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MACHADO

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 Destacada familia de la cultura andaluza de los siglos XIX y XX. Este apellido "muy probablemente heredado de un tronco de judíos conversos portugueses" alcanza gran relieve con la figura de Antonio Machado y Núñez (Cádiz, 1815-Madrid, 1896). Hijo del próspero comerciante Francisco Machado Rodríguez, estudia Historia Natural, Botánica, Matemáticas y Química en el prestigioso Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz, donde se gradúa de bachiller (1831) en Filosofía y obtiene los títulos de licenciado (1837) y doctor (1838) en Medicina y Cirugía. Antes de obtener la licenciatura ejerce como sanitario voluntario en el ejército del Norte, durante la primera guerra contra los carlistas. Una vez concluidos sus estudios, trabaja un tiempo como médico titular del Puerto de Cádiz y como profesor auxiliar en el Colegio de Medicina. Pero, hombre inquieto, entre los años 1840 y 1841 viaja por las Antillas, Centroamérica y Guatemala, donde reside su hermano Manuel. En su periplo americano, Machado entra en contacto con la Naturaleza, una Naturaleza salvaje, poderosa y omnipresente. Observa fósiles, restos arqueológicos y erupciones volcánicas" Además, amasa una pequeña fortuna con el ejercicio de su profesión de médico. En 1841, tras un breve paso por Cádiz, emprende viaje a París para continuar su formación en La Sorbona. En la capital gala permanece hasta 1843 y entabla contacto con eminentes naturalistas, como el geólogo Constant Prevost. No faltan en esta etapa las visitas a los países limítrofes, como Bélgica o Alemania.

De vuelta a España en 1843, se instala en Sevilla y ejerce algún tiempo la Medicina "será conocido como "el médico del gabán blanco"". No obstante, pronto se decanta por su perfil de naturalista e investigador, por lo que en junio de 1844 es nombrado catedrático de Física y Química Médicas de la Facultad de Ciencias Médicas de Cádiz. Un año más tarde, debido al llamado Plan Pidal, debe realizar traslado forzoso a Santiago de Compostela para ocupar en aquella Universidad la cátedra de Física y Química. Antes de partir hacia Santiago, Machado celebra matrimonio secreto con Cipriana Álvarez Durán (Sevilla, 1827-Madrid, 1904), una joven sevillana hija del extremeño José Álvarez Guerra, quien se anticipa a las tesis del krausismo con el libro Unidad simbólica y destino del hombre en la tierra o filosofía de la razón , y sobrina de Agustín Durán, el célebre autor del Romancero general  y reivindicador del teatro español del Siglo de Oro. La misma Cipriana Álvarez es una mujer cultivada y posee dotes e inclinaciones artísticas, especialmente hacia la pintura. En su nuevo domicilio gallego nace el primer y único hijo del matrimonio, Antonio Machado y Álvarez. Corre el año 1846 y Cipriana, con su salud muy maltrecha tras un parto difícil, retorna a Sevilla. Pronto se unirá a ella y a su hijo en la capital hispalense Antonio Machado y Núñez, a quien se le ha concedido el traslado solicitado por afectar negativamente a la familia el clima húmedo de Galicia.

Como catedrático de Historia Natural de la Universidad de Sevilla, Machado vive 37 años, hasta 1883, de fecunda actividad científica, académica y política. Así, es miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, institución de la que se aleja progresivamente por su giro conservador; decano de la Facultad de Filosofía desde 1850 a 1863, cuando se desdobla esta Facultad en las de Ciencias y Letras; y rector de la Universidad (1868-1870 y 1872-1874), a la que dota de un importante Gabinete de Historia Natural. A lo largo de su trayectoria intelectual, Machado y Núñez, representación de la ciencia experimental y positiva, actuará como difusor del darwinismo social. El evolucionismo darwinista se erige en la estructura vertebradora de su pensamiento y le sirve para proclamar la emancipación de la razón con respecto a la fe y a la creencia religiosa, paso ineludible para que el hombre discurra por un camino de progreso material y espiritual indesmayable. En su opinión, el nuevo vínculo de la unidad nacional debe ser la instrucción pública generalizada, dirigida por los hombres de ciencia bajo el principio de la independencia de la ciencia y la razón, basadas siempre en lo experimentalmente demostrado: "una instrucción "propugna Machado y Núñez" verdadera, moral y uniforme que, partiendo de las escuelas primarias, se continuara en los Institutos y se perfeccionase en las Universidades, dando esperanzas de remedio al oscuro porvenir de nuestra patria". La obra científica de Machado y Núñez comprende, aparte de la traducción de los manuales de Zoología y Geología de Federico Shoedler, libros o folletos sobre catalogación de aves, peces, reptiles y mamíferos de Andalucía. Además, en colaboración con el krausista Federico de Castro, funda la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias .

