f. La imprenta llega a Andalucía hacia 1477, 22 años después de que Gutenberg imprimiese su Biblia de 42 líneas, uno de cuyos ejemplares se convervan en la biblioteca general de la Universidad sevillana. De ese año data el Repertorium quaestionum super NicolaumdeTudeschis , realizado en el pionero taller de Antón Martínez, donde se imprime también, en el mismo año, el Sacramental de Clemente Sánchez de Vercial, que incluso pudiera ser algo anterior. Además, en esta primera imprenta sevillana se realiza el primer libro con ilustraciones del que se tiene referencia en España, el Fasciculus temporum (1480). Hasta 1486 se tienen referencias sobre la actividad de esta imprenta, desaparecida posteriormente. Este hecho lleva a Isabel la Católica a asegurar la permanencia de imprentas en la ciudad. Para lo cual llama a impresores alemanes, que se establecen en Sevilla hacia 1490. A partir de esa fecha, la ciudad muestra una sostenida actividad, realizándose en 1492 el primer libro de música editado en España, Lux bella , de Domingo Marcos Durán. Pero a Sevilla, que vive su siglo de oro, llegan también impresores italianos, de Nápoles, y suizos, de Ginebra. El más relevante de todos será el alemán Jacobo Cromberger * , no sólo por su mayor estabilidad, que da paso a toda una dinastía de impresores, sino también por ser la suya la primera imprenta que se establece en América (México, 1539).
El siglo XVI muestra un extraordinario desarrollo de la imprenta en Sevilla, cualitativo y cuantitativo, pero también la aparición de establecimientos en otras ciudades de la comunidad, como Granada. La producción sevillana es comparativante muy alta y además en la ciudad iránviendo la luz muchos de las más significativas obras del
Renacimiento en España. Obras religiosas, históricas, médicas. Desde la edición de La Celestina y el Cancionero de Juan del Encina (ambas en 1501) o, al año siguiente, las Coplas del Marqués de Santillana, al Libro de Marco Polo (1503). En Sevilla se imprimen por primera vez muchas de las obras que mejor representan las ideas religiosas dominantes en ese siglo, pero también obras de heterodoxos, como las de Erasmo de Rotterdam. Sevilla mantiene en ese siglo un promedio de tres imprentas activas.
Tras la conquista cristiana en 1492, Granada se incorpora al proceso y desde Sevilla llegan los primeros impresores a la ciudad, donde ya en 1496 se imprime una Vita Christi y en 1504 ve la luz el pionero Vocabulario arábigo en lengua castellana . Acorde con la notable presencia morisca en la ciudad y su reino, las prensas granadinas realizarán también una intensa producción de estampas religiosas. En Granada se establecen los hijos de Nebrija, Sancho y Sebastián, que en 1533 realizan un Diccionario latino , que conoce varias reediciones. Un nieto de Nebrija se establecerá en Antequera en 1574.
La cercanía de Sevilla con su pujante actividad imresora retrasa probablemente la implantación de la imprenta en Córdoba, aunque la tiene la Compañía de Jesús. Otros impresores reforzaron la edición local ya a fines del XVI, cuando vieron la luz obras tan curiosas como la Historia de las cosas de Oriente (1595), de Amaro Centeno. Sanlúcar de Barrameda, feudo de la casa de Medina Sidonia, y la universitaria Baeza son ciudades con imprentas en el XVI. Consta, por ejemplo, la existencia de una imprenta baezana a partir de 1551; en ella se edita en 1575 la edición príncipe de Examen de Ingenios para las Ciencias , de Juan Huarte de San Juan. Conviene recordar también que muchos de los impresores del siglo XVI, e incluso del XVII, no tienen un establecimiento fijo, acuden allí donde son requeridos, situación a la que obliga la falta de demanda. Precisamente el primer libro impreso en Cádiz, Manuale Iudocum (1598), es realizado por un impresor sevillano, Rodrigo Cabrera, quien llega a la ciudad para realizar esa edición.
