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f.(De antropo y logía ).El siglo XIX asiste al interés por el estudio científico del hombre en el marco epistemológico de las Ciencias Naturales, y por ello no es extraño que sea en este contexto donde empiecen a consolidarse unas incipientes Ciencias Sociales fuertemente influenciadas por el naturalismo y el pensamiento darwinista. Las nuevas corrientes teóricas hegemónicas en Europa llegan a Andalucía gracias al aperturismo ideológico que sigue a la Revolución de 1868, durante los años del llamado Sexenio Revolucionario (1868-1874). Es así que, en 1871, dos catedráticos de la Universidad de Sevilla, Federico de Castro * y Antonio Machado y Núñez * , crean la Sociedad Antropológica Sevillana y la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias de Sevilla , publicada por la Universidad entre 1869 y 1872, que traduciría textos de autores tan en boga en la época como Darwin, Haeckel o Spencer, a la vez que sería el vehículo de las primeras aportaciones específicamente antropológicas sobre la sociedad y la cultura andaluzas.

A partir de ese momento, y a pesar de las dificultades que supuso la Restauración de 1875, un grupo de intelectuales sevillanos o afincados en Sevilla, influidos por el evolucionismo y el krausismo defendido por la Institución Libre de Enseñanza, creada en 1879 por Francisco Giner de los Ríos * , se esfuerzan por divulgar los nuevos corpus teóricos a la vez que empiezan a interesarse por el estudio de las manifestaciones populares andaluzas, propugnando la necesidad de aplicar con rigurosidad la metodología científica en la recogida, selección y análisis de los datos. La figura más importante dentro de la escuela folclorista sevillana es Antonio Machado y Álvarez * , hijo de Antonio Machado y Núñez * , quien, además de traducir la Antropología de Edward B. Tylor y de colaborar en la citada Revista Mensual con diversos artículos sobre el flamenco, crea en 1881, El Folk-Lore español. Sociedad para la recuperación y estudio del saber y las tradiciones populares . Su proyecto, sólo concretado parcialmente, era la creación de otras Sociedades similares en otros territorios de la península que deberían relacionarse de acuerdo con un modelo federal.

Es Machado y Álvarez, conocido con el sobrenombre de "Demófilo", quien inicia la sistematización de los estudios de Folk-Lore como una dimensión de la Antropología, enfatizando la necesidad de practicar el método científico: primero, recopilar datos, luego describirlos y, sólo tras esta fase etnográfica, intentar su interpretación. Fruto de esos años de trabajo son diversas publicaciones sobre las producciones culturales andaluzas, entre las que cabe destacar la coordinación de la revista El Folk-Lore Andaluz , publicada mensualmente en 1882 y 1883, y de los once volúmenes de la Biblioteca de Tradiciones Populares (1883-1888), donde escribirían dos de los más importantes integrantes del grupo, Luis Montoto * , con su trabajo sobre Los corrales de vecinos de Sevilla , y Alejandro Guichot * , con su obra Supersticiones populares andaluzas, comparadas con las portuguesas (1883). Este último publicaría, ya entrado el siglo XX, dos importantes libros, uno de ellos muy poco conocido, un manual de Antropo-sociología (1911), y otro de mayor repercusión, Noticia histórica del Folk-Lore  (1922)

El entusiasmo y productividad de este reducido pero significativo núcleo de intelectuales andaluces, agrupados primero en la Universidad de Sevilla y luego en otras instituciones como el Ateneo, es notable. A ellos se suma­rían también personas de diversos lugares de Andalucía, en especial de Granada, y profesores no nacidos en la comunidad autónoma pero que desarrollan aquí gran parte de su labor científica, como Manuel Sales y Ferré * . Pero ello no es suficiente para consolidar académica ni socialmente la Antropología ni unos estudios de Folk-Lore entendidos como parte de aquella. Las adversas condiciones político-ideológicas, la falta de apoyo institucional y la dificultad de conectar con otros sectores de la sociedad andaluza son los motivos principales por los que no tiene continuidad el que es el más destacado núcleo en España en la introducción de las ciencias antropológicas.

