensibilización que despierta la conservación del patrimonio natural y cultural lleva a la Junta de Andalucía, a partir de 1990, a realizar el "Estudio Inventario sobre Cortijos", Haciendas y Lagares en Andalucía. Con esta obra, se pretende localizar y proteger los principales cortijos de las provincias andaluzas. Otras vías para su conservación son la restauración de este tipo de construcciones para ser utilizadas como vivienda de recreo o su reconversión en instalaciones hoteleras destinadas a potenciar el turismo rural
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