La comarca de la Vega de Sevilla comprende un territorio de 1.116 km 2 , y tiene 88.472 h. en el año 2006, abarcando los municipios de Alcalá del Río (9.484 h.), Alcolea del Río (3.356 h.), Cantillana (9.744 h.), Guillena (9.318 h.), Brenes (11.820 h.), Burguillos (4.510 h.), Lora del Río (19.077 h.), Tocina (9.166 h.), Villanueva del Río y Minas (5.217 h.) y Villaverde del Río (6.780 h.). Se trata de un área con una densidad media de población baja (79,2 h/km 2 ), aunque llena de contrastes, desde los 654 h/km 2 de Tocina y los 537,3 h/km 2 de Brenes hasta los 33,87 h/km 2 de Villanueva del Río y Minas y 41,2 h/km 2 de Guillena. Igualmente existen grandes diferencias en cuanto a dinámica demográfica, los más occidentales de carácter positivo, mientras que los orientales con signo negativo (Alcolea del Río y Villanueva del Río y Minas)
La comarca se organiza en torno a la llanura de inundación del curso bajo-medio del río Guadalquivir, y de los afluentes de éste por su margen derecha: Huesna, Viar y Rivera de Huelva. Su denominación refleja un paisaje dominado por los terrenos llanos y alomados que se elevan hacia el norte en los primeros escalones de Sierra Morena. Este territorio está articulado por la carretera C-431 que discurre paralela al curso fluvial, y en donde se localizan de forma lineal toda una serie de núcleos de población de tamaño pequeño y mediano.
Presenta tres áreas claramente diferenciadas, desde el punto de vista geomorfológico y paisajístico: Sierra, Vega y Campiña. Al Norte, en la sierra, con escasa actividad productiva y baja densidad de población, sobresale el paisaje de monte bajo, primando los aprovechamientos ganadero (importante de reses bravas), forestal, cinegético y turístico. Éste último ligado a su riqueza hidráulica: Rivera de Huelva (embalses de la Minilla, Cala y Jergal), Viar y Huesna (embalse del Huesna), Presa de José Torán...
En la zona central, la Vega muestra una intensa antropización, ya que es el escenario histórico y natural del asentamiento humano y de toda una rica actividad productiva en estrecha vinculación con la excelente vocación agrícola de sus suelos. Aunque, la elevada amplitud térmica del clima mediterráneo continental con temperaturas máximas muy elevadas en los meses centrales del año, y la posibilidad de heladas en los meses invernales, junto con frecuentes periodos de sequía ha sido un importante factor limitador de la agricultura en toda la comarca. En un territorio, tan antropizado, los espacios naturales se reducen a la vegetación de ribera, áreas reducidas a los márgenes de los principales cursos fluviales (sauces, chopos, olmos, algún fresno, tarajes, juncos, cañas, aneas, etc). Mientras que al sureste de la comarca, en la campiña, con una topografía alomada y de suaves colinas, impera el paisaje agrario de secano, y, en menor medida, el de regadío; encontrándonos con los rasgos caracterizadores del agrosistema y del paisaje campiñés: formas suavemente redondeadas, el cortijo como gran explotación y el predominio de los cultivos herbáceos.
Esta comarca agraria, de baja renta media declarada (11.902,5 euros, inferior a la media andaluza y provincial, 14.838,8 euros y 16.140,15 euros respectivamente para el año 2004) ha conocido en las dos últimas décadas una recuperación socioeconómica, gracias en parte al crecimiento del área metropolitana de la ciudad de Sevilla por el nordeste. El resurgimiento económico se debe tanto a la descentralización espacial de la industria sevillana, como a la creación de urbanizaciones residenciales en los municipios más cercanos a la capital, a menos de 30 km. de distancia (Alcalá del Río, Guillena...) Por otra parte, los municipios más orientales, y distantes a ésta, dibujan un área eminentemente agraria, centralizada claramente en la histórica ciudad de Lora del Río.
Sin embargo, la tradicional y principal fuente de riqueza sigue siendo la agricultura intensiva de regadío (38,5% de los usos del suelo), y en menor medida la de secano (24,4%). Las tierras regadas de la margen izquierda del Guadalquivir se nutren del Canal del Valle Inferior o Bajo Guadalquivir, proyecto de principios del siglo XX, aunque la irrigación total no fue efectiva hasta 1995. Mientras que las de la margen derecha provienen del Viar y del Bémbezar, datándose de los años cincuenta, aunque los primeros trabajos comenzaron a realizarse en 1933. En total se ponen en riego 11.958 ha en la zona del Viar y 18.494 ha en el Valle Inferior.
La introducción del regadío en esta comarca ha provocado escasas transformaciones territoriales, ya que generalmente se trata de la puesta en riego de secanos con algunos cambios de cultivo. Si bien, se experimenta ciertas modificaciones en el paisaje al introducir cierta dispersión en zonas de poblamiento concentrado, y la construcción de algunas vías de comunicación; sobre todo en la zona de regadíos de la margen derecha con la construcción de canales, caminos, desmontes de colinas y la creación de ocho poblados de colonización.
