(AL). Municipio de 221 km2, 61.265 h. en el 2003 y cabecera de la comarca Poniente almeriense.
Situación y emplazamiento. Se localiza en el borde septentrional de una extensa plataforma, denominada Campo de Dalías, al pie de la Sierra de Gádor, montaña del sistema penibético. Ésta, predominantemente caliza, proporciona algunas surgencias y contribuye a la alimentación de uno de los más importantes acuíferos de Andalucía, de casi mil km 2 y mil hectómetros cúbicos de reserva natural. La amplia llanura de 30.000 ha procede de la sedimentación pliocena depositada al pie de la Sierra, que después, en la era cuaternaria, se ve afectada por avances y retrocesos del mar. Y así se elabora una superficie de abrasión marina, con costra en una parte, cubierta posteriormente con otros materiales eólicos y lacustres; en general una capa edáfica poco productiva. Tampoco el clima es apto para la agricultura, excepto en lo que era una especie de oasis en el suroeste de Gádor, donde se asentaba la antigua población de Dalías. Se trata de una clima mediterráneo subdesértico, con precipitaciones de apenas 200 mm. al año, temperatura media de 18º C, inviernos casi inexistentes (la media del mes de enero no baja de los 12) y veranos calurosos.
De modo que se trataba de unas tierras secas, con malos suelos, agua oculta y vegetación esteparia, que servía precisamente como ejido, es decir, un campo común de los vecinos de Dalías para el ganado, cuyo nombre queda hasta ahora. Un elemento importante es la situación en un antiguo camino entre Almería, Adra y la costa mediterránea, así como hito hacia la Alpujarra por Dalías y Berja.
Historia. Este campo estepario con una venta en el camino es ocupado por poblaciones dispersas desde el Neolítico y existen algunos restos de la cultura de El Argar (1.500 a C). En la larga época andalusí Dalías es un núcleo importante de la cora o provincia califal de Pechina, así como de las Taifas posteriores y del reino almohade de Almería. Hasta finales del XV pertenece al reino musulmán de Granada y, conquistadas estas tierras por Castilla, parte de su población permanece o regresa tras algunas expulsiones.
Después apenas se sabe nada y, como escribe en 1989 Márquez Domínguez, "hacia 1855 se indica la existencia de El Ejido por sólo unas viviendas aisladas al borde de la carretera, etapa y punto de descanso para los carros que conducían barriles de uvas procedentes de Dalías, Berja o de otros términos del interior al puerto de Almería". Por entonces la exportación de uvas de la baja Alpujarra originaba un comercio considerable, pero los campos del actual Poniente eran pastizales escuálidos, alguna sembradura de cebada, aislados huertos de chumberas, higuera en las ramblas y cañaverales y pinos en la costa. Las cifras de población son muy elocuentes: en 1960, empezado ya el proceso de transformación, El Ejido contaba con 2.633 habitantes dentro del municipio de Dalías, cuyo núcleo capital registraba 3.517 y la tercera entidad, Balerma, 1.562. De manera que en cuarenta años se ha pasado a los 60.000 en un crecimiento espectacular que se debe a la instalación de invernaderos, proceso que abordamos a continuación.
La gran transformación. Siguiendo al mencionado profesor Márquez, esta extensa llanura llama ya la atención de algún viajero, como Richard Ford, que a mediados del XIX observa cómo podría ponerse en riego fácilmente. En los años treinta las técnicas del enarenado llegan a Balerma procedentes de la costa granadina, pionera mundial de estos procedimientos, solventándose los dos principales problemas mediante la extracción de agua y el añadido de suelo sobre la costra. Sin duda se trata de experimentos interesantes y precedentes de los cambios masivos posteriores, que proceden de la actuación del Instituto Nacional de Colonización, al parecer, en principio, para solucionar problemas ante una compañía eléctrica con tarifas prohibitivas para el riego.
