La Real Academia Española de la Lengua define la palabra congreso (del latín congressus , reunión) con varias acepciones: Junta de varias personas para deliberar sobre algún negocio; conferencia generalmente periódica en que los miembros de una asociación, cuerpo, organismo, profesión, etc., se reúnen para debatir cuestiones previamente fijadas, o bien edificio donde los diputados a Cortes celebran sus sesiones. Especifica también que en algunos países se llama Asamblea Nacional mientras que en otros, como los Estados Unidos de América, es el conjunto de las dos Cámaras legislativas; En España e Iberoamérica se llama Congreso de los Diputados al cuerpo legislativo compuesto de personas nombradas directamente por los electores. Si nos referimos a política internacional un congreso es una asamblea de jefes de Estado o de ministros plenipotenciarios que se convoca para decidir sobre asuntos internacionales de interés común a los asistentes.
Este órgano legislativo remonta sus orígenes a la Edad Media y ha sufrido variaciones, no sólo en su estructura, composición y elección, sino también en su nombre. El origen más antiguo se registra en la Alta Edad Media, cuando los Concilios de Toledo juegan el papel de asamblea de carácter mixto (religioso y civil). Por tradición, los estados cristianos de la Reconquista reproducen esta composición. La costumbre de invitar a las reuniones a los representantes de las ciudades (o burgos) comienza en Aragón y Navarra desde 1134. En 1169, fecha de las Cortes de Burgos convocadas por Alfonso VIII, se da entrada a los representantes del pueblo; se conforma así la típica representación que sobrevivirá hasta finales de la Edad Moderna.
Las Cortes se reúnen en innumerables ocasiones durante toda la Edad Media pero al llegar la Edad Moderna lo harán menos asiduamente. Del feudalismo primitivo donde la figura del rey era discutida por los propios nobles se pasa a un sistema de monarquía autoritaria que restringe el poder nobiliario y va reduciendo, poco a poco, las atribuciones de las asambleas hasta dejarlas reducidas a meras cámaras de aprobación de impuestos. Las Cortes de Aragón (se reúnen en Zaragoza) son menos dóciles para votar los impuestos deseados por los reyes porque eran más representativas. Las Cortes de Castilla (se dan cita en Burgos, Valladolid, Toledo y Madrid) son más sumisas. Las Cortes de Monzón reunían al conjunto de las Cortes de Aragón, Cataluña y Valencia.
En el siglo XVIII las Cortes van desapareciendo: después de 1714 ya no se reúnen las de Aragón, Cataluña y Valencia porque estos reinos pierden sus fueros tras la Guerra de Sucesión. Las Cortes de Navarra y las de Castilla siguen reuniéndose para votar el servicio y la alcabala entre otros impuestos, momento en que los burgueses de las ciudades presentan sus «cuadernos de peticiones», muy importantes para elaborar las leyes.
En la Edad Contemporánea las Cortes se reúnen por vez primera en 1810, en Cádiz, durante la Guerra de la Independencia contra los franceses. Esto supone la participación legislativa de todo el reino contra el absolutismo dominante entonces, llegando a articular en la Constitución de 1812 las principales reglas del liberalismo político. Durante el Trienio Liberal continúan llamándose Cortes y el sistema es unicameral, como en 1810.
El primer cambio de nombre sobreviene tras la muerte de Fernando VII y la aprobación del Estatuto Real en 1834; se le llama entonces Estamento de Procuradores (que es la Cámara Baja) surgiendo además el Estamento de Próceres (que es el precedente del Senado o Cámara Alta).
En la Constitución progresista de 1837 aparece por primera vez el término "Congreso de los Diputados" (Legislatura de 1837-1838). Congreso y Senado juntos decidirán en 1841 otorgar la regencia de España el general Espartero, a pesar de que la candidatura de una Regencia Trina era mayoritaria en el Congreso; los senadores imponen finalmente su criterio. En 1845 la capacidad legislativa será compartida entonces con el Senado y la reina, Isabel II, tiene la potestad de disolver ambas cámaras.
En 1873, al abdicar de la corona Amadeo I de Saboya, el Congreso, reunido junto con el Senado, pasa a denominarse Asamblea Nacional. Desde 1876 hasta 1939 no existe ninguna variación, pasando a denominarse nuevamente Congreso de los Diputados al reestablecerse el sistema democrático en 1977. Se introduce una Ley de Relaciones entre los cuerpos colegisladores para armonizar las discrepancias entre Congreso y Senado, vigente hasta 1931. Desde 1890 el método de elección es el sufragio universal.
La Constitución de 1931, de la Segunda República, elimina la Cámara Alta e implanta el sistema unicameral, desechando el proyecto de hacer una cámara más donde estén representados patronos, sindicatos y asociaciones profesionales.
Durante el franquismo (1939-1977) vuelven a denominarse Cortes Españolas, siendo su elección escasamente representativa (se hacía conforme al Fuero de los Españoles) con gran número de diputados nombrados directamente por el régimen (unos por derecho propio y 40 elegidos por el Jefe del Estado). El sistema de representación franquista reproducía el esquema fascista: familia, municipio y sindicato. Estas Cortes son establecidas por la Ley Fundamental de 15 de julio de 1942, corregida en 1958. Si bien preparaba las leyes, era el general Franco el que decidía si finalmente se aprobaban o no.
En 1978, con la llegada de la democracia, vuelve a llamarse Congreso de los Diputados, existiendo también el Senado (se vuelve al bicameralismo). Las dos cámaras tienen una función legislativa y el Senado, además, es cámara de representación territorial. Las dos juntas forman las Cortes Generales aunque la primacía es del Congreso. El sistema de elección es proporcional y los diputados y senadores se eligen cada cuatro años. Todos los avatares de la institución están registrados en los Diarios de Sesiones de las Cortes , o del Congreso de los Diputados, que se editan ininterrumpidamente desde 1810. [ José Luis Sáez Pinel ].
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