Actualmente, las actividades agrícolas están inmersas en una profunda crisis, derivada, por una parte, de la dependencia tecnológica y climática (escasez de agua en periodos de sequía), y por otra como consecuencia de la incorporación de España en la CEE en 1986. La comarca cuenta con un importante potencial de regadío, pero con escasa capacidad de competir con producciones menos costosas conseguidas sin riego en los países del centro y norte de Europa. Los regadíos de la comarca se dedican principalmente a las mismas producciones excedentarias de la UE, ya sea para poder acogerse a las subvenciones agrarias y/o porque el elevado grado de tecnificación vierte en una excesiva producción. Según el tamaño de las explotaciones, las que mejor se han adecuado a los nuevos tiempos han sido las medianas, dedicadas al cultivo del naranjo y melocotón; mientras que las grandes explotaciones se dirigen principalmente a la producción de cereal grano (maíz y trigo) y al algodón, tanto las grandes como las medianas y pequeñas.
Además, las tierras de colonización, reducida superficie (menos del 20% de las tierras regables), y las huertas en torno a los ruedos, ambas de pequeña propiedad, se especializan en productos hortícolas. Pero la escasa preparación profesional de los colonos, casi siempre procedentes del secano, ha favorecido una agricultura de escasa productividad y bajo rendimiento con predominio de los cultivos propios del mismo secano de la región: cereales de invierno, algodón, maíz y remolacha, de los que sólo los dos últimos son de regadío.
En definitiva, las características estructurales de las explotaciones (11,5 ha de dimensión media, aunque pervive una estructura agraria heterogénea) y las prácticas de esta agricultura obstaculizan las necesarias adaptaciones a la normativa y orientaciones europeas, en función de la demanda del mercado. Por ello, en los años noventa del siglo XX se han consolidado los regadíos extensivos adaptados a la Política Agraria Comunitaria (PAC), modernizados, con buenos rendimientos, pero obligados a producir cultivos subvencionados si querían mantenerse. El maíz ha sustituido al cultivo de remolacha, el resto de cultivos industriales, como el algodón y tabaco, han disminuido, pero perviven, principalmente el primero. Mientras que el girasol ha descendido en superficie ya que las subvenciones se han igualado a la de los cereales.
La estrategia de desarrollo de la comarca pasa, por tanto e ineludiblemente, por la diversificación de su tejido productivo. En primer lugar, es necesaria una revaloración del potencial productivo agrario y forestal, a través de la mejora de las explotaciones, promoción agroalimentaria y comercialización, y del patrimonio rural mediante la renovación y desarrollo de los núcleos de población. Para ello es preciso fomentar tanto las actividades industriales, ya sea mediante la atracción de industrias sevillanas y/o el desarrollo de empresas agroalimentarias, entroncadas con la importante actividad agrícola de la zona, como las actividades turísticas mediante el agroturismo (casas rurales, áreas de acampada...) y el turismo local (infraestructuras de alojamientos, itinerarios alternativos...).
Desde el punto de vista turístico, el río Guadalquivir ofrece escasa oferta, con la excepción de algunas playas artificiales en su margen derecha (Lora del Río, Tocina, Cantillana, Villaverde del Río) y la pesca, como actividad deportiva que se encuentra reducida al coto existente en Alcalá del Río. Sin embargo, al pie de monte, en Sierra Morena, existen cuantiosos recursos vinculados a los afluentes del Guadalquivir (parque periurbano del Jergal en Guillena y el Paraje ?Las Calderas? en Villaverde del Río).
Sin embargo desde la perspectiva histórico-artística y monumental la zona tiene potencialidad, pero el escaso interés mostrado por las autoridades públicas hasta la actualidad, ha provocado que éste se encuentre en un grave estado de deterioro, y por tanto infrautilizado. A pesar de la existencia de muchas ciudades con yacimientos prehístóricos y en buen estado de conservación (la ?ruta flumen Betis?, de Ilipa Magna en Alcalá del Río, Axati en Lora del Río, Arva y Canama en Alcolea del río, el conjunto Arqueológico ?Mulva-Munigua? en Villanueva del Río y Minas, obras hidráulicas y cloacas en Cantillana), la mayor parte de ellos están infraexplotados a causa de la precariedad de los restos, por su emplazamiento dentro de propiedades privadas y por la necesidad de una gran inversión económica para su adecuación y explotación.
Por otra parte, sobresale la ruta del medievo, en donde resaltan las fortificaciones árabes o cristianas, fundamentales para la defensa del reino de Sevilla tras la conquista a mediados del siglo XII. Es de destacar, a 3,5 km. de Guillena, el monumento histórico-artístico del poblado de la Torre de la Reina, construcción militar andalusí del siglo XII y cortijo donde permaneció Doña María de Molina. Igualmente se propaga, por toda la comarca, una rica arquitectura religiosa mudéjar tras el Repartimiento del Reino de Sevilla, después de la conquista por los castellanos a mediados del siglo XIII, y por el cual muchos de los municipios pasan a manos de las órdenes que habían participado en ella: Cantillana a la Orden de Santiago, Lora del Río y Alcolea del Río a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén o de Malta. Además, es de reseñar el conjunto Histórico-Artístico Minas de la Reunión, donde se encuentran las instalaciones referentes a la actividad minera y casas coloniales francesas en Villanueva del Río y Minas. Y por su entidad, se debe citar la romería de la Virgen de Setefilla en Lora del Río. [ Francisca Ruiz Rodríguez ].
|