(AL). La Comarca del Poniente Almeriense linda al norte con la Alpujarra, al oeste con La Costa Tropical, al este con Almería y al sur con el mar Mediterráneo. El territorio (971 km 2 y 204.798 h., en el año 2005) incluye los municipios de Adra (23.195 h.), Berja (14.249 h.), Dalias (3.773 h.), El Ejido (68.828 h.), Enix (322 h.), Félix (815 h.), La Mojonera (7.900 h.), Puebla de Vícar (819.830 h.) y Roquetas de Mar (65.886 h.). Se trata de un área con una densidad media de población relativamente alta (210,9 h./km 2 ), aunque llena de contrastes entre los núcleos serranos como Enix y Félix (4,8 y 10 h./km 2 respectivamente) y Roquetas de Mar (1.098,1 h./km 2 ).
Es un espacio nuevo, organizado a partir de una agricultura forzada. La plataforma al pie de la Sierra de Gádor constituye tradicionalmente una zona de precaria ganadería y un centro agrario, Dalías, de origen islámico que da nombre al Campo y aparece, al igual que Berja, como lugar de cierta importancia en la taifa de Almería del siglo XI, si bien en el siglo XVIII toda esta zona se integra en el corregimiento de Adra. En 1834 se institucionaliza el partido judicial de Berja y hoy existen también los de El Ejido y Roquetas, a lo que la Junta añade en 1983 la comarca de Adra. Pero la delimitación oficial (Consejería de Obras Públicas, COPT, 1999) de la Comarca del Poniente Almeriense tiene ya una fuerza económica, social, política y una problemática particular que no admite discusión, y que requiere de la intervención de la administración autonómica a través del Plan de Ordenación del Territorio del Poniente Almeriense (POTPA), año 2002. Como espacio funcional es múltiple (Almería, Berja y el Ejido), pero la tendencia es a un ámbito cada vez más poderoso, en el que la antigua Abdera queda absorbida.
Desde el punto de vista físico, coexiste en su configuración la topografía llana del litoral, los terrenos del Campo de Dalías, las depresiones intramontañosas de Berja y Dalías y el delta del río Adra con los potentes relieves montañosos de las sierras que cierran el ámbito por el norte y el oeste. La Sierra de Gádor condiciona la estructura hidrológica, con la existencia de dos subsistemas: por un lado los acuíferos carbonatados del valle medio del Río Adra y el delta de este río, ambos con una menor problemática, y por otro, los acuíferos del Campo de Dalías, donde es clara la alteración del régimen natural de funcionamiento, y que se traduce en espectaculares descensos piezométricos, en la inversión de los flujos hacia el mar responsables de la intrusión marina, y en la pérdida de calidad química tanto por la salinización como por contaminación con retornos de riego. Una sobre explotación que hoy se cifra en un 200% de lo que permite un uso sostenible (POTPA, 2002).
Las condiciones climáticas son las propias del dominio climático Subtropical, en donde la aridez define a todo el conjunto, en el que los aportes por precipitación se producen en forma frecuentemente torrencial. Más positivo, para los aprovechamientos, es la elevada insolación y la práctica ausencia de heladas. En concreto, la agricultura intensiva se beneficia de una temperatura y humedad óptimas, aunque se ve afectada por los vientos que azotan la llanura litoral y por heladas esporádicas en las depresiones intramontañosas.
Por último, los suelos, generalmente pobres en materia orgánica y con un régimen de humedad arídico, condicionan el desarrollo de la actividad vegetativa; desarrollándose una vegetación natural de porte arbustivo o herbáceo, y que, por lo general, ofrece modestos recursos en forma de pastos para la cabaña ganadera o de materiales constructivos para las estructuras agrícolas. Mientras que los horizontes edáficos de textura arcillosa que aparecen en las cañadas y los depósitos arenosos de la costa (tradicionalmente utilizados por la actividad agrícola para la formación de los suelos aserenados) todavía caracterizan el tipo de cultivo hortícola del Poniente.