En cualquier caso, en 1941 se revelan las grandes posibilidades del acuífero y en 1953 comienza la colonización mediante la perforación de pozos (y no, como era usual en las grandes extensiones, por medio de embalses) para cultivos resistentes a la salinidad, como la cebada y el maíz. Pero fracasa el intento, porque los suelos donde se inicia el proceso (Aguadulce y Roquetas en el borde oriental del Campo de Dalías y cerca de la capital) son también salinos. Entonces se vuelve a los enarenados, que desde finales de los cincuenta se extienden por todo el Campo, a partir de esos dos lugares, superando la iniciativa privada a la estatal, transformándose más de 10.000 ha.
Un paso más es la instalación, ya en los sesenta, de grandes invernaderos de plástico para proteger los enarenados de las brisas marinas y la humedad nocturna y conseguir una precocidad en los cultivos (tomates, judías, pimientos, pepinos, frutas, flores") para llegar a los mercados de otoño. Así se cubre el Campo de Dalías de un mar de plástico, que se extiende hoy por otras comarcas litorales, aprovechando un clima que potencia el crecimiento de las plantas, y también la cercanía de una capital importante como Almería. Más recientemente el turismo interviene en su economía y destaca la urbanización de Almerimar, con puerto deportivo y campo de golf.
El cambio de la economía, que se verá después, no es mayor que la transformación del paisaje, susceptible de distintas escalas de contemplación. Desde la aérea destaca el contraste del gris azulado, especie de mar, con la aridez de la sierra y los escasos ocres intermedios o de arenas litorales. Dentro del Campo se detecta una fábrica inmensa de plástico con trajín, dentro de los insoportables invernaderos y fuera. Los problemas de salinización y agotamiento de acuíferos hacen mirar hacia las desalinizadoras del mar y, en una sociedad de renta alta, la inmigración tropieza con dificultades. Mientras, el urbanismo presenta también bastantes problemas.
El plano urbano y la costa. Efectivamente, El Ejido es una ciudad hecha en poco tiempo, y un tanto caótica, con población de fuera (Alpujarra, otras comarcas andaluzas y, luego, del norte de África) y un movimiento financiero considerable. En 1982, cuando alcanza los 15.000 habitantes, se separa de Dalías constituyendo Ayuntamiento propio, por lo que el edifico del concejo sitúa la antigüedad monumental en dos décadas. La iglesia de San Isidro se une al Círculo Cultural y Recreativo en el catálogo del centro, situado en torno al antiguo camino, con calles comerciales, de entidades financieras e instalaciones de ocio y restauración. El antiguo eje marca dos planos un tanto diferentes: al norte más irregular y el sur de cuadrícula perfecta; mientras, el este está ocupado por el alargado barrio de Santo Domingo. El límite meridional de la nueva N-340 ya está siendo superado por la zona de las Lomas de la Mezquita y Blanca, creciendo también al norte por el Tomillar y Lomas Altas.
De la señalada transformación paisajística se libra una parte del litoral, que entre Almerimar y Roquetas se declara Paraje Natural protegido por ley del Parlamento andaluz de 1989. Se trata de Punta Entina-Sabinar, de playas y dunas con lagunas endorreicas (Salinas Viejas, de Cerrillos y de Guardias Viejas, donde hay un castillo reconstruido en el XIX) con matorral, sabinas y aves acuáticas.
Población y economía. El Ejido constituye el principal núcleo de la comarca, que, como se ha dicho, tiene un crecimiento espectacular; de una pequeña aldea, pasa a pedanía del término de Dalías, formando municipio propio en 1982 con 15.000 habitantes. Cuenta con 41.374 h. en 1991 y en 2005 esa cifra se eleva hasta los 61.265, de los que un 24% corresponde a efectivos procedentes del extranjero (este de Europa, Marruecos, etc), principalmente del norte de Africa. Por ello, en un contexto como este, de crecimiento exponencial de la población, de cambio radical de pedanía a ciudad, la carencia de infraestructuras capaces de albergar con gran rapidez un volumen de inmigrantes elevado y el paso hacia una sociedad multirracial y multicultural está originando problemas de convivencia que es de esperar que con el tiempo desaparezcan, dada la capacidad de tolerancia del pueblo andaluz.
