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IRVING, WASHINGTON |
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(nueva york, ee.uu., 1783-1859).
Escritor. Hombre de letras en el sentido más amplio,
pues fue poeta, ensayista, novelista, biógrafo, autor de libros de viajes
y, especialmente, el autor de
Cuentos de la Alhambra
, la famosa colección de historias y leyendas
responsable en gran medida de la imagen romántica e idealizada de la
Alhambra, de Granada, de Andalucía y de toda España, tanto por la gran
difusión alcanzada en su día como por las numerosas ediciones y
traducciones que desde entonces se han hecho y se siguen haciendo tras la
publicación del texto original por el más prestigioso de los editores de
su tiempo, John Murray. Desde 1842 a 1846 es el embajador norteamericano
en España.
A pesar de haber estudiado derecho, Irving se siente
pronto llamado por la literatura y la historia de España. Le atrae sobre
todo la figura de Cristóbal Colón y, a partir de ella, la historia de la
conquista de Granada e, incluso, la vida de Mahoma, pero son sus
famosos
Cuentos de la Alhambra
, publicados en 1832, los que lo consagran para
siempre como un excelente escritor romántico y uno de los máximos
responsables de la difusión de una imagen de España que ha pervivido
hasta nuestros días. Como miembro de la delegación diplomática americana
en Madrid, tiene la oportunidad de viajar hasta Andalucía con los mejores
salvoconductos posibles y el gran privilegio de poder vivir en el recinto
de la Alhambra, en los aposentos imperiales. Aunque tiene ya una fama
consolidada de escritor cuando llega a España, será su paso por Granada y
su estancia en los palacios nazaríes lo que marcaría definitivamente su
entrada en la historia de la literatura universal. Tan buen conocedor es
de su oficio, que aquí llega al punto de componer sus famosos cuentos a
partir de los relatos que le va improvisando su guía Mateo Ximénez por
las estancias de la Alhambra o por las calles de la ciudad.
El periplo andaluz de Irving comienza en 1828
recorriendo Córdoba y Granada, de donde sale en dirección a la costa
almeriense, pasando primero por Lanjarón, Cádiar y Berja, en la
Alpujarra, para dirigirse después a Málaga haciendo etapas en Motril,
Nerja y Vélez Málaga. De la capital malacitana parte hacia Gibraltar,
atravesando Yunquera, Ronda y Gaucín. Desde el Peñón continúa luego su
viaje por Cádiz, ciudad que encuentra absolutamente deprimida desde el
punto de vista comercial, hasta llegar a Sevilla, donde se asienta y
permanece ya durante algo más de un año. Tras encontrarse aquí con el
pintor David Wilkie "autor, por cierto, del retrato de Irving más
conocido", recorre con él todos los lugares andaluces relacionados
conColón, prestando atención especial a la localidad
gaditana de El Puerto de Santa María. El paisaje andaluz que Irving
describe tras estos viajes responde al estereotipo africano, en el que se
alternan las montañas escarpadas, como el paso de Despeñaperros, con
llanuras solitarias, como la campiña cordobesa; un campo generalmente
despoblado, pero que, en su opinión, es preferible en Andalucía a las
ciudades.
Irving sabe sacar partido a las incomodidades del
viaje, hasta el punto de hablar de las miserables posadas como lugares en
los que la aventura romántica era algo esperado, y referirse al contacto
con las gentes sencillas de Andalucía como algo absolutamente normal,
aunque insiste en el aspecto físico y los modales absolutamente africanos
de la gente, sobre todo si se les compara con el resto de los españoles.
No faltan en sus escritos las continuas alusiones a los bandoleros, los
caballeros andantes del español común, como los califica, temidos unas
veces y actuando como guías de viajeros en otras. Pero se detiene sobre
todo en la descripción de la indumentaria, tanto de hombres como de
mujeres, para subrayar que los españoles todavía no dependen del dictado
de la moda parisina.
Como quiera que Granada centra su interés viajero en
nuestra tierra, hacia allí se encamina para detenerse en ella durante
tres fructíferos meses, en los que da rienda suelta a su imaginación
romántica para componer el retrato de un lugar y una ciudad que para
siempre estarán ya desde entonces en el imaginario romántico. A la vista
de la ciudad de la Alhambra, mientras se aproxima en su viaje desde
Sevilla, escribe en una carta: "El sol del atardecer brillaba
gloriosamente sobre sus torres rojas conforme nos acercábamos, dando un
suave tono al rico escenario de la Vega. Era como el mágico resplandor
que la poesía y la novela han derramado sobre este lugar
encantador."
En Granada, Irving vive unas experiencias con la
intensidad romántica que se le presupone. No sólo recorre la ciudad, sino
también los alrededores. Al establecerse en los aposentos de la Alhambra
entra en contacto con los tres personajes que serán la base de sus
historias sobre el recinto monumental: Mateo Ximénez, la tía María
Antonia y la sobrina Dolores. En los palacios nazaríes, durante ese
tiempo, se baña en el estanque del Patio de los Arrayanes, desayuna en el
Patio de los Leones y almuerza en el Salón del Trono, mientras se dedica
a pasear por todos los rincones del recinto alhambreño. Y, mientras
tanto, va recopilando la información que poco después vería la luz y que
desde entonces conforma esa visión un tanto distorsionada y exagerada de
un lugar y unas gentes que forman parte del ideal romántico. El título
completo del libro, tal y como se publica en inglés, es
La Alhambra, una serie de cuentos e historias de los
Moros y los Españoles
.
Otras obras suyas de tema español son
A history of the Life and Voyages of Christopher
Columbus
(Una historia de la vida y viajes de Cristóbal
Colón,1828) y
The Conquest of Granada
("La conquista de Granada", 1829) que, junto a los
cuentos alhambreños, revelan su gran competencia como historiador
romántico al tiempo que dan testimonio de su fiel amor que hacia nuestro
país. Entre otros muchos títulos, es también autor de
Tales of a Traveller
(Cuentos de un viajero, 1824),
Oliver Goldsmith
(1849),
Mahomet and his Succesors
(Mahoma y sus sucesores, 1849-50),
Wolfert"s Roost
(1855) y, sobre todo,
Skecht book
, publicada por entregas en la prensa neoyorkina y
considerada como su indiscutible obra maestra, no en vano incluye entre
sus historias la famosísima aventura de Rip Van Winkle.
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