Orden religiosa, conocida también como Orden de Predicadores. Es fundada por el castellano Domingo de Guzmán (1170-1221) para predicar el Evangelio. A comienzos del siglo XIII movimientos religiosos conocidos por los nombres de cátaros, valdenses y albigenses difunden por todo el sur de Francia sus doctrinas sectarias, sembrando aquella región de grupos religiosos en abierta oposición a la recta interpretación de la fe hecha por la iglesia católica. Después de varios años de contacto y disputas teológicas con los mencionados herejes, Santo Domingo, movido por la compasión hacia los pobres pecadores, solicita del papa Inocencio III la aprobación de una nueva familia religiosa que se dedica a predicar el Evangelio, a la defensa de la Fe y al servicio de la Teología y de la Iglesia. El papa Honorio III aprueba la nueva Orden en 1216.
En poco tiempo los dominicos se extienden por toda Europa. Los nombres de Tomás de Aquino y Alberto Magno indican la importancia y aportación de los primeros dominicos a la obra de la evangelización y de la cultura europea del siglo XIII.
En 1236, cuando Fernando III conquista la ciudad de Córdoba, se funda el primer convento de dominicos en Andalucía, el de San Pablo de Córdoba. En poco tiempo los dominicos se extienden por los antiguos reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla. Y a partir de 1492 por el reino de Granada. De tal manera es esta expansión de la Orden en Andalucía que para 1650 se cuentan ya en esta tierra 55 conventos de frailes y 50 monasterios de monjas dominicas de clausura.
Desde sus orígenes, la Orden está dividida en Provincias, es decir demarcaciones correspondientes a un territorio gobernado por un prior provincial. En la Península Ibérica, es decir, España y Portugal, hubo cinco Provincias: la de Castilla, llamada también Provincia de España, la de Aragón, la de Portugal, la Bética (fundada en 1514) o Provincia de Andalucía, según los documentos oficiales, y la del Santísimo Rosario, que tenía como finalidad formar misioneros para Oriente.
La Provincia de Andalucía. El 10 de octubre de 1514 el papa León X funda la Provincia de los dominicos de Andalucía, desgajándola de la de Castilla. Asigna a la misma los territorios peninsulares que aún conserva: toda Andalucía, Badajoz, Murcia, Ciudad Real y Albacete, y además los conventos del norte de África (Orán y Bujía) y los de las Islas Canarias.
La Provincia de Andalucía comprendía los territorios peninsulares situados al sur del río Guadiana incluyendo, además, parte del antiguo reino de Murcia, las Islas Canarias y, a partir de 1515, las tierras recién descubiertas de las Indias Occidentales.
Entre los siglos XIII y XV tiene lugar un auge expansivo considerable. Hay ya conventos en Córdoba, Sevilla, Écija, Murcia, Jerez de la Frontera, Jaén, Ciudad Real, Granada, Málaga, Almería, Ronda y Guadix. Los conventos eran focos de cultura cristiana, centros de estudios para sus propios religiosos y, en algunos de ellos también para otras personas, lugares de encuentro y diálogo con otras religiones, como es el caso del convento de Murcia y algunos más donde se establecieron centros de estudios de Lenguas (árabe y hebreo) a la vez que centros de humanidades.
Dominicos e Inquisición. Praedicatores e Inquisitores son dos términos inseparables. A los dominicos los papas les confían muy pronto la defensa de la fe y de la doctrina de la Iglesia frente a los movimientos heréticos medievales. El primer dominico mártir, San Pedro de Verona, es también el primer inquisidor. El mito del dominico inquisidor es una construcción en parte creada por la misma Orden durante el periodo de la Inquisición pontificia o medieval. Más tarde, al final del siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundan en España la Inquisición moderna o española son también los dominicos los llamados a establecer el primer Tribunal de la Inquisición en el convento de San Pablo de Sevilla. Dominico es el primer Inquisidor General fray Tomás de Torquemada. Pero no se debe olvidar que hay un buen número de dominicos reprasalidos: el arzobispo Carranza y los andaluces fray Luis de Granada, Domingo de Valtanás"
Andalucía y América. A poco tiempo de la fundación de la Provincia de Andalucía (1514), el capítulo General de la Orden (Roma, 1518) ordena que todos los conventos del Nuevo Mundo, ya fundados o que se funden en adelante, dependan del prior provincial de los dominicos de Andalucía. En virtud de esta ordenación capitular todos los dominicos que se alistan para ir de misioneros a Indias pasan a ser hijos de la provincia de Andalucía. Este hecho vincula de un modo especial a los dominicos andaluces con América. La Provincia nace, pues, con vocación americanista y misionera. A ella confía la Orden el cuidado y gobierno de cuantos dominicos pasan a Indias. Los conventos de Sevilla, Sanlúcar de Barrameda y Cádiz hospedan a todos los frailes que se encaminan a las tierras recién descubiertas. Este hecho explica que las Provincias dominicanas de Perú, Filipinas y Ecuador, entre otras, fueran fundadas respectivamente por los dominicos andaluces fray Tomás de San Martín, fray Juan Crisóstomo, natural de Aracena, y fray Alfonso de Montenegro. La Provincia de los dominicos de Andalucía, escribe Herrera, un cronista del siglo XVII, se "debe reputar madre de todas las provincias que con el tiempo se fueron fundando en Indias porque todas ellas se fueron fundando en territorio que perteneció a Andalucía".