El dinamismo económico de El Ejido es impulsado por el desarrollo de la agricultura intensiva y de exportación, dando lugar a una gran transformación territorial y social. Los terrenos baldíos del centro del Campo de Dalías son afectados por importantes roturaciones a iniciativa de grandes grupos empresariales (Tierras de Almería, San Agustín), que implantan un parcelario diferenciado. De esta manera, se comienza a expandir rápidamente en forma de mancha de aceite un gran número de invernaderos a partir de la adquisición de tierras por inmigrantes emprendedores procedentes de Valencia, Murcia y de otras zonas. Desde un principio, en este tipo de promociones los servicios de abastecimiento hídrico, almacenaje, distribución, etc. se van localizando en puntos estratégicos como, por ejemplo, en las vías de comunicación principales.
En la actualidad, es una ciudad intermedia que está organizada en un sistema productivo local basado en cuatro pilares fundamentales: la agricultura bajo plástico, la manipulación-comercialización de hortalizas, el desarrollo de una potente infraestructura técnico-científica de carácter público y privado y la expansión turística. Además, este tipo de organización presenta una fuerte vinculación con el exterior, constituyendo en sí misma un sector estratégico apoyado en la exportación de productos fuera de temporada (hortofrutícolas) que abastecen el mercado europeo.
Pero evidentemente, la fuerza del tejido empresarial radica en el desarrollo de empresas de manipulación (conservas vegetales y preparados alimenticios), de comercialización de producción hortofrutícola, complementándose con industrias auxiliares (envases, embalajes de cartón, madera, plásticos, fertilizantes) y de servicios a empresas (financieros, informáticos, transporte, publicidad, centros de experimentación). Precisamente, en la última década se incorporan en este ámbito local numerosos avances técnicos relacionados con el diseño de invernaderos, fertirriego y tratamientos fitosanitarios que propician la formación de un tejido de empresas de servicios que siguen estando ubicadas junto a las principales vías de comunicación y en las proximidades de los centros de comercialización.
Este entramado agroindustrial se completa con el sector de la construcción (381 establecimientos en 2003), con la existencia de industrias metálicas, mecánicas y con el desarrollo de un importante terciario, que tiene que ver con el mundo empresarial, con los servicios públicos y con el desarrollo del sector turístico (Almerimar). Precisamente, el éxito de esta zona se basa, mucho más que otros destinos turísticos, en la modernidad de las instalaciones, y presenta todavía un fuerte potencial de crecimiento a pesar de su rápida expansión. Por consiguiente, este conglomerado conforma un importante complejo agroindustrial organizado en forma de distrito que genera numerosas economías externas y de aglomeración.
El reflejo de este dinamismo económico se observa en la estructura demográfica, ya que la población menor de 20 años supone el 26,93% (2003) y los mayores de 65 años representan el 7,46% (2003). Estamos por tanto ante una estructura poblacional muy joven con gran capacidad de renovación. El mercado laboral cuenta con una oferta de mano de obra de 33.228 personas (2001), de las que 31.266 constituyen la población ocupada, alcanzándose en teoría una tasa de paro del 5,9% (2001). Todo ello da lugar a que la renta media se sitúe en torno a 9.350 euros.
Por último, como el tejido empresarial requería de buenas comunicaciones, la necesidad de conectar la comarca del Poniente con el levante español y la red europea se resuelve recientemente a través de la apertura de la autovía Adra-Almería. De la misma manera que el desdoblamiento previsto a medio plazo de la N-340 entre Adra-Rincón de la Victoria mejorará las condiciones para fortalecer la integración, actualmente débil, del Poniente con el litoral granadino. [ Gabriel Cano / Rosa Jordá Borrell ].
Para más información, visite Almeríapedia: http://almeriapedia.wikanda.es/wiki/El_Ejido
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