El estallido de la Revolución de septiembre de 1868 permite a este acendrado liberal dar rienda suelta a su pasión por la res publica . Además de sus funciones como rector de la Universidad "donde defiende el espíritu de la extensión universitaria y proclama la libertad de cátedra", desempeña el cargo de gobernador civil de la provincia de Sevilla como miembro del Partido Progresista, puesto que ocupa desde marzo de 1870 a enero de 1871, y en 1874 se le propone para alcalde de Sevilla, posibilidad que acaba rechazando.

La Revolución fracasa y llega la Restauración, comienza una etapa delicada para los profesores krausistas como Giner de los Ríos * , creador de la Institución Libre de Enseñanza, a la que tan próximos estarán los Machado "aunque nunca comulgarán con el elitismo gineriano". En septiembre de 1883, la familia se traslada a Madrid buscando nuevos horizontes, quizás mejores oportunidades para la obra del hijo y, sin duda, un mejor sueldo para el padre como catedrático de la Universidad Central. Allí consigue la cátedra de Zoología (Moluscos y Zoofitos) y llega a ser decano, por un tiempo, de la Facultad de Ciencias. No relega sus inquietudes políticas "en 1886 se presenta como candidato a senador por Madrid" y se embarca en negocios que le reportarán grandes deudas hasta el momento de su muerte, que tiene lugar el 2 de julio de 1896, tres años más tarde del fallecimiento de su hijo, Antonio Machado y Álvarez. Sus restos reposan en el Cementerio Civil de Madrid.

Demófilo. Antonio Machado y Álvarez (Santiago de Compostela, 1846-Sevilla, 1893), más conocido por el seudónimo Demófilo, estará influido desde el principio por la figura de su madre, Cipriana Álvarez Durán. Poseedora de un espíritu artístico, sensible y cultivado, estimula y apoya a Machado a lo largo de toda su vida, financiando sus proyectos, animándole y ejerciendo también ella misma de folclorista, sobre todo en la recolección de cuentos populares, unos publicados por ella misma y otros por su hijo. Esta pasión por la literatura popular se reflejaría en los años universitarios del joven Machado, repartidos entre Sevilla "en cuya universidad está especialmente ligado al krausista Federico de Castro" y Madrid, concretamente en las revistas que él mismo funda, como La Juventud o Un Obrero de la Civilización . Trayectoria académica que completa con la licenciatura en Derecho (1870) y el doctorado en Filosofía y Letras (1873).

El 22 de mayo de 1873 contrae matrimonio con Ana Ruiz Hernández, una trianera de 19 años que concibe a todos sus hijos: Manuel (1874), el primogénito; Antonio (1875); una niña nacida en 1878 y muerta a los pocos meses; Rafael, que fallece algunos días después de su nacimiento; José (1879); Joaquín (1881); Francisco (1884) y Cipriana (1885). Por aquel entonces Machado y Álvarez abre bufete de abogado, primero con sus condiscípulos y amigos Manuel Poley y Rafael Álvarez Sánchez Surga en 1871, luego con el propio Federico de Castro en 1875 y finalmente solo en torno a 1878. También ejerce de juez municipal del distrito de San Vicente entre los años 1872 y 1873. La actividad de esta época la resume así su biógrafo Antonio Sendras: "Dedicado a los trabajos del bufete, a traducciones de obras, a escribir artículos literarios, a negocios de carácter industrial y a coleccionar abundantísimos materiales de literatura popular""