Historia y demografía. Su emplazamiento estratégico, al pie de la sierra y al borde del Mediterráneo, hace que el Poniente Almeriense haya sido habitado por numerosos pueblos desde la Prehistoria. Los primeros vestigios de la zona se remontan al Neolítico, a la vecina cultura de los Millares y a la posterior Edad del Bronce. Fuentes literarias hablan de la fundación fenicia de Abdera (Adra) en el siglo VIII a.C. Se conocen restos fenicios en Roquetas del Mar y la costa de Berja, pobladas por cartagineses a partir del siglo VI a.C.
De época romana existen numerosos restos por toda la comarca. En este periodo histórico, Adra es un importante enclave mediterráneo gracias al comercio de salazones de pescado y el preciado garum . Otras poblaciones romanas son Vergi (Berja), Turaniana (Roquetas de Mar) y Murgi, en el término municipal de El Ejido. Tras el dominio visigodo, Medina Barcha (Berja), Adra, Dayat (Dalías), Felix, el Nix (Enix) permanecen durante casi ocho siglos en al-Ándalus. A pesar de la expulsión parcial de los moriscos (unos se quedan y otros regresan), tras la rebelión encabezada por Abén Humeya en 1568 y la posterior repoblación con algunos cristianos viejos, la huella andalusí permanece en muchas cosas: antiguos castillos, baños y aljibes dispersos por toda la comarca, estilo mudéjar en iglesias y edificios, arquitectura popular, calles estrechas y retorcidas, urbanismo, gastronomía, costumbres...
En la Edad Moderna, la zona que ocupa la comarca tiene un descenso demográfico y sufre frecuentes ataques de los piratas berberiscos, como queda patente por los numerosos castillos y torres que jalonan el litoral. No será hasta el siglo XIX cuando este ámbito viva un nuevo periodo de prosperidad, sostenido en la minería de la Sierra de Gádor, la producción de la uva de Ohanes para la exportación, la pesca de almadraba y la industria salinera. Pero el verdadero despegue económico se produce en el siglo XX, con el desarrollo de la agricultura intensiva, que da lugar incluso al surgimiento de un nuevo municipio: La Mojonera. A ello se une la actividad turística, haciendo de la comarca hoy uno de los destinos más consolidados de la provincia de Almería. Todo ello se traduce en una renta media familiar bastante alta (10.731,8 euros en 2005) y unas bajas tasas de paro (6% en 2000).
La población del Poniente experimenta en las últimas décadas un acusado crecimiento, reflejo del ritmo de expansión y maduración de su estructura económica. La población pasa de 50.000 h. en 1900 a 65.000 en 1960, y se duplica en los últimos 30 años. Los crecimientos más elevados se producen en los municipios y núcleos relacionados con la agricultura intensiva, siendo menos importante en los municipios de Adra, Berja y Dalías. Destacan los movimientos migratorios, que tradicionalmente tienen su origen en el flujo que proviene de las Alpujarras y Cotraviesa (el 97% de la población de El Ejido nace en otro municipio, en Vícar el 91% y en Roquetas el 78%). Recientemente el origen ha cambiado, pasando a ser un inmigración centro o norteafricana, principalmente marroquí, con acusados rasgos de marginalidad y muy difícil de cuantificar por la situación de ilegalidad de muchos de los inmigrantes. A ello se une el componente vegetativo, caracterizado por altas tasas de natalidad, que hoy día tienden a homogenizarse con las del entorno, aunque siguen siendo ligeramente más altas.