El siglo XVII. En el siglo siguiente, el panorama de las imprentas andaluzas se amplía a ciudades como Osuna, Jerez de la Frontera, Montilla, El Puerto de Santa María y Écija, además de Málaga, Cadiz y Jaén. A veces, se trata de un impresor aislado, que no tiene continuidad. No obstante, la producción del XVII es cualitativamente menos importante, por la incidencia de la Inquisición y también en algunas ciudades la decadencia económica. A principios de ese siglo Juan Rene ofrece en Málaga obras como Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada (1600) y la relevante Historia eclesiástica de España (1602), de Francisco de Padilla. Importante es la imprenta granadina de Andrés de Santiago que, en 1638, publica la obra de Francisco Bermúdez de Pedraza Historia eclesiástica, principios y progressos de la ciudad y religión católica de Granada . El impresor Cristóbal de Requena, que se asienta en Cádiz en 1688, iniciará una estirpe de impresores gaditanos que perdurará hasta mediados del siglo XIX. Algo similar ocurre en otras ciudades andaluzas, como Jaén, con la familia Doblas.
En ese XVII dominan claramente los libros religiosos "no es de extrañar, ya que la mayoría de las imprentas cordobesas, por ejemplo, están establecidas en conventos", aunque no faltan obras de muy diversos contenidos, incluidas las referidas a América, y bastantes de temas médicos. En Córdoba ve la luz la primera traducción española de la Utopía de Tomas Moro (1637); en 1652 se imprime en Granada la deliciosa obra de Pedro Soto de Rojas Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos , en tanto en Sevilla, con mucho la ciudad más activa, se imprimen obras como el Arte de la Pintura , de Francisco Pacheco (1649). Un año antes se editan en la misma ciudad las Poesías de Góngora. En el XVII menudean ya las relacioenes y gacetas, precedentes del periodismo, aunque el periodismo propiamente dicho, tan decisivo pronto en la expansión de las imprentas, nacerá en el siglo siguiente, el XVIII, con la Ilustración, con Sevilla, Granada y Cádiz como principales centros impresores. ( -> véase Prensa en Andalucía ). Entonces, junto a las obras más eruditas, y la siempre abundante producción religiosa (de sermones a devocionarios), no faltará una producción más popular, pronósticos astrólogicos y romances. Importantes y relativamente abundantes son las obras históricas, con títulos como Retrato natural de la ciudad y término de Jaén , de José Martínez Mazas (1794), o Grandezas de Utrera (1730), de Pedro Román Meléndez. Comienzan a incidir también en la edición las academias de Bellas Artes y de Letras y otras instituciones que asoman en varias ciudades y favorecen la edición de determinadas obras de sus miembros, amén de sus propias memorias.
Puede afirmarse que, a despecho de inevitables crisis y altibajos, la imprenta andaluza es, en el siglo XVI y buena parte del XVII, las más relevante de España, rango que sólo cede desde finales del XVII a favor de la Corte. Cádiz va ascendiendo en importancia impresora y al inicio del XIX, en el año 1801, ofrece hasta siete imprentas a un tiempo, dando trabajo a más de una veintena de personas entre dueños y oficiales. Y similar es la situación sevillana.
