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ROCIANA DEL CONDADO |
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(HU).Municipio de la provincia de Huelva perteneciente a
la comarca Condado-Doñana, asentado sobre un terreno de pequeñas colinas
y bosques de pinos y atravesado por arroyos que desembocan en las
marismas de Doñana. Se encuentra a 109 m. sobre el nivel del mar, posee
una superficie de 73 km
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 y dista 37 km. de Huelva y 57 km. de Sevilla.
Su población en 2006 es de 6.863 h.
Sus alrededores son habitados desde el NeolÃtico,
según se desprende de los restos arqueológicos hallados en esta zona.
Estas tierras pertenecen a la cora o provincia califal de Niebla; a
finales del siglo XI se integran en la extensa taifa de los abbasÃes
sevillanos y en el siglo XIII, en el reino almohade de la misma capital.
Las crónicas castellanas del siglo XIII afirman que Rociana ?nombre que
proviene, al parecer, de la denominación del sotobosque arenoso tÃpico de
la margen izquierda del Guadalquivir? es una aldea o facanÃa dentro del
reino de Labla o Algarbe, con capital en Niebla, en tiempos del rey Aben
Mafot. En 1262, Niebla y todos sus dominios caen en manos del monarca
Alfonso X, por lo que Rociana pasa a formar parte de Castilla y en 1369,
Enrique II concede a Juan Alonso Pérez de Guzmán el territorio del
Concejo de Niebla, con el tÃtulo de Condado, el primero que se crea en
AndalucÃa; y a partir de este momento Rociana goza de una autonomÃa
limitada con su propio cabildo o ayuntamiento. Hasta el siglo XV su
principal riqueza se encuentra en la ganaderÃa, seguida de cierta
producción cerealÃstica y vinÃcola, en contraste con la marcada ausencia
de manufacturas e industrias importantes. Sin embargo, en el siglo XVI se
inicia el tránsito de una economÃa pastoril a otra de predominio
agrÃcola: olivares, cereales y viñedos. Estos últimos reciben un fuerte
impulso por la demanda interior y americana de sus vinos, y por la
llegada de inversores de otras provincias españolas, principalmente la
Rioja y el PaÃs Vasco.
Las disposiciones constitucionales de las Cortes de
Cádiz y la Ley de SeñorÃos de 1833 permiten a Rociana alcanzar su
independencia y villazgo, consiguiendo su autonomÃa respecto de Niebla y
el señorÃo de Medina Sidonia. Son tiempos en los que la economÃa crece
gracias al desarrollo de los viñedos y la comercialización de los caldos,
circunstancia que se refleja en la demografÃa, con altas tasas de
natalidad. No obstante, entre 1920 y 1930, cuando empieza a decaer el
negocio vinÃcola, se aprecian las primeras tasas de decrecimiento y, tras
el máximo histórico del censo de 1955 (6.280 h.), comienza un proceso
migratorio. A partir de la década de los ochenta cambia la tendencia y se
produce un aumento real de la población moderado: un 0,38% anual, algo
inferior a la media provincial. La apertura de la economÃa rocianera a la
nueva agricultura de regadÃo explica en gran medida los últimos cambios
demográficos acaecidos; el incremento relativo de la población es del
8,11%. Actualmente, cerca del 74,8% de la población activa de Rociana
está empleada en la agricultura (viñedos y sus vinos, principal riqueza
del municipio, fresa y fresón, naranjos) y la construcción.
Declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de
AndalucÃa en 2002, su conjunto histórico-artÃstico presenta monumentos de
gran interés, como el ayuntamiento, edificio del siglo XVIII sometido a
una transformación neobarroca en 1940; la iglesia de San Bartolomé,
templo de caracterÃsticas neobarrocas levantado sobre el solar del
antiguo edificio, originariamente mudéjar, en 1936; las ermitas de San
Sebastián, Nuestra Señora del Socorro y de San Bartolomé, sede de la Casa
de la Cultura Odón Betanzos Palacios; o la Hacienda (siglo XVIII).
Celebra fiestas patronales de San Bartolomé la penúltima semana de
agosto, y el 8 de septiembre, cuando procesiona la Virgen del Socorro,
cuya romerÃa es al final de ese mes. Por otra parte, son de gran
tradición la Semana Santa, las cruces de mayo y la romerÃa del RocÃo, que
Rociana vive con especial intensidad. Estas celebraciones están
acompañadas por los platos tÃpicos de la tierra, como las calderetas, y
por sus vinos jóvenes y afrutados. En reposterÃa, destacan los panetes,
elaborados con almendra, huevo y limón.
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