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MUDéJARES

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Término conceptual, ideológico y cultural de tradición islámica, pues deriva del árabe mudayyan o dayyan , es decir, ?gentes domesticadas? o mejor, ?domeñadas?, que identifica al grupo social de los andalusíes que siguen viviendo en Andalucía después de su conquista cristiana y sujetos al dominio político y fiscal de los reyes castellanos durante los siglos XIII al XV.

El origen del mudejarismo andaluz data ya de las primeras campañas militares de Fernando III * por al- Ándalus, iniciadas en 1224 y culminadas con la conquista de la ciudad de Sevilla en 1248. Y termina bruscamente en 1502, cuando los Reyes Católicos * decretan la conversión forzosa al cristianismo de los mudéjares andaluces o bien su exilio de los reinos de integran las Coronas de Castilla y Aragón. Pero sería durante el prolijo reinado de Alfonso X el Sabio *  (1252-1284) cuando los mudéjares andaluces  alcanzan su configuración más definitiva y sus características más perdurables como una minoría étnica y religiosa tolerada y marginal en la organización social de la nueva Andalucía cristiana del Valle del Guadalquivir.

En efecto, la rapidez de las conquistas castellanas (1224-1248) obliga Fernando III *  a someter amplios territorios de al-Ándalus mediante pactos, ?pleitos o pleitesías?, con las autoridades islámicas locales. Amplios sectores rurales de las campiñas más meridionales, desde Córdoba a Sevilla, desde el río Guadalete hasta el Mar Océano, por Jerez de la Frontera y el occidente de al-Ándalus, quedan sometidos mediante una fórmula especial identificada como ?ocupación colonial?.

La población andalusí que no emigra a territorio islámico puede permanecer libremente en Andalucía y conservar sus propiedades rurales, el derecho a la libertad personal y la estructura tradicional de la aljama * , presidida por un ?alcayad? o alcalde e integrada por los viejos del lugar, los ?moros sabidores?, y las personas más representativas de la comunidad. Asimismo, tienen derecho a mantener sus leyes y sus fueros, a su religión y a su lengua. Y, por último, gozan de la autorización para poseer mezquitas, baños, hornos, tiendas y alhóndigas ?a la costumbre de los moros?.

Pero todas estas medidas coloniales tienen en contrapartida un férreo sistema fiscal de sometimiento. Los mudéjares andaluces deben pagar al rey los mismos impuestos que en la época almohade * , a los que se suman otros muchos como el diezmo, un impuesto de capitación personal, una carga sobre la propiedad de la tierra y otros gravámenes diversos que provocan que su situación económica sea crítica. Ante esta situación de postergación y evidente miseria, siguiendo los consejos de las ?fatwas? de los alfaquíes locales, algunos, los más ricos, se van ya a Granada o al norte de África. Y aun así, los mudéjares andaluces siguen siendo muy abundantes, al menos hasta 1264. En el reino de Jaén se constata oficialmente ocho morerías; quince en el reino de Córdoba; y casi treinta en el reino de Sevilla. Pues en el proyecto político andaluz de Fernando III los mudéjares tienen su lugar en el campo, junto a los cristianos y judíos en la ciudad, como un grupo social, trabajador y pacífico, que mantendría con su sabiduría y laboriosidad la tradicional fecundidad agrícola andalusí. Para Alfonso X la maurofilia de su padre es imposible, fruto únicamente de la extraordinaria magnanimidad del rey Santo. La progresiva violación de los pactos y la nueva política antimudéjar del rey Sabio no sólo daría al traste con la primitiva coexistencia pacífica de cristianos y musulmanes en Andalucía, sino que fundamentaría ideológica y culturalmente el llamado ?problema mudéjar?, cuyo símbolo más definitivo es la revuelta militar de los moros andaluces entre 1264-1266, apoyados desde el reino Nazarí de Granada * .

La expulsión.  La derrota de los mudéjares y su posterior expulsión es sin duda una catástrofe para la economía y el poblamiento de Andalucía. A lo largo de los siglos XIV y XV las numerosas aljamas de la centuria anterior se reducen y empobrecen, se agotan incluso biológicamente. Hacia 1500 existen en Andalucía sólo seis aljamas organizadas: Palma del Río, Córdoba, Priego, Archidona, Sevilla, Écija y La Algaba; en total no más de 2.000 individuos. Sin embargo, en el antiguo reino de Granada, el mudéjarismo es todavía por las mismas fechas, a finales de la Edad Media, un fenómeno social y político emergente, mucho más activo, e incluso peligroso para la corona castellana que en la vieja Andalucía del Valle del Guadalquivir. Las morerías granadinas no sólo son abundantes sino que tienen poder económico y posiblemente ciertos contactos locales con poblaciones de Berbería. Lo que justifica  algunas revueltas violentas de los moros granadinos, remisos al sometimiento laboral y fiscal a las oligarquías castellanas, como las del Albaicín en 1499 o las de Sierra Bermejas en 1501. Sólo de esta forma se entiende la orden emitida por Isabel y Fernando el 12 de febrero de 1502 a favor de la conversión o la expulsión.

Todo parece indicar que la mayoría de los mudéjares granadinos, a diferencia de los andaluces del siglo XIII, opta por la conversión, la generalidad de manera poco sincera, de conveniencias, dando lugar al problema morisco * . Pues se trata de bautizados y cristianos ante la ley, pero musulmanes en su conciencia y en su cultura tradicional y familiar. La sociedad cristiana lo sabe, pero lo tolera porque los nuevos moriscos constituyen una mano de obra excepcional, sumisa e incluso servil, en la repoblación del nuevo Reino de Granada. Pues, en efecto, en Andalucía y en menor medida posteriormente en Granada, los mudéjares son siempre un grupo social básicamente rural. Desde finales del siglo XIII un conjunto de leyes y disposiciones religiosas y jurídicas ?Las Partidas, el Concilio de Letrán de 1212, El Ordenamiento de Alcalá de 1348, las Cortes de Toro de 1480? abundan casi siempre en la condición marginal de las morerías y en la separación laboral, intelectual y científica entre cristianos y musulmanes andaluces. Lo que obliga a los mudéjares a la especialización en determinados oficios al margen su tradicional dedicación a la agricultura, tales como los relacionados con la construcción, la artesanía textil, cerámica, madera, cuero... En el siglo XV destacan en Sevilla los obreros islámicos que tienen a su cargo el mantenimiento del Alcázar y los famosos Caños de Carmona, ?los moros cañeros?, incluidos en la nómina del concejo de la ciudad. En cualquier caso y hasta conquista de Granada en 1492, los mudéjares, herederos de la civilización andalusí, se constituyen en comunidades humildes, pacíficas y laboriosas; pues a diferencia de los judíos andaluces, plantean escasos problemas de sumisión a la Monarquía Hispánica y a la sociedad cristiana dominante. Y eso es para la época ?siglo XVI? extraordinariamente substancial al concepto religioso de España. [ Manuel González Fernández ].

 

 
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