(gelves, sevilla, 1895-talavera de la reina, toledo, 1920). Matador de toros, de nombre José Gómez Ortega. Nace el 8 de mayo de 1895 en la calle de la Fuente, en la huerta de El Algarrobo, de la localidad sevillana de Gelves. Diestro denominado por muchos como el "rey de los toreros", apelativo que ya nos dice a las claras su altura artística. Constituye el ejemplo más palmario de la gloria taurina llevada a sus máximos presupuestos. Es precoz en el oficio, renovador de las formas o, más bien, potenciador de las mismas hasta extremos que se desconocían, arrebatador para los públicos, creador de una de las competencias taurinas más desgarradoras de la historia de la tauromaquia con otro sevillano, Juan Belmonte, y como colofón operístico, desparece trágicamente en una plaza de toros, el 16 de mayo de 1920 en el coso de Talavera de la Reina (Toledo). En su figura se centra la génesis y la finalización al mismo tiempo de lo que se llama posteriormente como la "edad de oro" de la tauromaquia, una especie de remedo del Siglo de Oro literario español, pero habitado por coletudos vestidos de luces.
José, también llamado en los carteles El Gallo o Gallito Chico, tiene ascendencia taurina por varias vías familiares. Destacamos la más cercana: es el hijo menor del gran torero Fernando Gómez "El Gallo", que se puede considerar como el creador de la "gallera" más famosa del orbe taurino, y de Gabriela Ortega. Es hermano de los grandes matadores Rafael "El Gallo" y Fernando Gómez. Cuando José tiene dos años, fallece su padre. La familia se traslada a Sevilla. Viven con estrecheces en la calle Relator. Asiste, como muchos niños del barrio, a una escuela de párvulos, que se encontraba en la cercana Alameda de Hércules. El juego del toro vence a su interés por la cultura. Se escapa constantemente de casa para marcharse a la finca La Barqueta, unos terrenos que posee entonces el padre del que sería posteriormente matador de toros, Ignacio Sánchez Mejías.
Un acontecimiento familiar cambia el rumbo de forma brusca. Su hermano Rafael despunta como torero, pero todavía se encuentra en el escalafón novilleril. La familia al completo acude a Cádiz para verle actuar. José cuenta con tan sólo seis años. Desde entonces decide ser torero. Sin embargo, su vida taurina tiene pronto algunos contratiempos. Se pone delante de una vaquilla en la finca de Valentín Collantes y sale con los pies por alto. Prácticamente lo mismo le ocurre en la de Anastasio Martín, pero se lleva sus primeras lecciones toreras gracias a la presencia del diestro Enrique Vargas Minuto. Poco después se lanza en una capea en la localidad sevillana de Coria del Río, tras hacer sus primeras indicaciones a un banderillero bastante contestón. Suenan sus primeras ovaciones en público.
Inicios. Gracias a los contactos familiares, nada despreciables, se deja ver en los primeros tentaderos a la edad de diez años. Se le ve tentar hembras con asiduidad en las casas de Eduardo Miura y Felipe de Pablo Romero. En Sevilla corren los primeros rumores. Se comenta que el menor de los Gallo presenta buenas aptitudes taurinas. Pasa más tiempo en el campo que en la ciudad, por lo que se hace proverbial su afición por la garrocha y las monturas y todas aquellas faenas camperas. Con estas fuertes mimbres toreras, se viste por primera vez de luces "el terno es verde y azabache, alquilado en la sastrería de Manuel Prada" el 19 de abril de 1908 en Jerez de la Frontera, sin haber cumplido todavía los trece años. Se lidian reses de Cayetano de la Riva y le acompañan en el cartel José Puerta "Pepete" y José Gárate "Limeño". Anda con soltura con los palos y se le ve con desparpajo con el estoque.
Sin embargo, el joven becerrista se enrabieta porque no puede matar su segundo becerro, ya que el público lo considera demasiado pequeño para meterse en tales lides. José Martínez, un policía local retirado, que se encuentra como mero espectador decide crear una cuadrilla infantil con los tres becerristas actuantes en Jerez de la Frontera. Se marcha a Portugal donde suma contratos. Actúa hasta en 17 actuaciones. Pepete deja a José como primero de la cuadrilla. Con el poder que le da su desenvoltura delante de los astados exige una remuneración más adecuada. Su familia, al enterarse de sus andanzas en tierras lusas, decide mandar al banderillero Rafael Peña "Llavero". Sus hermanos, que se encuentran toreando en México, regresan ese mismo año a Sevilla y deciden ayudar al benjamín de la familia convencidos de su valía como torero.