Una nueva corriente de pensamiento irrumpe en la vida de Machado y Álvarez a partir de 1879, cuando llega a Sevilla Hugo Schuchardt, con quien traba franca y estrecha amistad. Las lecturas de Spencer y de Primitive Culture de Eward B. Tylor, además de la fundación de la Folk-Lore Society de Londres, determinan su abandono del krausismo, progresivamente sustituido por el evolucionismo y el positivismo, "el sistema de la evolución, más amplio, más progresivo y superior bajo todos los conceptos al de Krause". Como plataforma para defender estos planteamientos se emplea La Enciclopedia , en la que Machado y Álvarez sostiene la Sección de literatura popular. Gracias a Schuchardt comienza a mantener relaciones epistolares con los sabios europeos que se ocupan de estas cuestiones en Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, Portugal… Pero pronto busca su propia plataforma, que será la creación de la Sociedad del Folk-Lore, y, sin abandonar la recolección de materiales, llegará a ser teórico de esa nueva disciplina u orientación científica.
    La proclamación de las bases de El Folk-Lore Español tiene lugar el 3 de noviembre de 1881. Pocos días después, el 23 de noviembre, se constituye en Sevilla El Folk-Lore Andaluz y un año más tarde comienza la publicación de su revista mensual, que lleva el mismo nombre de la sociedad. En ambos proyectos la iniciativa corresponde a Demófilo, para quien el Folk-Lore se erige en una verdadera ciencia nueva, comprensiva de otras muchas, unificadas bajo el prisma de lo popular, es decir, de lo común entre los hombres. Además, concibe el Folklore como la actividad y la organización que permitirá salir a España de su secular postración, a través del reconocimiento de sus raíces y de su implicación en una obra común.
    En septiembre de 1883 se traslada a Madrid acompañando a su padre, persuadido de que desde la capital de España podrá difundir más ampliamente el Folk-Lore y organizar sociedades regionales en toda España, propósito que sólo lleva a cabo en Castilla, Extremadura y Galicia. Antes, ha publicado sus dos primeros libros: Colección de enigmas y adivinanzas (1880) y Colección de cantes flamencos (1881), que, con sus contradicciones o puntos oscuros, es el punto de partida de la flamencología. La empresa de Machado y Álvarez en la Corte resulta infructuosa y no cosecha más que decepciones y fracasos. No sólo no logra ganarse dignamente la vida con sus escritos o sus actividades folcloristas –que menguan paulatinamente la renta de su madre, doña Cipriana–, sino que, paradójicamente, sólo encuentra algún apoyo en un político de signo contrario al suyo, el conservador Antonio Cánovas del Castillo. Desde su propio campo, la Institución Libre de Enseñanza, a la que tan vinculado se siente intelectual y afectivamente, sólo le ofrece una cátedra de folclore, aunque sin sueldo. Las quejas sobre su precaria situación económica así como sobre la falta de eco de su labor, son constantes en sus cartas a Luis Montoto.
    Acuciado por tan delicadas circunstancias, Demófilo publica Cantes flamencos y cantares (1887), una obra hecha para “solaz y recreo de las personas de buen gusto literario”. Recoge, en su mayoría, coplas de origen andaluz, interpretadas por cantaores flamencos, con música flamenca y con gitanización del lenguaje, y que, lejos de constituir una manifestación espontánea, se desarrollan por la dialéctica entre los intelectuales (escritores, poetas, músicos, intérpretes, artistas) y el pueblo. En el prólogo, enuncia algunas de las características de esta copla: forma parte de la mejor poesía, ya que “dice más en menos palabras”; ausencia de postizos o adornos innecesarios desde el punto de vista retórico, afán de autenticidad; carácter no venal y ausencia de público comercial; unión íntima e indisoluble con la música y el canto; espontaneidad y sencillez; intensidad, vigor expresivo, sobriedad; acertado empleo de imágenes y comparaciones; y transformabilidad, adaptabilidad.
    Las penurias económicas continúan, como demuestra esta carta a su amigo G. Pitrè: “Me he entrampado en estos años; mi madre puede auxiliarme ya muy poco y ha mermado su pequeño capital; mi pobre padre, que vive con nosotros y cobra tres mil seiscientos reales de sueldo, con los que pasaría una vejez dichosa (tiene setenta años), necesita todo su sueldo para cubrir compromisos anteriormente contraídos y apenas le queda para su manutención (…)” Sus artículos en prensa o sus traducciones –como las que realiza de las obras Antropología. Introducción al estudio del hombre y la civilización, de E. B. Tylor, y Medicina popular. Un capítulo en la historia de la Cultura, de W. G. Black– apenas sí mejoran la situación de la familia, por lo que Machado y Álvarez embarca para Puerto Rico a primeros de agosto de 1892 para ejercer allí su profesión de abogado. Pero, cuando aún no ha transcurrido un año de su estancia, enferma, debiendo regresar a España acompañado de su cuñado Manuel Ruiz. En la casa de este último, número 35 de la sevillana calle Pureza, en el barrio de Triana, muere el 4 de febrero de 1893. El parte médico oficial señala “esclerosis medular” como causa del fallecimiento, aunque todavía hoy es muy difícil conocer con precisión qué padecimientos acaban con su vida. Es enterrado al día siguiente en el cementerio de San Fernando de Sevilla. “Moría un hombre bueno –escribe el profesor Enrique Baltanás–. Pero también un hombre clarividente, que supo fijar sus ojos, y los nuestros, en algo que, despreciado y minusvalorado entonces por muchos, llegaría a ser, con el tiempo, un arte universalmente reconocido: la música, el cante, el baile, la pintura, la poesía, el cine…flamenco”. La influencia de su obra resulta, desde luego, evidente en la producción literaria de Antonio y Manuel Machado. Ambos comprenden perfectamente la doctrina del padre y calibran adecuadamente su importancia. [ Javier Vidal Vega ].

 

 
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