La acentuada polarización social de Andalucía en el primer tercio del siglo XX, la Guerra Civil española y el oscurantismo dogmático de la posguerra obstaculizarían la emergencia de la Antropología, con muy pocas excepciones, en la primera mitad de la centuria. En particular, la dictadura franquista supone un gran retroceso, entre otros, en el terreno de la educación y el pensamiento, por lo que el temor a las ciencias sociales, potencialmente críticas y consideradas, por ello, como subversivas, frena cualquier intento de investigación o abordaje del tema de la pluralidad cultural del Estado español y de las realidades sociales más allá de la propaganda del régimen. Aún más, las expresiones culturales andaluzas, entre ellas los rituales festivos, el flamenco y otros elementos identitarios, son presentadas como representativas de una hipotética "cultura española" a la que los rasgos culturales andaluces, previamente descontextualizados y mixtificados, contribuyen a dotar de contenido. El Folk-lore andaluz no era ya un ámbito de estudio, rama de la Antropología, sino una versión degradada de la cultura andaluza e incluso una negación de ésta.

Desde finales de la década de los años cuarenta y durante los años cincuenta y sesenta, un número creciente de antropólogos, fundamentalmente británicos y norteamericanos, pero también alemanes y franceses, realizan estudios en diversos pueblos de Andalucía. El más importante de ellos, por la influencia que tiene la monografía The people of the Sierra , es el inglés Julián Pitt-Rivers * , quien entre 1949 y 1952 estudia el pueblo de Grazalema (Cádiz). Su llegada a Andalucía hay que entenderla en el marco del interés existente en la disciplina hacia nuevos objetos de estudio, tras la crisis del mundo colonial en el que tradicionalmente se habían realizado las investigaciones. Y la respuesta al por qué Andalucía habría que buscarla en el hecho de que, como el mismo autor reconoce, las tierras del sur de Europa seguían manteniendo, para los ciudadanos del Norte, la imagen romántica y "primitiva" forjada desde el siglo XVIII y transmitida por los viajeros románticos. La monografía de Pitt-Rivers surte un efecto de arrastre sobre jóvenes investigadores de universidades europeas y norteamericanas, quienes, siguiendo a éste, dirigen su mirada hacia Andalucía en el contexto del interés antropológico por las sociedades mediterráneas. De esta forma se multiplican las investigaciones, que, por lo general, consisten en estudios de comunidad para la realización de tesis doctorales.

El que ha sido llamado "segundo nacimiento" de la Antropología andaluza no tendría lugar hasta los años sesenta, siendo su impulsor el profesor José Alcina Franch * . Éste, tras realizar estudios en París y México, se incorpora en 1959 a la cátedra de Historia de América Prehispánica y Arqueología Americana de la Universidad de Sevilla. Enseguida funda el Seminario de Antropología Americana, en cuyo seno inicia, en 1962, un Proyecto de Etnología de Andalucía Occidental que constituye el primer intento de investigación planificada sobre Andalucía en el campo de la Antropología Cultural y que parte, entre otras bases, de la constatación, realizada también por el norteamericano George Foster y otros autores, de que para entender América, tanto en la etapa colonial como en la actualidad, es condición necesaria conocer la cultura de Andalucía. Es así como, años más tarde, Alcina puede escribir que el resurgir de la Antropología andaluza acontece de una forma "absolutamente original e increíble, que es la de que una rama especializada, la Antropología americanista, especialmente el estudio de las culturas indígenas prehispánicas, haya nacido, por así decirlo, de la nada y diera origen al tronco del que debió nacer". Junto al anterior, puso también en marcha un proyecto de Etnohistoria sobre el Norte de México, con el objetivo de aprovechar, desde una perspectiva antropológica, el riquísimo material existente en el Archivo de Indias. Ambos proyectos darían lugar a dos líneas de investigación, la primera sobre Etnohistoria de América, continuada más tarde por Alfredo Jiménez Núñez * y la segunda sobre Etnología de Andalucía, que impulsaría Isidoro Moreno Navarro * ; líneas que a lo largo de los años se han diversificado ampliamente y reconceptualizado sus objetivos e intereses.