El joven diestro capitanea entonces la cuadrilla de niños sevillanos. A su cargo va el veterano banderillero Antonio Parra Gómez, primo carnal de Joselito, que le acompaña como fiel administrador hasta el día de su muerte. El viaje de su madre a Madrid interrumpe su temporada, después de actuar en plazas como las de Cádiz, Jerez de la Frontera, Málaga, Sevilla y Morón. Una carta de su puño y letra dirigida a su madre se hace famosa para clarificar todavía más su personalidad. En una de sus líneas, llenas de un sentimiento un tanto infantil, busca la autorización materna para poder torear. Se puede leer: "se me está pasando la edad".
Las anécdotas de su vida, todas ellas muy bien documentadas en el tiempo, son pródigas a las casualidades y a la predestinación profesional. Como el joven diestro anda un tanto descarriado, se marcha al campo en el invierno de la temporada de 1909. En uno de sus paseos con la garrocha en ristre se encuentra a un joven becerrista que se encamina a un tentadero por si se puede saltar la tapia y pegar un par de muletazos. Se lo lleva a la grupa. Cuando llegan a la finca le pregunta José su nombre. "Juan Belmonte", le responde el muchacho.
Precoz trayectoria. Comienza la temporada de 1910. En Sevilla los mentideros taurinos andan revueltos por culpa del menor de los Gallo. La particular cuadrilla se anuncia a bombo y platillo en la prensa local. "Es seguro que en cuanto empiece la temporada toreen en las primeras plazas de España", asegura una de los redactores del semanario Sol y Sombra . Y no se equivocan las predicciones. Actúan en treinta y siete ocasiones. José se pierde tres por enfermedad. No se le resisten plazas de responsabilidad como San Sebastián, Valencia y Barcelona. Asistimos a los mismos éxitos en la temporada siguiente, la de 1911. Muchos aficionados ven a este precoz niño torero como una esperanza de futuro y renovación de la Fiesta Nacional.
De las becerradas en las que participa destacan la celebrada el 15 de agosto en Cádiz. El ganado es de Felipe Salas y Joselito actúa en solitario. Muchos de los allí congregados eran parientes de la dinastía de los Ortega, como son los toreros El Marinero, El Loco, Rebujina y Agualimpia, que ven una continuación prometedora de su sangre taurina. Sus éxitos se suceden hasta tal punto de lidiar, al final de la temporada, en concreto el 24 de octubre, un toro de cuatro años con el hierro de Moreno Santamaría que lleva por nombre Avellanito. La superación del joven matador no tiene final. La competencia con Limeño le lleva a probarse con algo más que becerros. Las viejas crónicas cuentan lo siguiente: "Le cambió de rodillas, le toreo de capa, hizo variedad de quites, le clavó un par de banderillas maravilloso y tras una faena de muleta dominadora y adornada lo mató de tres pinchazos y una estocada delantera".
En la temporada de 1912 comienza a torear el 17 de marzo en Barcelona. Con nueve novilladas decide presentarse en Madrid el 13 de junio. Cuando el diestro ve la corrida enchiquerada del Duque de Tovar, afirma que no son toros dignos de la plaza de la capital de España. Por decisión personal decide lidiar una corrida de Olea que se encontraba ya apartada en una finca propiedad de la empresa para lidiarse por algún motivo extraordinario. Así que de esta forma tan peculiar se presenta ante el respetable en la capital. Su actuación sorprende en todas sus facetas. Variado de capa, una vez más dominador con la muleta y estoqueador certero consigue un triunfo arrollador. El público, desde sus localidades, grita: "¡Lagartijo, Lagartijo!" La prensa se deshace en elogios, como los de don Modesto: "Yo no soy sospechoso. Señores, qué Gallito. Yo creo que su hermano no torea, no mata, en general. Pues bien, yo juro aquí que creo que nos hallamos en presencia de un fenómeno torero".
