El Parque Natural de Despeñaperros es declarado espacio protegido por la Ley del Parlamento autonómico 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. Se localiza en el norte de la provincia de Jaén, en la comarca de Linares y cuenta con una superficie de 7.649 ha, lo que supone el 50% del municipio de Santa Elena. Es el paso natural entre la meseta castellana y la Sierra Morena oriental, que se conectan a través del desfiladero del río Despeñaperros. En el interior del Parque no existe ningún núcleo de poblamiento, únicamente próximo a los límites se encuentra el citado de Santa Elena, a cuyo término municipal pertenece este espacio.
El Parque se caracteriza por su singularidad geológica y geomorfológica. El relieve presenta alienaciones montañosas en dirección NO-SE, con amplias lomas de cimas horizontales. La altura media es de 700 m., con el punto más alto en Peña de Malabrigo (1.255 m.) y el más bajo en el río de Despeñaperros, a 515 m. La intensa actividad tectónica le otorga importantes plegamientos y fracturas, dando origen a interesantes formaciones de gran valor paisajístico. En este sentido, destacan El Salto del Fraile, Las Correderas y, sobre todo, Los Órganos, que en 2001 es declarado Monumento Natural y donde los procesos tectónicos, litológicos y la erosión otorgan a las rocas formas de tubos gigantescos. Desde el punto de vista litológico, predominan las rocas metamórficas como cuarcitas y pizarras.
En cuanto al clima, es mediterráneo de tipo templado. La precipitación media anual es de 680 milímetros, distribuida con máximos entre diciembre y febrero e inexistencia de lluvia en los meses estivales. Las temperaturas dan una media anual que se sitúa en 14,5 ºC, siendo la de los meses de verano de entre 25,5 y 21 y la de los meses invernales entre 6 y 10 ºC.
La vegetación se encuentra muy adaptada a las condiciones climáticas anteriormente descritas, predominando las masas boscosas de coníferas con pino negral y piñonero, que suponen más de la mitad de la superficie total del espacio protegido. Por otro lado, otro 15% de la superficie lo componen frondosas, con alcornocales, encinas y quejigos, principalmente. El matorral lo conforman madroños, brezos, jaras, mirtos, coscojas, etc.
La abundancia de formaciones boscosas, el denso matorral "que a veces se hace intransitable", la compleja orografía y la escasa vocación agrícola permiten la óptima conservación de los hábitats, permitiendo albergar a una importante fauna. Las aves son el grupo mayor, caracterizado, además, por su gran diversidad. Por ello, en 2003, se declara al Parque Zona de Especial Protección (Zepa). Entre las aves predominantes se encuentran el buitre leonado, el águila culebrera, el águila real, el águila calzada, el águila perdicera, el búho real y el águila imperial ibérica "ésta en peligro crítico de extinción", etc., cuya presenciaestá muy asociada a las grandes paredes escarpadas. Por otro lado, ciervo, corzo, jabalí "esta comunidad es especialmente numerosa", lobo "también en peligro crítico de extinción", gato montés, meloncillo, lirón, nutria, etc., son especies que habitan estas tierras. También se encuentran bien representados los anfibios y reptiles, como el sapo partero ibérico, el tritón o la culebra de collar.
El Parque se caracteriza tradicionalmente por ser un espacio fronterizo y a la vez vía natural de comunicación entre Andalucía y Castilla La Mancha, lo que marca la evolución social y económica a lo largo de toda la historia. Atravesando este espacio de norte a sur está la A-4 "antiguamente N-IV", una de las principales vías vertebradoras de la Península. Paralela a ella discurre la línea ferroviaria que tradicionalmente había sido la entrada a Andalucía a través de este medio.
En lo referente a los usos y aprovechamientos económicos del Parque, destacan el cinegético y el forestal. En cuanto al primero, considerado el más importante, se ve obligado a reducirse por la disminución de algunas de las especies objeto de esta actividad, como ocurre con el ciervo y el corzo; sin embargo, sí que continúa practicándose para el jabalí y la perdiz, principalmente. A principios del siglo XXI existen tres cotos de caza mayor "Monte Despeñaperros-Magaña, Monte Collado de los Jardines y Tinajuelas, desde 1996 gestionados directamente por la Consejería de Medio Ambiente". Tradicionalmente, para esta actividad era también muy importante el conejo, pero en los últimos años su población se ve mermada bruscamente debido a enfermedades como la mixomatosis. Se está tratando de aumentar su población a través de siembras de cereales en lugares puntales, ya que son una especie muy relevante para la supervivencia de otras como el águila imperial. Otros de los peligros de la fauna, y que tradicionalmente más preocupa a la administración, son la práctica de la caza furtiva, la presencia de trampas y de cebos envenenados. Combatir estas prácticas es uno de los objetivos fundamentales para contribuir a la conservación de la riqueza de este espacio.
En cuanto al aprovechamiento forestal, la extracción del corcho es la principal actividad que se da en su mayoría en los montes de titularidad pública, aunque también en los pinares se realizan trabajos selvícolas. De la madera obtenida "sobre todo, del pino negral", una parte se transforma en viruta para la fabricación de planchas de conglomerado y otra se destina a la fabricación de palés, principalmente para empresas de Córdoba y Bailén. Otro de los aprovechamientos, aunque de menor importancia, es la recogida de la leña rodante para uso doméstico y hay personas que se dedican a la elaboración de cisco o picón a partir de la misma. Esta recogida, que debe realizarse con la autorización de la Consejería de Medio Ambiente, evita, además, la acumulación de material que aumenta el riesgo de incendios.
El aprovechamiento agrícola es casi inexistente ya que la calidad del suelo es poco apta. De hecho, es el uso que menor porcentaje de tierras del parque destina "apenas ocupa entre 8 y 10 ha de olivar". Igualmente sucede con el aprovechamiento ganadero, que es casi inexistente, pues se contabilizan entre 2.200 y 2.300 cabezas de ganado de las que la mitad es ovina, resultando destacable la inexistencia de ganado caprino.
En cuanto al patrimonio cultural se ha de resaltar que en estos montes se pueden descubrir las huellas del paso humano; así lo manifiestan las pinturas rupestres del Abrigo de Los Órganos, restos de una calzada romana "un paso romano muy conocido y frecuentado es el que conducía a un santuario ibérico del Collado de los Jardines" o los restos de construcciones árabes como el castillo del Molino de Batán o del Castro Ferral. Éste último y las pinturas de Los Órganos son declarados Bienes de Interés Cultural.
Por último, destaca la importancia del espacio de uso público, ya que presenta una gran potencialidad orientada hacia la actividad recreativa. El Parque es una zona muy apta y adecuada para el desarrollo de actividades de senderismo y cicloturismo, gracias a la importante red de caminos y pistas forestales con las que cuentan y que disfrutan los procedentes de Andalucía, sobre todo de las provincias de Jaén, Granada, Córdoba y Sevilla. [ Reyes Manuela González Relaño ].
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