Tras la marcha del profesor Alcina Franch a Madrid, en 1967, y en el contexto de las reformas de algunos planes de estudios en la Facultad sevillana, se introduce, en la especialidad de Historia de América, una asignatura optativa de Etnología de la Península Ibérica que actúa de base formativa para un pequeño grupo de estudiantes que habrían de convertirse en investigadores y luego, varios de ellos, en docentes en Antropología. Ésta comienza también a estar presente, de forma incipiente, en la Sección de Historia y en los nuevos Colegios Universitarios de Cádiz y Córdoba. En 1973, tiene lugar en Sevilla la Primera Reunión de Antropólogos Españoles, con el objetivo de debatir la problemática, tanto teórica y metodológica como profesional en la que se encuentra la disciplina, sólo existente, y de forma muy precaria, en las universidades de Madrid, Barcelona y Sevilla. En ese mismo esfuerzo por profesionalizar e institucionalizar la Antropología, tiene lugar diez años más tarde, en 1982, en Jerez, el Primer Encuentro de Antropólogos de Andalucía, donde se reúne ya a un significativo número de profesionales andaluces y de otras nacionalidades y países interesados por Andalucía. En este Encuentro se debate en torno a dos problemáticas fundamentales: la identidad cultural de Andalucía y la situación en ésta de los estudios antropológicos. En 1984 se funda la Asociación Andaluza de Antropología *  que vincula formalmente a los antropólogos andaluces en un marco de interés común por la disciplina. Fruto de toda esta actividad, y posibilitada por los cambios sociopolíticos, surge en 1983 la especialidad de Antropología Cultural en la Universidad de Sevilla, dentro de la Facultad de Geografía e Historia. En 1994, al crearse la Licenciatura (de segundo ciclo) de Antropología Social y Cultural, dichos estudios se convierten en licenciatura independiente. En la actualidad, se imparte también en la Universidad de Granada. Además, y aún sin contar con una licenciatura propia, existen núcleos de antropólogos en las Universidades de Almería, Cádiz, Córdoba, Huelva y Jaén.

La consolidación de la España de las Autonomías, a partir de 1978, y la toma de conciencia andaluza producida en la segunda mitad de los años setenta y comienzos de los ochenta provoca también un cierto interés institucional por la disciplina. Así, la Junta de Andalucía impulsa la creación, en 1985, de la Fundación Machado, que edita la revista El Folklore Andaluz , luego titulada Demófilo , con la dirección de Salvador Rodríguez Becerra * , y convoca Encuentros de Religiosidad Popular, el primero de ellos en 1987. En la Consejería de Cultura se crea la Comisión Andaluza de Etnología, de la que es primer presidente Isidoro Moreno Navarro, y desde ella se diseñan planes anuales de investigación subvencionada, cuyos avances y resultados son dados a conocer en las correspondientes Jornadas de Etnología Andaluza, teniendo lugar la primera de ellas en 1989. Asimismo, dicho año se crea el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, una de cuyas secciones es la de Etnología. Posteriormente, tiene lugar la creación de plazas de etnólogos provinciales por parte de la Consejería, con lo que se activa la labor de investigación y las propuestas de declaración de Bienes de Interés Etnológico. En Granada, el año 1991, la Diputación patrocina el establecimiento del Centro de Investigaciones Etnológicas Ángel Ganivet, dirigido por José Antonio González Alcantud * , que complementa la constante labor que venía realizando el grupo de antropólogos granadinos con la revista Gazeta de Antropología , publicada desde la constitución de la Asociación Granadina, en 1982. Y a todo esto hay que añadir la labor realizada en algunos museos andaluces, en especial en el de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, dirigido por Antonio Limón * Delgado. En lo referente a temas de investigación, del interés inicial mayoritario por el estudio de las expresiones culturales de la identidad andaluza, como las fiestas y rituales, el asociacionismo o la religiosidad, y por problemas como el de la tierra, la cultura jornalera y la emigración, la atención se amplia a otros campos muy diversos y a fenómenos tan actuales como el patrimonio cultural, la inmigración y la multiculturalidad, los efectos de la globalización, las culturas del trabajo o las problemáticas referentes a las relaciones entre los sexos y la sexualidad.[ Carmen Mozo González ]

 

 
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