Mención especial merecen también los dominicos andaluces que forjan la doctrina de los derechos humanos y establecen los principios de la lucha por la justicia en el mundo americano. Su máximo exponente es el dominico sevillano fray Bartolomé de las Casas * y el más destacado defensor de los indios. Pero se debe recordar que es la Orden toda la que apuesta desde la primera evangelización del territorio americano por la defensa de los indios. Dominicos andaluces son fray Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos, los primeros en llegar a la Española en 1510. Insertos en las raíces del pueblo y decantando las reiteradas opresiones que se cometen con los indios, denuncian valientemente en sus célebres sermones la actuación de los españoles y elaboran la primera crítica al proceso de la conquista y ocupación de las tierras americanas por la Corona española.
El territorio provincial. Llegan a alcanzar tal popularidad en toda Andalucía que, además del número importante de casas y conventos, los dominicos están presentes en universidades, estudios generales, academias de artes y humanidades y, a otros niveles, en la predicación popular, la difusión y devoción mariana del Rosario. Son muchos los dominicos requeridos en las parroquias o lugares de culto que nos han dejado cientos de sermonarios y otras clases de escritos de devoción y espiritualidad. Son numerosos los dominicos andaluces escritores, teólogos, filósofos, pensadores, hombres de gobierno, obispos, misioneros, que han dejado huella no sólo en nuestras tierras sino también lejos de nuestra región. De los últimos hay que recordar, entre otros, los nombres de Alfonso de Montúfar, natural de Loja, segundo arzobispo de México; Bartolomé de Las Casas, obispo de Chiapas; fray Tomás de San Martín, fundador de la Universidad de San Marcos de Lima, la primera de la Tierra Firme; Alfonso Chacón, bibliotecario de la Biblioteca Vaticana; el ecijano Francisco Ximenes, historiador nacional de Guatemala; el sevillano Diego de Hojeda, autor de la Cristiada y el sevillano fray Tomás de Mercado, autor de la Suma de Tratos y Contratos . Entre los misioneros andaluces martirizados por anunciar el Evangelio se encuentran Francisco Serrano, natural de Huéneja (Granada); Francisco Díaz del Rincón, natural de Écija; Juan Alcober, granadino, y Domingo Henares, natural de Baena. Además de éstos, otros muchos dominicos andaluces misionan en China, Japón, Filipinas, Tonkín y por toda la América Hispana, y más recientemente en África.
Entre los que trabajan aquí sobresalen Mancio del Corpus Christi, Agustín Salucio, Alonso de Cabrera y Agustín de Esbarroya. Dominicos exponentes de una escuela de espiritualidad dominicana andaluza son Álvaro de Córdoba (s. XIV); fray Luis de Granada (s. XVI); el padre Francisco de Posadas (siglo XVII); los jerezanos fray Andrés Ruiz, gran místico y mejor predicador, y la venerable madre Antonia de Jesús Tirado; el padre Peralta y el padre González, que como otros muchos forman Juntas de resistencia ante la invasión francesa.
Final de una época. El último Maestro General de la Orden en el siglo XVIII es fray Baltasar Quiñones (1777-1798), bajo la presión política, sale de Roma, camino de España, en 1798; fallece en Florencia el 20 de junio de aquel fatídico año. Roto y acéfalo el navío dominicano, no se puede celebrar, según ley y costumbres, el Capítulo General para elegir el sucesor de Quiñones. Entre otros obstáculos que se interponen, el más agudo es el de la regalía hispana, que pide y obtiene la autonomía de gobierno para los dominicos de Su Majestad Católica. El papa Pío VII se ve forzado a doblegarse y firma la tristemente célebre bula Inter graviores (15 de mayo de 1804). Por ella se desgajan de Roma las órdenes religiosas en los dominios españoles. En el caso de los dominicos se establece un gobierno bipolar o alternativo: en un periodo de seis años, los institutos religiosos serían gobernados por un maestro general, residente en Roma y con mando en los países no españoles; en éstos gobernaría un vicario general nativo; en el sexenio siguiente, al revés; el título de maestro general correspondería a un español, con mando en los dominios de Su Majestad Católica, y el de vicario general al romano.