Alternativa. Al día siguiente se repite el cartel con toros de Agüera y por resultar herido Limeño, mata José cinco novillos. Todavía suma en la capital cuatro novilladas más. El día 4 de agosto mata la de don Eduardo Miura con igual fortuna. Al último lo mata con una gran estocada recibiendo. Suma el torero sevillano antes de tomar la alternativa la friolera cantidad de cuarenta y cinco novilladas, aunque pierde nueve por culpa de una cogida que sufre el Bilbao el 1 de septiembre. Su bautismo de sangre se produce cuando es prendido al saltar la barrera por un novillo de Antonio Pérez Tabernero. En su estado de convalecencia busca fechas para la alternativa. Primero, la aprobación de su hermano Rafael; más tarde, la de algunas autoridades en la materia. La fecha para la historia se fija el 28 de septiembre de 1912 en la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Su hermano le cede la muerte del toro Caballero, del hierro de Moreno Santamaría, negro de capa, cornicorto y un poco terciado.
Actúa dos tardes más en Sevilla para lograr un cartel imperecedero entre los aficionados. Como su original alternativa se aplaza en Madrid por la lluvia, hace lo propio el 1 de octubre ante toros de Veragua. Una vez más su hermano Rafael le cede la muerte de Ciervo, jabonero claro y con la cara rizada. En apenas cinco minutos se libra de sus dos oponentes. Algo parecido le ocurre en la misma plaza con toros de Guadalest, en Valencia o las dos corridas programadas en la Feria del Pilar de Zaragoza. Concluye así la primera e incompleta temporada de Joselito como matador de toros. El diestro todavía no está cuajado, no es el dominador total que luego conoceremos en temporadas siguientes, pero está ya plantada la semilla de figura del toreo de las que hacen época.
En la temporada de 1913 sale a hombros de la plaza de Madrid el 1 de junio en la corrida de Palha. Repite en la capital junto a su hermano y Manolo Bomba para cortar su primera oreja en Madrid, galardón que ya habían conseguido Bombita, Machaquito, Vicente Pastor y su hermano Rafael Gómez "El Gallo". Se inicia entonces un interés desmedido de los aficionados por querer ver una competencia entre el joven diestro y Ricardo Torres "Bombita". El famoso torero sevillano se decanta por establecer combate con su hermano Rafael, mucho más abúlico en sus planteamientos taurinos pero más artista que el menor de la dinastía de los Ortega. Pero Bombita se retira pronto. El trono de la tauromaquia se queda vacío. En la tarde del 15 de octubre en Madrid sale a hombros José con el torero que se cortaba la coleta. Pero ese mismo octubre, en la tarde del día 26 y en el mismo coso toma la alternativa el sevillano Juan Belmonte.
Competencia con Belmonte. Repuesto de unas fiebres tifoideas, que lo mantiene inactivo durante buena parte del invierno de 1914, se inicia una intensa y muy fecunda etapa en la carrera artística del matador: la competencia sin igual entre Joselito y Belmonte. Los aficionados creen que cualquier tarde en la que actúan los dos matadores es un pleito en el que se va a resolver quién es el que manda en los toros. En la Feria de Abril de aquel año comparece más tarde Belmonte por una cornada en Murcia. En Madrid se acrecienta la rivalidad, con soberbias actuaciones de los dos diestros. Los percances se suceden en la vida de Joselito. Sufre dos serios infortunios en las plazas de Barcelona y Bilbao. En aquella campaña actúa en setenta y cinco corridas y se pierde por diversos percances treinta y seis.
En la temporada de 1915, la riña taurina con Belmonte comienza en el mes de febrero en Málaga, para llegar a las más altas cotas en los ciclos de Sevilla en Madrid. El 30 de septiembre hace el paseíllo en Sevilla para matar en solitario seis toros de Santa Coloma, que despacha sin despeinarse. En el quinto toro, de nombre Cantinero, consigue cortar una oreja, la primera que se concede a un matador en tan ilustre coso taurino. Con la muerte de seis miuras en Valencia el 17 de octubre, da por concluida una de las campañas más exitosas y completas que se pueden recordar en toda la historia de la tauromaquia moderna. Suma 102 espectáculos.