El siglo XIX. El predominio andaluz en la imprenta se mantiene durante buena parte del siglo XIX, aunque comenzará a declinar en los últimos años. Los cuadros adjuntos son buen testimonio de esa pujanza impresora andaluza, pero también de su decadencia. La importancia de la imprenta andaluza se ve ratificada por la importancia tanto de su prensa como de la actividad librera. Hasta bien avanzado el siglo, Cádiz es la segunda ciudad editora de España, tras Madrid, y Sevilla figura también entre las primeras. Aparecen en muchas ciudades impresores que van a crear periódicos para dar estabilidad a su establecimiento, algunos de larga vida, como la de la familia García Tena en Córdoba " Diario de Córdoba " o la familia Joly en Cádiz " Diario de Cádiz ", en este caso una activa imprenta, la conocida como de la Revista Médica , que va a tener destacado protagonismo todo el siglo, con la edición de carteles, libros de Medicina, periódicos y revistas. Ciudades retrasadas tendrán ya imprentas, como Huelva o Almería. Significativa es la importancia de la imprenta andaluza en la divulgación de la literatura popular. Las coplas del cachirulo, impresas en Sevilla, alcanzan popularidad en toda España. Hay establecimientos especializados en ella, como el de José María Moreno, de Carmona, que llegará a editar en el XIX hasta 400 romances de ciegos. Durante el XIX se realizarán impresos de este contenido en nada menos que 12 ciudades andaluzas: Andújar, Baza, Carmona, Córdoba, Ecija, El Puerto de Santa María, Granada, Jaén, Málaga, San Fernando, Sevilla y Úbeda. Se explica, entre otras razones, porque a lo largo del XIX van a contabilizar imprentas casi el centenar de localidades andaluzas. Así, en Jaén, además de la capital, tiene ya imprenta Alcalá la Real, Baeza, Úbeda, Linares, Andújar, Martos, Cazorla, Mancha Real, Villanueva del Arzobispo y La Carolina; en Córdoba, además de la capital, al menos Montilla, Lucena, Cabra, Montoro, Aguilar, Pozoblanco, Bujalance, Puente Genil y Baena. No faltan en este siglo iniciativas andaluzas por una edición de calidad, como la Sociedad de Bibliófilos Andaluces, con sede en Sevilla, que lanza en los últimos años del siglo interesantes ediciones, muy cuidadas. Y se destaca, con justicia, la calidad de los talleres granadinos de la etapa del romanticismo "imprentas de Benavides, de Juan María Puchol", y a finales del siglo las litografías de la imprenta de la familia Ventura Sabatel, de larga trayectoria. La imprenta del Diario de Cádiz , por su parte, es una de las primeras de España en introducir el fotograbado hacia 1897. Pero en conjunto la impresión andaluza está, comparativamente, en retroceso.
El siglo XX. La expansión comarcal de la imprenta prosigue en los inicios del siglo XX, aunque también se acentúa la decadencia de Cádiz como foco impresor. En 1902 El Liberal , de Sevilla, es el primer periódico en tener en su imprenta una rotativa. Le seguirán la Unión Mercantil de Málaga y El noticiero sevillano . Una estadística oficial de 1920 permite constatar que en las imprentas andaluzas trabajan por esa fecha poco más de 2.000 personas, de ellas 626 en Sevilla, 426 en Cádiz, 350 en Málaga y 202 en Granada. Representan apenas el 9,2% del sector en España. Y menos de la mitad que Madrid o Cataluña. La abundante producción cartelistica de las bodegas jerezanas favorece la consolidación en dicha ciudad de un importante núcleo litográfico, y la creación, años después, de relevantes establecimientos, como el de Jerez Industrial. No faltan, ademas, pequeñas imprentas con producción primorosa, pero en los años treinta, en vísperas de la Guerra Civil, el sector impresor andaluz tiene escasos establecimientos de envergadura, y casi todos ellos vinculados a diarios. En ese panorama la larga posguerra es una etapa muy dura, de decadencia y mínima renovación; ésta sólo asoma en los años setenta, con la irrupción del offset . La imprenta Anel, en Granada, editora de la primera Enciclopedia de Andalucía es quizá el mejor ejemplo. En los últimos 25 años, la imprenta andaluza afronta un profundo proceso de cambio, derivado, entre otras razones, del impacto de las nuevas tecnologías. El aumento de la edición, convertida la comunidad en la tercera de España por numero de títulos editados, ha contribuido a reanimar el panorama. En los años iniciales del siglo XXI Andalucía ofrece un número alto de establecimientos de edición y artes gráficas, 2.500, de ellos 750 en Sevilla y 520 en Málaga, pero su dimensión media sigue siendo pequeña, pues el número de trabajadores es 11.000. No obstante, hoy contabiliza la comunidad numerosos establecimientos gráficos de primer nivel, y ello explica que no falten imprentas andaluzas que trabajan también para el exterior, especialmente para Latinoamérica. [ Antonio Checa Godoy ].
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