Esta dinámica demográfica explica una estructura por edad muy joven, con tasas de envejecimiento entre las más bajas del país, que dibujan una tendencia evolutiva claramente positiva de cara al futuro. Sin embargo, los municipios del interior muestran un acusado envejecimiento. En este marco territorial, los municipios de Enix y Félix, situados en las estribaciones de la Sierra de Gádor, por sus características físicas y demográficas se asemejan a otros serranos, con un carácter eminentemente regresivo, propiciado por la propia dinámica expansiva de la agricultura bajo plástico de los municipios colindantes. En los últimos años, favorecidos por su entorno natural, ambos núcleos presentan una cierta demanda de usos recreativos y de esparcimiento, generada por los residentes en la comarca e incluso el municipio de Almería.
Economía. La agricultura, sobre todo intensiva, ocupa al 49,39% de la población activa en el año 2000. El invernadero aparece en 1960, pero no será hasta los setenta cuando pase de ser una estructura escasamente implantada a superar las 6.000 ha, extendiéndose por todo el Campo de Dalías, excepto las vegas tradicionales de Berja y Dalías, donde se mantienen los cultivos del parral, y por los espacios serranos, dedicados a los frutales de secano. La vega de Adra también sufre un cambio drástico en esta década al sustituirse la caña de azúcar por hortalizas. En la década de los ochenta, pese a los intentos de frenar su expansión por la problemática de los recursos hídricos, su difusión no se detiene, facilitada por la implantación del riego por goteo. En el año 2000 la superficie invernada de la comarca del Poniente se estima en 24.400 ha (Informe del Defensor del Pueblo, año 2001). Además, en estos años se incorporan numerosos avances técnicos (diseño de invernaderos, fertirriego y tratamientos fitosanitarios), que propician la creación de un tejido de empresas de servicios, que se instala preferentemente junto a las principales vías de comunicación y en las proximidades de los centros de comercialización.
La explotación agraria se caracteriza por su pequeño tamaño y su carácter familiar, con la excepción de algunas hortofrutícolas de más de 5 ha, ligadas a empresas comercializadoras, y de dos grandes iniciativas privadas (Quash y Primores), ya desaparecidas. Por otra parte, aunque la productividad de la agricultura de invernadero es muy alta y tiene un peso fundamental en la producción final agraria de la provincia, se observa en los últimos años un estancamiento en los rendimientos por hectárea. Esto provoca como respuesta un aumento de la superficie media de la explotación y un mayor esfuerzo en la productividad por unidad de superficie.
En torno a la producción de hortalizas se genera una compleja estructura comercial, con una actividad dirigida, sobre todo, al mercado exterior, que absorbe más de la mitad de la producción almeriense. Por otra parte, el sector industrial es débil (5,91% de la población activa en el año 2000), aunque se está produciendo una incipiente activación, y en muchos casos se implantan empresas altamente innovadoras, respondiendo así a la demanda de la agricultura intensiva: plásticos y envases de cartón. Mientras que las cifras de población activa del sector de la construcción (8,63%) es inferior a la media de la provincia, aunque recientemente experimenta un crecimiento muy notable como consecuencia del incremento del parque de vivienda y el sector turístico residencial.
De hecho, tras la agricultura, el turismo es el segundo sector de actividad que proporciona empleo y cierta diversificación económica. La oferta se localiza en el litoral, principalmente en dos núcleos que poseen cierta especialización turística: Urbanización de Roquetas de Mar y Almerimar (El Ejido). Los núcleos turísticos del litoral contrastan con las aldeas y cortijadas de aire alpujarreño, donde la herencia morisca perdura a lo largo de los siglos. La oferta turística es muy amplia, desde playas vírgenes, puertos deportivos (Adra, Aguadulce, Roquetas de Mar y Almerimar), parajes naturales (Punta entinas-Sabinar, la Reserva Natural de las Albuferas de Adra, el Arrecife Barrera de Posidonia, en Roquetas de Mar, o las Salinas de Guardas Viejas), y un amplio abanico de posibilidades para los aficionados al turismo activo (senderismo por parajes serranos, golf, deportes náuticos, etc). [ Francisca Ruiz Rodríguez ].
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