Análogas características tienen sus actuaciones en la temporada de 1916. Su mayor triunfo lo logra en la tarde del 8 de octubre en Madrid ante reses de Gamero Cívico, donde corta las dos orejas de cada uno de sus oponentes. El diestro se asienta como número uno en la temporada de 1917. Se dice que no hay festejo taurino en el que él no haya tomado alguna decisión. Se le pide consejo, se le tiene en cuenta en los grandes ciclos por parte de empresarios y ganaderos. Mientras tanto, el torero no parece afectado ante tanta responsabilidad. Acaba la temporada con 103 espectáculos, uno más que dos campañas anteriores.
En 1918 actúa en menos festejos por culpa de percances en la plaza y el padecimiento de enfermedad, como la ocurrida poco antes de actuar en San Sebastián. Don Ventura dice en aquellos momentos: "No es posible en manera alguna estar más cerca de los toros que lo que él lo está; no es posible dominar más a los cornúpetos, sean grandes o chicos, duros o blandos, tuertos y derechos; no es posible arrimarse más o hacerles más cosas a un toro". El 18 de junio de ese mismo año es nombrado presidente del Montepío de Toreros. En el invierno de 1918 a 1919 pierde a su madre, en concreto el 25 de enero.
La temporada comienza para José el 16 de marzo en la plaza de Barcelona, donde le da la alternativa a su cuñado, el célebre Ignacio Sánchez Mejías. Abandona la Real Maestranza para actuar durante la Feria de Abril en la recién construida plaza Monumental de Sevilla, que tiene, después del triste fallecimiento del torero, una vida un tanto efímera. Ciclos taurinos como los de Valencia, Bilbao o Pamplona dejan su profunda huella en los aficionados. Al acabar la campaña en España, con más de 90 festejos, realiza su única incursión en América. Con unos inicios de tanteo, su triunfo es total en diez de los festejos en los que participó.
Muerte. Se inicia la campaña de 1920. Hasta la tarde de su muerte es capaz de sumar 20 festejos. Para el día 16 de mayo se monta un festejo en la plaza de Talavera de la Reina (Toledo). El cartel original lo completaban Rafael "El Gallo", Ignacio Sánchez Mejías y Larita. El diestro de Gelves pretende quitarse la presión de Madrid apuntándose a un festejo en el que iba a realizar el paseíllo en un coso inaugurado por su padre. Se eligen las reses de la viuda de Ortega, ganadería no asociada, pero de prestigio por su seleccionada bravura. Nada destacado se puede señalar que ocurra, a excepción de los pares de banderillas que protagonizan los sevillanos José e Ignacio. Sale a la arena el quinto de la tarde. Lleva por nombre Bailador. Es negro y pequeño, muy bronco y con bastante poder. Cuando el matador se acerca se da cuenta que es burriciego, un defecto de la visión que le hace ver bien de lejos pero no así de cerca. José se queda solo en el ruedo por ver que hay peligro. El animal atiende más a su voz que a los engaños. En uno de los muletazos se queda el toro sin atender los engaños. Al parecer dominado, el diestro se retira para montar la muleta, es entonces cuando el toro ve a la perfección y se arranca inopinadamente. Lo voltea y le da un pitonazo corrido en la pierna izquierda, pero antes de caer al suelo le infiere una cornada mortal en el vientre. José entra cadáver en la enfermería de la plaza.
La noticia no se da por cierta en toda España. Su duelo es una de las mayores muestras de admiración popular que hayan existido en el país. Su muerte supone una gran conmoción. De él dice Guerrita la famosa frase expuesta en el telegrama que le envía a su hermano Fernando poco después de conocerse la trágica noticia: "Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros". El cementerio de San Fernando de Sevilla, muy cerca de su entrada, alberga su mausoleo, obra de Mariano Benlliure. En la Real Maestranza de Sevilla, cuando un 16 de mayo hay festejo taurino programado, se rompe el paseíllo con el pasodoble Gallito y no con Maestranza, como es lo habitual, guardándose a continuación un respetuoso minuto de silencio. [ Francisco A. Muñoz ].
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