En 1825 León XII nombra a fray Joaquín Briz, el "único entre los Superiores Generales españoles que llevó el título de Maestro General". Los demás tienen que contentarse con el de "vicario general". El Capítulo de Zaragoza (1832) elige vicario general a fray Francisco Usagre, de la Provincia Bética. Usagre muere el 15 de abril de 1834. Es Provincial de Andalucía, al fallecer Usagre, fray Vicente Bernardo de Quirós. Y al él le cae la mala suerte de asistir, impotente, a la supresión y desintegración social de la Orden en España y en su Provincia de Andalucía. Trata de reunir capítulo para elegir sucesor de Usagre. Consulta a los provinciales y le responden que no ha lugar ya. Fray Vicente Bernardos tiene que continuar al frente de la familia dominicana española ya diezmada, acorralada y anonadada.
Exclaustración y desamortización. El Gobierno español de turno, presidido por Mendizábal, liquida las instituciones religiosas. Un Real Decreto de 11 de octubre de 1835 las fulmina con una ominosa y mortífera ley de cierre; otro Real Decreto de 19 de febrero de 1836 pone en subasta el patrimonio de las órdenes suprimidas. El proceso de exclaustración y desamortización culmina, aparentemente, en estos tiros de gracia. Para el Gobierno, "ya no había frailes, sólo había exclaustrados". Para el Papa sí los hay y nombra un comisario apostólico que los ampare y rija en la diáspora. A los dominicos les pone de superior y guía a fray Juan Genís, que reemplaza en 1838 a fray Vicente Bernardo de Quirós. Otro Real Decreto (su fatídica fecha: 8 de marzo de 1836) remata la faena de la exclaustración y desamortización generalizándola, con mínimas expresiones: indulta a algunos religiosos (escolapios y hospitalarios) y algunos conventos de misioneros (agustinos de Valladolid, recoletos de Monteagudo, dominicos de Ocaña).
Decreto tras decreto, golpe tras golpe, los institutos religiosos son llevados a la muerte. Y muerte de exclaustración y desamortización. La odisea de los exclaustrados "un grupo social marginado y azarandado" la ve fray Vicente Bernardo de Quirós como un "sacerdote" sin oficio ni beneficio en un humilde aposento del barrio granadino del Realejo; desde él divisa, alta y maciza, la cúpula de Santa Cruz; desde él escribe cartas a los dominicos del exilio o al maestro romano Ángel Ancarani. Una carta del 6 de marzo de 1841 evoca las gestas de los misioneros de China y de Tonkín, trasmite nuevas de México y de La Habana, pide seis ejemplares de la novísima edición de algunos opúsculos inéditos, de "nuestro augusto doctor", Santo Tomás de Aquino y le da las señas postales: España, Andalucía. Al presbítero don Vicente Bernardo de Quirós. Calle de los Molinos, casa número 13. Granada. Allí muere, santamente, el 19 de octubre de 1853.
Los exclaustrados siguen organizados hasta 1879. Se dedican al ministerio y actividades docentes. Entre ellos destaca el dominico jerezano fray Domingo Canubio (1864), primer director del Instituto de Segunda Enseñanza de Jerez de la Frontera, y más tarde obispo de Segorbe-Castellón. En cuanto a la Provincia Dominicana de Andalucía, muerta por el Real Decreto hace ya años, se continúa la liquidación de su patrimonio por venta. De algunos conventos sólo quedan ruinas. De otros, ni eso.
Restauración en Andalucía. La Provincia dominicana de Andalucía se restaura canónica y civilmente en 1897. El convento de Ocaña es núcleo de pervivencia. Seminario donde florecen y se forman los misioneros para el Oriente, es el rescoldo atizado por exclaustrados egregios y por el heroísmo de los mártires de China y Tonkín. Tras la restauración de los conventos del norte "Corias (Asturias, 1860), Padrón (Coruña, 1876) y las Caldas (Santander, 1877)", el 27 de enero de 1879 se reinstaura canónicamente la Provincia de España. Por lo que a Andalucía atañe, en 1886 se reenciende Santo Domingo de Jerez de la Frontera; en 1890 Cádiz; en 1893 se funda el convento-colegio de Cuevas de Vera (Almería). Otras restauraciones se intentan, como las de Ronda, Córdoba y Granada, sin que lleguen entonces a granar o cuajar. De la entraña de la antigua provincia-madre, la de Castilla, se desprende nuevamente la Provincia de Andalucía el 15 de diciembre de 1897. La casa matriz es el convento de Almagro (Ciudad Real). En el territorio andaluz los dominicos tienen casas, además de las antes señaladas, en Sevilla, Córdoba, Almería, Murcia, Écija, Canarias, Madrid, Cuba, México y Venezuela. Ha habido también en el siglo XX una presencia misional en el Zaire y Centroáfrica. Además de la predicación y la atención parroquial, los dominicos de Andalucía son profesores en las universidades de Sevilla, Córdoba y Granada, y en centros de estudios teológicos (Sevilla, Murcia, Caracas). Editan la revista internacional de teología Communio , atienden los santuarios marianos de la Virgen del Mar en Almería, la Virgen del Rosario en Cádiz y la Virgen de Candelaria en Tenerife. Están presentes también en los medios de comunicación, entre ellos Canal Sur. [ Antonio Larios Ramos ].
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